No importa si el fraude es una realidad y si el que se piensa podría acontecer en diciembre se consuma. Lo que interesa es que Evo se muestre ante el mundo como el gobernante indio (sin serlo) más popular del Continente, (algunos torpes lo han comparado con Mandela)
Cruda nuestra realidad. Qué importa que la pobreza se incremente, que la gente no tenga trabajo, que los precios de la canasta familiar aumenten periódicamente, por anotar algunos aspectos no menores y, otros, como por ejemplo, la falta de inversión extranjera, el incremento del narcotráfico, la institucionalización del fraude electoral y de la corrupción, si frente a aquellos, tienen mayor relevancia aspectos de corte político donde importa más el show mediático y las acciones de hecho frente a la ley y a la salud de la democracia.
Cercar el Congreso, amenazar con hacerlo e incluso, anunciar su cierre, no son más que tramoyas dirigidas a configurar un cuadro de situación falso e irreal. Lo cierto es que al Gobierno le da pánico se encare una auditoría al Registro Civil de las personas y al Padrón Electoral existente en la base de datos de la CNE. Ese el tema de fondo. No la perorata de que los derechistas, neoliberales y racistas estén en desacuerdo con la realización de las elecciones de diciembre. Nada más simulado y vano. Por eso Evo se declara en huelga de hambre, para dar un golpe mediático frente al verdadero meollo del problema, al tema de fondo, que no es otro que la indubitable existencia de irregularidades en el registro de personas que permitieron que ¡haya fraude!. Eso lo saben los chicos del MAS, porque se sospecha que ganaron con fraude, porque se dejaron pillar y porque más de un estudio serio así lo ha acreditado.
Por tanto, resulta cómodo hacer huelga de hambre en instalaciones de un confortable ambiente de Palacio de Gobierno buscando la solidaridad de miles de ciudadanos que lamentablemente son desinformados por los operadores gubernamentales, con el objetivo claro de pintar un cuadro de situación en el que los malos de la película, los abominables, los que no merecen ser bolivianos y menos masistas, son aquellos que piden elecciones limpias y transparentes. Sí Señor, elecciones limpias y transparentes es lo que debería haber en diciembre y en cancha, los contendientes, someterse al voto del detentador de la soberanía, con reglas claras, sin ventaja ni chanchullo, sin chantajes burdos y baratos y sin parodias melodramáticas al estilo de las telenovelas venezolanas.
En los hechos, el asunto no pasa porque Evo deje de comer unos días —los que hemos hecho huelga de hambre sabemos lo duro de la medida cuando se la cumple conscientemente y bajo principios sólidos—, sino porque los actores de este desastre, creyentes o no, acongojados por la pasión, muerte y resurrección de Cristo, recapaciten hasta el extremo de darse cuenta que están ¡asesinando la democracia! Por favor, el país tiene innumerables problemas para que Evo haga huelga por su reelección. ¡Qué vergüenza!
Mírelo así: lo importante a la luz de la debacle que estamos espectando, es alcanzar objetivos de orden político a fin de generar una perpetuidad en el poder maniatando derechos constitucionales, pisoteando principios de convivencia humana imprescriptibles y, aunque no lo crea, violando la actual CPE, la que fue urdida entre el ala occidental de Podemos y el MAS, a costa de cercos y asesinato. Así de sencillo. ¿A qué precio? (no me refiero al monetario) no lo sabemos, sí, que el gobierno se benefició con el voto de la oposición en el fugaz e ilegal Congreso Constituyente para aprobar un texto que ha dado curso a que los ciudadanos indígena originario campesinos no estén sometidos a criterios condicionales de densidad poblacional, límites departamentales ni continuidad geográfica, y a que se les garantice en la elección de asambleístas, la participación proporcional en la Asamblea, todo ello, con el propósito de controlarla. Los opositores ahora reclaman cuando en octubre pasado votaron por el Sí y cuando como consecuencia de esa acción, hemos ingresado al callejón más oprobioso que la historia democrática boliviana haya conocido. En esa misma lógica, movimientos sociales que se dicen afines al gobierno, han asumido sin ningún tipo de freno legal la costumbre de amenazar con acciones de hecho conculcando derechos civiles y mostrando una faceta de servilismo reprochable. No importa si el fraude es una realidad y si el que se piensa podría acontecer en diciembre se consuma. Lo que interesa es que Evo se muestre ante el mundo como el gobernante indio (sin serlo) más popular del Continente, (algunos torpes lo han comparado con Mandela) y que la inversión económica de Chávez en Bolivia tenga frutos con el control del país en la visión retrógrada que representa el socialismo del siglo XXI.
Por tanto, hágase o no huelga de hambre, determínese el cierre del Congreso y la consecuente eliminación del primer Órgano del Estado Plurinacional o incluso, acúsese a quien pide transparencia electoral de ser Traidor a la Patria, el gobierno y los muchachos del MAS temen una auditoria al Padrón Electoral y al Registro Civil y temen más, porque saben que con aquella, ¡pueden perder en diciembre!
Al fin y al cabo, en un país donde impera el gobierno del hombre y no el de la ley, el jodido es el pueblo.