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lunes, 11 de agosto de 2008

La división (de Bolivia) ratificada editorializa Los Tiempos

Según los escrutinios preliminares del referendo de la víspera, tanto el presidente Evo Morales como los prefectos de la media luna ampliada resultaron fortalecidos, circunstancia que a su vez mantiene dividido al país entre un 40 por ciento del territorio que apoya al gobierno del Movimiento al Socialismo, y un 60 que persigue las autonomías regionales como alternativa a su ejecutoria. Es lo que indicaron las cifras registradas en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, por un lado, y Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Chuquisaca, por el otro, donde la población se congregó en bulliciosos festejos de lo suyo al difundirse los sondeos en bocas de urna por parte de las cadenas televisivas. La consulta revocó a los prefectos paceño, cochabambino y orureño, este último de las filas oficialistas, mientras que los del resto de los departamentos, superaron la votación con la que habían sido elegidos, al igual que el primer mandatario. Este escenario permitió a numerosos analistas considerar que para el gobierno, los guarismos significaron un triunfo y una derrota al mismo tiempo, por cuanto si bien el Presidente incrementó su ascendiente en el occidente y el centro del país, los prefectos del oriente y sur lograron lo propio, ratificándose así la polarización. El Prefecto de La Paz admitió su revocación atribuyéndola a una conjura gubernamental contra su gestión, en tanto que su par de Cochabamba sostuvo que no dejará el cargo y continuará más bien con su cruzada judicial en resguardo de la Constitución y la democracia. Por su parte, los ratificados dieron señales claras de su decisión de profundizar de hoy en adelante la aplicación de los estatutos autonómicos antes aprobados en sus distritos, a contramano del centralismo, la confrontación y hasta la dictadura que al menos en palabras de quien lidera de hecho al sector, fueron endilgados al régimen masista. Finalmente, el Presidente convocó a sus adversarios, a sus parciales, ministros y al pueblo boliviano en general, a unirse para consolidar lo que llama revolución democrática y cultural, juntando dijo el proyecto de carta fundamental de factura oficial con los estatutos autonómicos, cuestión en la que radica, precisamente, el gran e irresuelto diferendo nacional. En el contexto, la confusión que soporta el grueso de la sociedad civil, con las consiguientes inseguridad e incertidumbre de cara al futuro, continúa invariable más allá de su participación en un acto de renovación de su fe democrática aplaudido por propios y extraños como fue el de ayer a lo largo y ancho de nuestra geografía, excepción hecha de incidentes menores.