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viernes, 2 de marzo de 2007

Tras las lluvias, la tormenta política

Porqué será que los bolivianos jamás podemos entrar de acuerdo. Siempre nos separan las rencillas, el interés partidario, la susceptibilidad y el celo político. Veamos el caso de las terribles crecidas de agua que han provocado cerca de 40 muertos, la pérdida de muchos miles de ganado bovino, sembradíos de soya, la destrucción de caminos y de viviendas y que ha dejado a miles de bolivianos sin techo, sin ropa, sin muebles ni alimentos... y sin embargo de todo ello, la susceptibilidad reinante impide acometer un trabajo conjunto de auxilio y reconstrucción. La ayuda está llegando en cantidades apreciables, pero... mientras el Gobierno se empeña en administrar los recursos a su manera, los empresarios y los prefectos de las zonas afectadas se quedan que se les está dejando al margen, que se está discriminando.
Ya nos ocurrió algo parecido en catástrofes anteriores, la más referente, el terremoto de Mizque y Aiquile donde la ayuda se desvió y fue a parar a depósitos privados, hubo ratería y pillaje a nombre de los damnificados. Se hace bien en evitar la repetición de los robos, pero se hace mal en retener los auxilios y por resquemor a lo que pueda pasar, se deja la distribución en manos de los militantes del MAS (el partido de Gobierno).
Lo más sabio, lo más aconsejable resultaría hacer participar en las tareas de administrar esta ayuda a la Iglesia, (organizaciones religiosas) y a las Fuerzas Armadas con la supervisión de los más ancianos de la Comunidad.
Por una vez, pongámonos de acuerdo y procedamos sin egoísmo. Los afectados por la catástrofe lo están pidiendo a gritos. No escuchar sus pedidos puede resultar injusto y peligroso!

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