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miércoles, 7 de marzo de 2012

Lizandro Coca en forma valiente muestra el ejercicio autoritario del poder "de un reinado pluri, sin división de poderes, sin autonomías, sin garantías constitucionales...

En un boletín redactado el 20 de mayo de 2009 para el Instituto Libertad, Democracia y Empresa, decía que “la democracia es, por sobre todo, un sistema de gobierno preparado y diseñado para evitar cualquier tipo de dictadura, incluso la de la mayoría, y para preservar la libertad. Por ello, Ayn Rand decía que ‘los derechos individuales no están sujetos al voto público; una mayoría no tiene derecho a votar la derogación de los derechos de una minoría. La función política de los derechos es precisamente la de proteger a la minoría de la opresión de la mayoría’ (y la menor minoría en la Tierra es el individuo)”.
“La división de poderes, concebida como un mecanismo para evitar la excesiva concentración del poder en manos de una sola persona o un grupo de personas, es uno de los requisitos fundamentales para la existencia de una verdadera democracia, y en busca de la generación de una sociedad de hombres libres que utilicen sus conocimientos para alcanzar sus metas. Dicha división, postulada inicialmente por Locke y perfeccionada por Montesquieu, es un artilugio, un truco concebido para dispersar el poder de los que gobiernan, en contraposición con los regímenes monárquicos, en los que el rey tenía en sus manos el poder absoluto (por eso se les llamaba absolutistas)”.
“Un efecto inevitable de la división de poderes es que cada uno de ellos genere, difunda y promueva ideas diferentes y, para avanzar y poder gobernar eficientemente, tendrán que ponerse de acuerdo y coordinar esfuerzos. De ahí que en muchas ocasiones el Legislativo rechazará iniciativas del Ejecutivo o las aprobará con modificaciones, o el Judicial dará veredictos diferentes a los que hubieran esperado los otros. Esto es parte del gobierno democrático, no es nada raro ni nada malo. El sistema jurídico norteamericano muchas veces penaliza al Estado por millones de dólares en favor de ciudadanos, o el congreso de EEUU rechaza iniciativas de su Ejecutivo, y no por eso los presidentes norteamericanos tratan de eliminar o controlar los otros poderes”.
“Aunque formalmente se mantenga la existencia de los poderes Judicial y Legislativo, al descabezar los principales órganos del primero y al cerrar temporalmente (a través de cercos) el segundo cada vez que se desea que se apruebe una ley al gusto y antojo del Ejecutivo, lo que se está haciendo es eliminarlos en los hechos y, consecuentemente, el único que puede ejercer efectivamente el poder es el Ejecutivo. Ciertamente, si un partido político pudiera gobernar sin ningún límite, si pudiera llevar adelante cualquier iniciativa sin ningún control, porque tiene en sus manos los tres poderes, querría decir que esa democracia ya no es tal, y que se ha convertido en un absolutismo”.
Casi tres años después encontramos que lo escrito en el último párrafo, desde “ciertamente” hasta “absolutismo”, se ha cumplido a cabalidad en Bolivia, puesto que los poderes Legislativo y Judicial son controlados por el mismo grupo.
Para hablar con propiedad, se debe afirmar que lo que vivimos hoy los bolivianos no es una dictadura, puesto que Morales ha sido elegido por el voto de la gente. Pero con la misma propiedad digo que Evo Morales ingresó a Palacio Quemado por la democracia liberal, como presidente de una república, convirtiéndose, en cinco años de ejercicio autoritario del poder, en el monarca absolutista de un reinado plurinacional sin división de poderes, sin autonomías, sin garantías constitucionales y sin más freno que la voluntad del caudillo dirigente.

martes, 6 de marzo de 2012

si no asume "la responsabilidad de Estado" el régimen de EM verá perecer los cambios que ha pretendido realizar porque son las organizaciones "sociales" que están cuestionando al Gobiierno (El día de SC)

El presidente Morales decía hace algunas semanas que la mejor salida para solucionar el conflicto de límites entre las comunidades de Potosí y Oruro, era dejar todo en manos de las autoridades locales para que ellos sean quienes apliquen sus propios métodos y códigos de justicia y apartar del problema a los gobernadores y otros mandos republicanos. Como se sabe, y pese a la buena voluntad que hubiera existido en la premisa presidencial, ha sido la violencia el método empleado para zanjar un trance que lleva siglos sin resolverse.

