CON LOS DADOS CARGADOS
Karen Arauz
A la carga se lanzaron el Presidente, el Vice y el
gabinete ministerial en pleno, flanqueados en masa por toda la administración
del gobierno a la campaña por el SI. Los dados, cargados, están rodando. No es
un secreto -ni hay manera de soslayar- la absoluta desigualdad que enfrenta la
ciudadanía que NO quiere el asalto a la Constitución mediante la reforma de un
artículo, que derive en la re-re-re elección de los actuales mandatarios.
Porque si bien el final de este intento recién se verá en las efectivas
elecciones de 2019, el masismo de ganar el referendo de febrero, tendrá la
oportunidad por cuatro años de continuar usufructuando de los fondos y bienes del
Estado -por ende de todos- en esta perenne campaña demagógica, populista, abusiva
e inmoral. Por los próximos cuatro meses, nadie se ocupará de lo que de verdad
importa. Las poleras, los viajes, las bandas, las dádivas y el abuso
indiscriminado de los medios de comunicación en la patológica misión de no dar
el más mínimo chance a la autodeterminación de los NO, amenaza con poner a todo
el país en criminal pausa.
Si la asimetría estuviera basada en debates o aunque
fuera, en una aproximación responsable a una conciliación de modo que sean los bolivianos
los que en plena libertad se expresen, otra sería la historia. Pero estamos
viviendo una época en la que son las lacras morales las que marcan, -siempre en
su beneficio- las normas y las leyes por donde con toda la intimidación que
conlleva esta apropiación obscena de todos los poderes del Estado, intimida a
las personas. La imposición de las pautas que esgrime el oficialismo como
aberrante "clamor popular" está dejando sin alternativas a la ciudadanía
para quienes la democracia es un valor y un derecho conquistado como su opción
de vivir en libertad.
El oficialismo no tiene límites en su ambición de perpetuarse.
Hasta ahora, ha sido muy efectivo sobre todo a la hora de imponerse por encima
de sus mismas disposiciones con dudosa legalidad. A estas horas, el segundo
aguinaldo que imponen, está causando gran inquietud entre las empresas que no
son parte del supuesto crecimiento de más de 4.5%. La posibilidad de que esta
imposición ocasione quiebras, cierres y despidos, le tiene al gobierno, muy sin
cuidado. Mientras sea gente que se vea obligada a retribuir semejante
generosidad sin futuro, -como acostumbra con plata ajena-, son votos, con olor
a prebenda, pero votos al fin. Este modo irresponsable de administrar al Estado,
es lo que está cargando la tinta de la destrucción de empleo y masiva migración
a la informalidad.
La extraordinaria bonanza de precios internacionales
de la década que está terminando y que Morales tuvo la suerte que sucediera en
sus sucesivos tres períodos, está empezando a minar el blindaje que los
ingentes ingresos le dieron al país. Una ilusión óptica de que estábamos bien
plantados ante la adversidad económica mundial que ya llegó. Pero comprar inmortalidad -intuimos- hace
traspasar fronteras y amerita una cuidadosa organización interna que por
supuesto, ni acepta ni respeta límites.
China, acaba de concesionar un crédito a Bolivia,
por siete mil millones de dólares. El gobierno masista no entiende por qué los
que optan por desafiar a sus designios de aceptar y callar, no están dando
volteos de satisfacción. Ya los especialistas se están ocupando de argumentar el
por qué. Pero es fácil imaginar que si en vez de ese crédito que involucra a
varias generaciones por venir, fuesen inversiones en desarrollo productivo,
todos estaríamos bailando. Al igual de lo que le sucede con su primera tarjeta
de crédito a un adolescente, el descubrimiento posterior de que los créditos no
son magia y que hay que pagarlos, es el primer shock de realidad. Pero éste no
es un gobierno adolescente. Simplemente es irresponsable y por último, por
ahora, hace lo que le da la gana.
Está fresca la inauguración de un aeropuerto en el
trópico de Cochabamba, zona que le da a
Bolivia el deshonroso segundo lugar en la fabricación de cocaína del
mundo. Gracias a la acción depredadora
de sus grandes bosques por parte de los cocaleros, el Chapare ya ni siquiera es
un destino turístico importante. En cuanto a producciones alternativas, -perdón
la incredulidad-, no me imagino un avión Hércules transportando toneladas de
bananas a la Argentina. El Sillar se seguirá derrumbando cada época de lluvias.
¿Serán eventuales puentes aéreos la motivación que tuvieron para tan millonaria
construcción, pero tan sin sentido? Y por supuesto, el avión de jeque que usa
el ex humilde cocalero para deslumbrar a sus huestes, hoy encumbrado como rey chiquito, tendrá el
marco apropiado para ser apoteósicamente recibido por los veinte mil habitantes
del sector.
Mientras tanto, los ultrajados mediáticamente como
viles traidores, aquellos que votarán por el NO, seguirán aguzando el ingenio
por la necesidad de ser voz y hacerse oír.
Y todos sabemos que la necesidad tiene cara de hereje.
Karen Arauz
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