Mauricio Aira
Todo empieza con un mayor control de la inmigración. No estamos refiriéndonos tan solo al control de aeropuertos, sino de toda vía de entrada al país. Luego la coordinación de la Interpol con similares de los vecinos especialmente Perú y Brasil por donde ingresan los más avezados delincuentes. Que sus servicios de inteligencia realicen a como dé lugar un seguimiento de los ya prontuariados, de los que están en libertad condicional y de los sospechosos de crímenes y delitos mayores. No es suficiente que los “viajeros” por llamarlos de alguna manera tengan documento de identidad. Será necesario reconfirmar esos papeles habida cuenta de las falsificaciones realizadas en la misma policía, con la cooperación de agentes o suplantando identidades.
Luego está el control estricto de hoteles, alojamientos, tambos y todo sitio de hospedaje. El registro tiene que ser realizado por personas que tengan alguna idea de cómo detectar a los malhechores. Que recuerde nunca la policía turística instruyó a los recepcionistas de hospedajes sobre la forma de inscribir a los pasajeros. Habida cuenta que son tres los países de origen Perú, Brasil, Colombia de la mayor parte de los delincuentes, poner énfasis en el manejo de la información de inteligencia de los sospechosos. Redoblar el control de los reos de las cárceles del eje central, puesto que desde esos puntos se organizan robos, asaltos, crímenes, secuestros, etc., al costo de sacrificar personal de otros sectores de la policía.
Sin embargo de la propuesta líneas arriba hará falta organizar a los vecinos en Comités de Barrio, modo que funcionó muy bien en varias ciudades que confrontaron el mismo problema del aumento de la delincuencia urbana, con incumbencia sobre los sitios de reunión, bares, cantinas, karaokes, donde necesariamente van a dar los malhechores para planear sus maldades, escoger a sus víctimas y repartir el fruto de sus fechorías. Al principio estos comités de ciudadanos voluntarios tendrán demasiado que hacer en establecer formas y estrategias de control, hasta adquirir rutinas y roles según se vaya anotando lo mayormente efectivo. Recuerdo que en Buenos Aires, los comités funcionaban en pequeños grupos que hacían rondas a diversas horas, especialmente en horarios picos de concentración humana. Con ayuda de choferes, mozos de servicio, porteros y dueños de negocios descubrían a los vagabundos y mal entretenidos y procedían a ficharlos. El contacto con la policía de cercanía obraba lo demás. De este método surgió la detención de tal cantidad de ladrones, ociosos y vagos que libraron a la ciudadanía de daños mayores.
El servicio de taxis jugará rol importante, al convertirse en gremio organizado contra el crimen. Sin dejar de ser “profesión libre” tendrá que existir un registro completo de conductores, debidamente documentados que garanticen la seguridad y eficiencia del servicio. En Cochabamba por ejemplo ya existe entre los usuarios la selección de la empresa de radio-taxi más confiable. Imposible tomar al vuelo un transporte cualquiera que previamente no haya sido acordado por la familia. Porqué no recomendar a la ciudadanía que adopte la misma norma. Para los casos de urgencia no es posible escoger, pero sí es dable exigir la identificación plena del conductor que debería exhibir en sitio visible su identificación. En Suecia resulta imposible no ver esta medida de seguridad con credencial entregada por la empresa a la que pertenece el vehículo, así sea de la propiedad individual del conductor.
Regresamos al punto de partida. Los permisos de conducir son cosa seria no pueden otorgarse al primero que los solicita. Las exigencias de edad adecuada, identificación plena, preparación teórica y práctica permiten contar con choferes calificados, así los delitos de extorsión, secuestro, robo y abusos deshonestos se minimizan, aunque no dejan de haber.
La ciudadanía está ahíta de hacer algo para evitar casos como el que afectó al Gobernador Costas que salvó la vida milagrosamente por cuestión de centímetros del proyectil que no penetró el cerebro. Igual fortuna no tuvieron los cientos de víctimas que han caído por obra de una ola criminal que tiene que ser frenada en seco en base a ciudadanos más alertas, más prevenidos y mejor organizados para resistir el crimen. La cumbre por la seguridad ciudadana tiene que tomar en cuenta algunas de estas ideas.
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