La semana pasada, la confrontación se apoderó de las comunidades de Coroma y Rodeo, con un saldo de 28 heridos, algunos de ellos de gravedad producto del enfrentamiento con explosiones de dinamita. Este conflicto, originado en el control de un sector de producción de quinua y recursos minerales, ha estado latente desde los tiempos de la Colonia, pero ha cobrado vigencia en los últimos años, como consecuencia de la efervescencia política generalizada en el país y que ha arrojado cifras récords en la actividad conflictiva.

El peligro no solo radica en que los enfrentamientos entre campesinos potosinos y orureños están a un paso de repetirse, ya que el diálogo parece muy difícil de instalar en la zona, sino que este tipo de eventos pueden reproducirse en otras partes del territorio, donde también existen pugnas limítrofes. Además de los recientes conflictos que enfrentan a tarijeños y chuquisaqueños o a benianos y cochabambinos por el parque Isiboro Sécure, hay decenas de casos sin resolver, producto de la superposición de jurisdicciones generada por la descontrolada explosión municipal.

El Gobierno ha actuado con cautela, ha evitado la militarización de la zona de conflicto para evitar más provocación y por lo menos, ha logrado, gracias a la intervención de una ministra, que los mallkus de ambos bandos enfrentados, se den la mano (algo que jamás había sucedido) y entreguen a los rehenes que mantenían cautivos. El diálogo no ha prosperado, porque curiosamente, los comunarios de Coroma, exigen previamente una Ley de Límites aprobada por la Asamblea Legislativa, lo que indica que pese a todos los sistemas institucionales y normativos ancestrales, los propios habitantes de esas lejanas tierras altiplánicas, están demandando una acción institucional enmarcada en el sistema legal republicano.

La revalorización de la justicia comunitaria y las formas de organización ancestrales preexistentes en Bolivia, no debe llevarnos a la presunción de que el Estado y sus normas deben quedar al margen de algunos sectores, que den lugar al florecimiento de una suerte de zonas de exclusión. La meta del Estado  debe ser convertir en ciudadanos plenos a todos los hijos de esta tierra, sin distinción.

Estamos viviendo un proceso político que suponen transformaciones esenciales y lo lógico es suponer que aquello implique más justicia, más equidad y mejores condiciones de vida para todos. Una de las premisas fundamentales debe ser conducir estos cambios en un ambiente pacífico, de respeto a las leyes y el imperio del Estado de Derecho. Eso también supone el fortalecimiento del Estado como regulador de las relaciones humanas en todos los sitios bajo la soberanía nacional.

Uno de los principales problemas de Bolivia ha sido precisamente la ausencia de Estado en muchas partes del territorio nacional y el deber del “proceso de cambio” es precisamente remediar ese déficit. “Sacar los pies del plato”, ya sea por cuestiones políticas o por cualquier otro motivo, nunca será la mejor salida para construir una sociedad moderna, libre de las tribalizaciones que han estado acechando últimamente.
El peligro no solo radica en que los enfrentamientos entre campesinos están a un paso de repetirse, , sino que este tipo de eventos pueden reproducirse en otras partes del territorio.

domingo, 4 de marzo de 2012

Alvaro Riveros previene que "cualquier semejanza con la realidad, será pura coincidencia" cuando explica sobre el fanatismo político que nos ha sumido en esta situación

