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sábado, 28 de abril de 2007

Abundan detalles sobre vendedores de ropa

En el plano teórico Bolivia está en contra del trabajo "esclavo" de los confeccionistas de ropa en Argentina. Recientemente hemos conocido el escándalo producido a raíz de haber sido identificados 173 bolivianos en Buenos Aires, dedicados a fabricar prendas de vestir en forma clandestina. Los 173 carecen de documentos de residencia, si bien poseen carnés de identidad bolivianos. Todo el mundo lamenta y se conduele al conocer los detalles de la inseguridad, explotación y hasta perversidad con que éstos compatriotas eran o son tratados, aunque no se revela que sus empleadores son "otros bolivianos" que talvez en un momento dado pasaron por la misma experiencia, o sea de "explotados se han convertido en explotadores" y si no, remitimos a los lectores a las experiencias que se viven en Cochabamba y otras ciudades.
Una visitante sueca preguntó a sus amistades en Cochabamba, dónde podría comprar ropa barata para llevar de regalo a su numerosa familia en Europa, por lo que montaron en un taxi y se dirigieron al Cerro San Miguel, una especie de "fabella cochabambina". La primera parada fue en una casa de tres pisos, recién pintada y de inobjetable fachada, si bien camouflada a la mirada de los transeúntes. Salió a recibirles el dueño de casa. "No soy el propietario, pero tengo un amigo que tiene una fábrica no lejos de aquí y él sí, les puede vender. No necesitan al taxi, de modo que despáchenlo, porque yo mismo los voy a llevar". Dicho y hecho viajaron por los alrededores, por callejuelas sin nombre a bordo de un Bronco doble cabina. Llegados al sitio, y después de las explicaciones del caso, las visitantes descendieron e ingresaron a un taller sin nombre, donde no menos de 40 sastres y costureras en otras tantas máquinas de coser, se encontraban trabajando febrilmente. Ante la sorpresa de la turista, el anfitrión respondió "es que trabajamos un poco a ocultas, porque las autoridades no nos dan permiso", en realidad debiera haber dicho que para evitar pagar impuestos, y en el caso de tantos obreros, para no pagar la seguridad social. O sea una empresa clandestina, que deja millonarias ganancias a los explotadores. Cuál la diferencia entre ésta explotación y la de Argentina?
Bajos salarios, no hay horarios, trabajan en turnos y si bien les dan de comer, la condición es "no hablar. Nadie debe enterarse de ésto, porque entonces nos fregarán a todos" Adviértase el verbo "nos fregarán" o sea, de ser de conocimiento público tendrían que pagar impuestos a la producción, a las ganancias, a la importación de insumos, pero todo ello es "secreto, nadie debe enterarse".
Este hecho no constituye ninguna novedad, lo que llama la atención es la hipocresía, el rasero doble con que se trata el asunto. No sería bueno, que al igual que Roberto Navia que denunció el trabajo esclavo de bolivianos en Brasil y que obtuvo un premio a su valentía, algunos otros inteligentes periodistas se dedicasen a investigar, denunciar y evitar que continúe esta explotación, este engaño a las leyes, para que agentes sociales, funcionarios de la Seguridad Social, del Ministerio de Trabajo e inspectores de Industria y Comercio, tomen cartas en el asunto?
Aunque claro está, apenas haya un pequeño intento, correrá el aceite, la coima, el soborno y todo será acallado, porque de éstas cosas, nadie quiere ocuparse.