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lunes, 5 de diciembre de 2016

resulta ahora que Humberto Vacaflor había tenido razón, "Bolivia es un estado semifallido, mantiene soberanía y gobierno formal" aunque funciona por inercia, en desconfianza e inseguridad. el último episodio con LaMia resume las fallas institucionales y se muestra ante el mundo, como esto semifallido, en el que nadie puede confiar, porque aquí "nadie sabe nada...nadie conoce nada". El Deber de SC

La tragedia aérea del vuelo 2933 de LaMia está desatando en Bolivia una crisis de institucionalidad que se suma a otras del reciente pasado, tales como el Tipnis y Chaparina, cooperativas mineras, conflictos regionales diversos, actual crisis del agua, etc. Esta vez existe una diferencia cualitativa: la fragilidad institucional asume una dimensión externa que proyecta una mala imagen del país en el exterior.

El tema de los estados fallidos ya lo conocemos. Más problemático y menos comprendido es el caso de estados semifallidos, aquellos que mantienen soberanía y gobiernos formales pero fallan en lo que hace al dominio territorial o en el manejo de sus instituciones. Un Estado semifallido funciona por inercia, la población vive con sensaciones de desconfianza e inseguridad, en simultáneo con la hostilidad abierta de varios grupos internos que realizan bloqueos, marchas, huelgas, etc. En esa condición semifallida conviven el crimen organizado y la corrupción.

En un estado de esa naturaleza la gente procura incluso tomar la ley por sus propias manos ante la ineficiencia del sistema establecido. El Estado semifallido es incapaz de cumplir con roles básicos del estado tales como mantener el orden interno, asegurar libre circulación, garantizar nutrición infantil, disponer de escuelas aptas en todos los niveles, de hospitales y salud pública, brindar seguridad ciudadana, e impedir la presencia recurrente de brotes de violencia o grupos delincuenciales conectados con el contrabando y tráfico de estupefacientes. Bolivia lamentablemente se encuentra en ese campo. Lo real es lo real.

La crisis institucional del Estado semifallido afecta los propios fundamentos de una -de suyo- frágil institucionalidad. No en vano se dice que la fortaleza de un estado radica en sus instituciones. Si estas son débiles, el Estado también lo será. La secuencia de hechos que culminó en la tragedia de Medellín resume parte de las fallas institucionales que tiene Bolivia y que ahora se destacan mundialmente. Por otro lado, “desconocer” a LaMia para luego verificar que directivos, ejecutivos y tripulantes de esa oscura aerolínea eran de conocimiento pleno de los gobernantes ha producido justificados revuelos. El Gobierno del MAS no percibe aún que en esta era cibernética todo se averigua. El poder de las redes sociales va más allá de excusas oficialistas banales donde el “no sabía, no conocía nada”, ya se han hecho costumbre. La institucionalidad del país está en juego y la seriedad de quienes nos gobiernan también.

sábado, 3 de diciembre de 2016

padre Roberto, un gran abrazo. me sumo al homenaje de Lupe Cajías, a un sacerdote heroico, oblato de M.I. valiente, apostólico, le ha puesto su alma, vida y corazón para que Pio XII no muera en Siglo XX. sin su aporte no habría emisora católica. sacrificado siempre soporta lo inhóspito del clima montañoso, persevera allí donde pasé 5 años de mi existencia.

Roberto Durette, una vida de lucha


Hay periodistas que luchan un día y son valiosos; hay otros que luchan de vez en cuando y aportan mucho; algunos dedican trabajo y vida cotidiana a la defensa de la libertad. Solo un puñado sacrifica su oportunidad sobre esta tierra para entregarla a los desheredados, a los más pobres entre los pobres, a los paisajes más tristes y más inhóspitos. Ni su patria original ni su familia, ni su salud los aleja del compromiso.

Ahí está Roberto Durette, a quien los círculos citadinos ignoran. Sin embargo, él es el mejor de todos con medio siglo dedicado a los mineros y a los indígenas del histórico núcleo Catavi-Siglo XX-Llallagua, provincia Bustillos (Potosí).

Nacido en 1935 en Estados Unidos, segundo de una familia de ocho hijos, sintió el llamado del Señor en el colegio y se ordenó de Oblatos María Inmaculada en 1960. Dos años después llegó a Catavi, cuando ya los sacerdotes estaban involucrados en las luchas sociales. Seguir de cerca la agonía y muerte de decenas de enfermos de silicosis que escupían los pulmones en el hospital de la Corporación Minera de Bolivia marcó para siempre su adhesión a los proletarios.

Después de un par de años en Cochabamba volvió a Llallagua en los críticos momentos de la dictadura de René Barrientos, ya vinculado a Radio Pío XII junto al padre Gustavo. Después de la movilización proletaria de 1975, los militares ocuparon la zona y cerraron la emisora creada en 1959. Algunos curas opinaban que era mejor cerrarla y otros la defendían por ser su obra más importante; fue Roberto el que se ofreció para dirigirla en medio de la represión.

‘La Pío’ estuvo en los momentos más significativos tanto de las batallas mineras como las de los campesinos de los combativos ayllus aimaras. Roberto apoyó la difusión y la denuncia de los atropellos contra el pueblo y por ello padeció sucesivos cierres de la emisora, y hasta la destrucción de los transmisores.

A fines de 1977 fueron los oblatos del campamento los que alentaron a las mujeres para el inicio de la histórica huelga de hambre para recuperar la democracia y Gustavo se encargó de la logística. La radio fue la última en ser callada después de una semana de resistencia al golpe de 1980. Se quedó junto a los pocos obreros que dejó la relocalización y en la democracia mantuvo su voz alternativa.

Fumador empedernido, octogenario, sigue alentando la prensa al servicio del ‘bien común’, de la fraternidad, del Evangelio vivo