En una sociedad gobernada por regímenes totalitarios y dictatoriales existe un común denominador entre las personas y/o individuos que apoyan dichos gobiernos, el cual se caracteriza por una forma exacerbada, desmedida y tenaz de adhesión hacia la causa que defienden, llegándose ésta a tornar, en muchos casos, en indiscriminada y violenta. Elementos que por su incondicionalidad y obsecuencia son catalogados de fanáticos.
El fanatismo supera la racionalidad y el fanático puede llegar a extremos peligrosos, como eliminar a rivales o encarcelarlos, con el propósito de imponer sus ideas o creencias consideradas inapelables, para el grupo que apoyan. El primer paso para formar un fanático consiste en la supresión de la conciencia individual o la del yo, mediante la adicción a las drogas, el alcohol u otros. Luego, acentuando el sentimiento de pertenencia a lo otro, se procede a su adhesión incondicional a sectas y facciones totalitarias, políticas o religiosas, entregándolo a un grupo de personas posesivas y hábilmente zalameras.
El fanático cree poseer la verdad de manera tajante. Afirma tener todas las respuestas y, en consecuencia, no precisa buscar a través del cuestionamiento de las propias ideas lo que representa la crítica de su prójimo; como el fanático religioso que cree que sus creencias son las únicas válidas y persigue y castiga a aquellos que no creen lo mismo o, aquellas personas inseguras que tratan de expresar una especie de compensación frente a un sentimiento de inferioridad.
He querido acudir a este prólogo, pues hasta ahora no me explico cómo y porqué algunos países latinoamericanos, donde fuimos encasilladlos arbitrariamente los bolivianos, han decidido abrazar férreamente la doctrina castro-comunista, donde el mesías es Lenin, Stalin, el Che o Fidel; y/o con países que profesan la versión radical del Islam como “la religión del amor” donde el terrorismo y los asesinatos de quienes se atreven a desafiar la ignominia son moneda corriente. ¿Cuál es la condición que impone al ser humano comportarse peor que una bestia? La única respuesta que encontré es que esa condición se llama fanatismo.
Con el mono mayor postrado en un quirófano cubano, llorando y rogando ante una enorme efigie de Cristo que pendía del vehículo que lo transportaba a la antesala de la muerte, suplica a Dios que le dé una mano; a José Gregorio Hernández; a la Virgen de Chiquinquirá y a todos esos santos de los cuales se burlaba y él mismo ayudó y ordenó decapitar. ¿Dónde están los lemas de patria o muerte? ¿Dónde quedaron sus impostaciones contra el Papa y los curas? O parafraseando a Manrique: ¿Qué se hizo el rey Don Juan? Los infantes de Aragón ¿Qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán?
Como fruto de esa amarga aventura que tantos miles de millones le costaron a las arcas venezolanas hoy quedan tiradas en el basurero de la historia esas entelequias que a nombre del Libertador fueron creadas y sólo podían caber en la mente desequilibrada de un fanático, ficciones cuya similitud con la realidad es una mera coincidencia.

viernes, 2 de marzo de 2012

Emilio Martínez expresa un velado temor de ser manipulado por el MAS el tema de "la pena de muerte" que podría darle el poder sobre la vida y la muerte de los ciudadanos bolivianos

La epidemia de homicidios en El Alto detonó unamultitudinaria protesta ciudadana, evidentemente legítima, toda vez que el Estado Plurinacional no está cumpliendo con su obligación de garantizar la seguridad ciudadana.
Sin embargo, el clima pasional se ha vuelto terreno fértil para la demagogia de algunos dirigentes cercanos al partido de gobierno, que esgrimen la propuesta de la pena de muerte como supuesta panacea contra la criminalidad.
Nada más lejos de la realidad, ya que la experiencia mundial indica que la sanción extrema no hace disminuir los índices de delincuencia, cosa que sí logran las estrategias de “tolerancia cero” aplicadas por cuerpos policiales modernos y sistemas judiciales de acción rápida y transparente.
En el contexto actual, existe el alto riesgo de que la propuesta de la pena de muerte sea utilizada como espejismo o distractivo por un gobierno que no ha sabido gestionar políticas de seguridad medianamente eficientes.
El tema nunca ha sido prioridad para la administración de Evo Morales, más preocupada de instrumentalizar a las fuerzas policiales como guardia antimotines para reprimir protestas sociales, o de neutralizarlas para que no obstaculicen la expansión cocalera.
Como muestra de la poca y ninguna seriedad con que el presidente ha manejado el asunto, basta con recordar sus declaraciones en la Cumbre de Seguridad Ciudadana realizada el año pasado, cuando atribuyó la creciente criminalidad a las telenovelas, sin dedicarle una sola frase al narcotráfico, considerado por los expertos en la materia como uno de los principales factores en la intensificación del delito.
La fuga del sicario del Comando Vermelho, Marcos André Magalhaes, quien escapó de sus escoltas policiales tras invitarles a almorzar cuando se dirigía a su audiencia cautelar, da cuenta del verdadero problema: la obsolesencia y falta de capacitación del cuerpo encargado de darle seguridad a los bolivianos.
Junto a esto, deberían promoverse cambios legislativos que eliminen la denominada “puerta giratoria” en las prisiones, que permite la reiterada excarcelación de los reincidentes.
Lo otro es demagogia y quizás algo peor, porque, ¿cuáles serían las consecuencias de darle al Estado conducido por un régimen de maneras autoritarias el poder de decidir sobre la vida y la muerte de los ciudadanos?

