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sábado, 29 de septiembre de 2012

ni derecha ni izquierda. gobierno oportunista. gobierno electoralista el de Evo. nada más. H.Vacaflor


El Colquiri, el gobierno del presidente Evo Morales está empeñado en negar a la empresa estatal Comibol el dominio total de una veta de estaño y zinc, y eso provoca una tensión que está durando demasiado.
En Tarija, el gobierno está empeñado en conquistar, a favor de la empresa estatal ENDE, el control de la empresa departamental de electricidad, que los tarijeños no quieren ceder y por ello se ha creado una tensión muy grande.
Quienes quieren clasificar a este gobierno por sus hechos deben estar confundidos. Quizá la mejor definición, partiendo de este comportamiento contradictorio, sería que no es un gobierno ni nacionalista ni estatista, y mucho menos socialista: es un gobierno electoralista.
Los teóricos más apropiados para definir esta situación son los chinos, para quienes lo único importante es sacar provecho de las circunstancias. No hay modelos ni objetivos que deban ser buscados: todo lo deciden las circunstancias.
Por lo tanto, buscar coherencia en las cosas que hace el actual gobierno es un propósito inútil. En este momento, lo que quiere el gobierno boliviano es construir una buena base de apoyo electoral, pensando en los comicios de 2014. Todo lo demás es nimio.
Lo que el ministro Carlos Romero no se atreve a decir a los asalariados mineros es que el único objetivo que busca al preferir a los cooperativistas es conquistar sus votos, que suman 120.000. Los asalariados, que apenas llegan a 16.000, pasan a un segundo plano.
Cuando llegue el momento de los votos, los cooperativistas podrán aportar con 400.000 (sumadas sus familias), mientras que los asalariados apenas llegarán a 40.000. Es un asunto de sumas y restas. La política se resume a eso.
Los asalariados están perdidos. Es decir, Comibol, la empresa estatal de la minería, está perdida en esta apuesta. Si eso quiere decir que el gobierno prefiere a la empresa privada y posterga a la estatal, es un alcance del que los estrategas masistas no llegan a percibir. Ni les interesa.
La propiedad estatal de la empresa tarijeña SETAR puede, en cambio, ser un objetivo en este momento porque el gobierno sabe que los votantes de ese departamento han tomado sus decisiones desde que se decidió el tema de las regalías del campo Margarita. En este caso, el interés consiste en controlar una empresa de propiedad de uno de los departamentos con más ingresos de Bolivia, lo que le podría redituar empleos y el control de presupuestos muy grandes.
Mientras espera las elecciones, el gobierno dice a los empresarios privados que la inversión privada tiene todas las garantías. Pero eso es algo que escapa al propósito principal, que es ganar votos para las próximas elecciones.
Decía Groucho Marx: estos son mis principios; si a usted no le gustan, tengo otros.
La política ha dejado de ser solemne. Las posturas pueden cambiar, según la cara del cliente. Nada es definitivo.
Puedes ser estatista o antiestatista según lo dicten los intereses del momento. Los principios pueden esperar
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