Caricatura de un proceso
penal
Mauricio Aira
Más de 3 años han pasado desde que se dio la orden de
matar a Eduardo Rozsa Flores en el Hotel Las Américas de la ciudad de Santa
Cruz. Lo que parecía que iba a resultar en un rápido proceso judicial ha
devenido en el más prolongado, más injusto, más caro (económicamente claro
está), complejo e intrincado asunto judicial, que está derivando en una
caricatura de juicio que afecta a las familias de 39 implicados, muchos de
ellos fuera de Bolivia, otros más detenidos en las cárceles del Eje Central.
Que después de tanto tiempo no exista una sola sentencia condenatoria es
muestra de lo caótico del caso.
Por la connotación que ha adquirido este proceso se
está convirtiendo en un referente negativo para la judicatura nacional y un
pésimo precedente de la politización del tema siendo lo más notable la
destitución del fiscal Marcelo Soza que se había convertido en el acusador
principal, en un funcionario “todopoderoso” con atribuciones extraordinarias
capaz de disponer de la libertad de las personas bajo la acusación más baladí
tanto que sobre Soza pesan hoy serios cargos de ser un extorsionador que se
locupletó a expensas de las víctimas involucradas en lo que se conoce como Caso
Terrorismo Uno.
Hasta la fecha al menos 6 libros han sido publicados y
realizadas varias encuestas sobre si existe confianza en la forma en que se
está investigando el caso con el claro resultado de no existir fe en el poder
judicial. Se realiza la investigación sin interferencias políticas, con apego a
las reglas de la justicia? La respuesta ha sido contundente. Existe
interferencia del Poder Ejecutivo con prescindencia del órgano judicial, a
pesar de la enorme carga acusatoria puesta por el Ministerio Público para sacar
adelante el juicio y producir sentencias condenatorias hasta la fecha no
existen evidencias objetivas y contundentes.
La población cruceña está resultando la más afectada
por el caso Terrorismo Uno, por cuanto los inculpados pertenecen a grupos
identificados como empresarios, políticos, dirigentes de instituciones cívicas.
El escenario del juicio es hoy Santa Cruz, aunque bajo la batuta del Juez Sixto
Fernández del Tribunal de Justicia de La Paz, quién preside un juicio oral que
acusa visos de prolongarse en forma indefinida.
Lo más notable es que el crimen mismo, o sea el
asesinato de tres ciudadanos no bolivianos aquel 16 de abril de 2009, no está
focalizado en el juicio, las incidencias se refieren a los antecedentes, en un
plano muy politizado donde la verdad no aparece con nitidez, se advierte un
encubrimiento bien planificado y mejor ejecutado con el “implante de pruebas
periciales” y la desaparición de testigos claves que la defensa de los 39 no
consigue ofrecer testimonios.
Por la dignidad de la Justicia, por el prestigio del
Estado, es tiempo de poner fin al melodrama que se vive con el caso Terrorismo
Uno. No es adecuado prolongar en forma indefinida la pesadumbre y la tristeza
que aflige a tantas familias bolivianas. Es tiempo de hacer brillar la Justicia
y liquidar un proceso que sólo se ha convertido en un hazmerreír, un show que
ciertamente no es ningún entretenimiento ni diversión. (Del autor: además de
los 6 libros de autores nacionales, al menos 62 diferentes medios del mundo
entero se han referido al caso Terrorismo desde 2009 a la fecha)
Facebook. Mauricio Aira
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