jueves, 1 de marzo de 2012

Los Tiempos con suaves maneras impulsa a ver en el mejoramiento de las relaciones Bolivia USA, un intento de beneficiar a los colectivos de ambos estados, disimula el mal gusto, la testadurez de SEEM en menospreciar el importantísimo aporte de nuestro vecino del Norte en la marcha y orientación de las actividades oficiales

La visita del secretario adjunto de Estado de Estados Unidos puede ser el eslabón que faltaba para que las relaciones entre Bolivia y la primera potencia mundial ingresen en una dinámica constructiva y de mutuo beneficio.
Por lo que se ha declarado hasta la fecha, se puede inferir que la iniciativa está, principalmente, en nuestro país. No hay que olvidar que fue el Gobierno el que impulsó una política de confrontación con EEUU y las principales autoridades, incluso en contradicción con la política adoptada en el Ministerio de Relaciones Exteriores, no han perdido oportunidad de fustigar a esa nación con o sin argumentos válidos para el efecto. De hecho, que el Gobierno acepte que la agencia estadounidense Usaid mantenga su presencia en el país es un duro mentís a un dignatario que no hace mucho la acusaba de ser la organizadora de toda oposición en contra del Gobierno.
Desde un enfoque pragmático, esta normalización de relaciones —que, corresponde aclarar, aún está en proceso— puede ser ventajosa para el país a partir del reconocimiento de que para su buen desenvolvimiento es fundamental el mutuo respeto. Hay un amplio espacio de colaboración, particularmente en el campo económico, que bien se puede aprovechar siempre y cuando haya la suficiente madurez para subordinar las afinidades y las divergencias político-ideológicas de los eventuales conductores de ambos Estados, en aras del bien mayor y común. De un lado, temas como la apertura de los mercados del norte otorgando facilidades arancelarias, la lucha contra el narcotráfico, el apoyo en proyectos de salud, educación y desarrollo, y un largo etcétera, pueden recibir un impulso importante. Del otro, esta normalización le significa a EEUU no perder presencia en un país de la América del Sur, seguir un proceso de inclusión política sin mayores precedentes y demostrar que hay cambios significativos en su política hacia la región que permite convivir con gobiernos no afines.
Sin embargo, no está todo dicho. Por ejemplo, hasta ahora no se han pronunciado sobre el tema actores importantes del Gobierno y que han cuestionado en forma recurrente todo acercamiento hacia EEUU, incluso poniendo afanosamente obstáculos a iniciativas de la Cancillería en este sentido. Por lo demás, parece que son reales las diferentes percepciones que tienen respecto al país del norte representantes del movimiento indígenas del país (de tierras altas y bajas) y las que expresan sectores medios radicalizados. Los primeros, más abiertos a entablar lazos con quien tenga capacidad de generar espacios de mutuo respeto y diálogo; los segundos, más sectarios, que privilegian lo ideológico por sobre cualquier otro tipo de interés.
En ese contexto, con la visita del funcionario estadounidense puede consolidarse un proceso de reaprendizaje de unas relaciones que son importantes y que se deben desarrollar a través de nuevos actores y en nuevos escenarios. Es de esperar, por ello, que se esté a la altura del desafío teniendo como norte fundamental que sean sus respectivos pueblos los que se beneficien de esa relación.
(Editorial del diario cochabambino Los Tiempos sobre el acuerdo firmado por Bolivia con los EEUU)