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martes, 30 de junio de 2009

no es cuestión de condenar "el golpe" se trata de ser consecuente y no permitir el "manoseo de la democracia" nos tienen emborrachados con mentiras!

Repetir que debemos defender la democracia, es afirmar una convicción de vida. Al final de cuentas toda mi juventud me la pasé en esa tarea. Arrancarle a la dictadura militar las libertades de la democracia y restablecer el Estado de Derecho, fue un duro camino, en el que como muchos, apostamos, sin dudar un minuto, todos los días. Así que no existan incertidumbres acerca de nuestra fe en la democracia.

Pero defender la democracia no es lo mismo que manosearla, que usarla como la arcilla para moldearla a nuestro gusto y sabor. En nombre de la democracia se han cometido muchas barbaridades. La que ahora está de moda es esa democracia que repite gobiernos indefinidamente y que encubre el rostro de políticos autoritarios, voto por medio, en consultas o referéndums que cambian constituciones con ese solo objetivo.

Esta línea de acción tiene origen cubano, donde las elecciones que se repiten hace 50 años, siempre escogen al mismo señor Castro, luego de transcurrido el tiempo y analizado el tema, el mismo Castro, (cuenta el señor Chávez), le aconsejó que optara por el camino de la consulta popular controlada para que nadie ponga en duda su legitimidad. Consultas amañadas, resultados con más del 60 por ciento que tapen la boca al concierto internacional y luego cambios maquillados para quedarse en el poder, porque el pueblo así lo quiere. Tiene su encanto. Parten del voto en las urnas y luego establecen, como ley, el sello que le da Poder al caudillo.

En esta acción política no falta la deslegitimación de la oposición, mediante el uso de juicios, que son instrumentados desde el férreo control, que se ejerce en el órgano de poder judicial. En Cuba y Venezuela manda la voluntad del dictador que se renueva cada tiempo con el voto. No quede duda. El pueblo vota, pero lo hace con una sola opción y en su voto le va la vida, es decir, el empleo, el cupo de comida y la tranquilidad familiar. Así que esa democracia no se discute.

Lo discutible es la doble moral de quienes invocan ahora respeto a la democracia. Por ejemplo, el señor Chávez que fue golpista con un gobierno constitucional ahora se araña la cara ante los golpistas y les llama gorilas ¿qué era él cuando golpeó?. El señor Daniel Ortega fue guerrillero y sabe lo que es conspirar y desatar la violencia en nombre del pueblo, ¿qué defiende ahora?. El señor Raúl Castro es un digno sucesor de su hermano Fidel, tiene al pueblo cubano amordazado, ¿qué democracia invoca?. Y para acabar el señor Evo Morales sigue siendo un bloqueador de la democracia y conspirador a tiempo completo, ¿qué puede exigir de la democracia?

Por otra parte, podemos percibir que la democracia norteamericana, comienza a sentir el mea culpa de sus apoyos a dictadorzuelos de los años: cincuenta, sesenta, setenta y ochenta. Y como parece no tiene otra cosa que sentirse culpable comienza a perder el sentido del equilibrio mirando su cola de paja que no ayuda a resolver la realidad política con la que se regodean los Castro, los Chávez, los Morales, los Correa, los Ortega y ahora los Zelaya.

Ese club del ALBA, es un acuerdo para el manoseo de la democracia, con rostro de voto y multitudes que gritan, por hambre, consignas que les enseñan. El gobierno del señor Obama parece querer desentenderse antes que comprometerse y nos dice lo mismo que Castro y Chávez: hay que defender la democracia. Como si el concepto estuviera en duda. Pero no explican algunos sucesos. Por ejemplo la ruptura de la democracia en Bolivia el año 2003. Entonces no hubo OEA, o NNUU ni ALBA para defender al gobierno constitucional que fue objeto de asonada, conspiración y sedición propiciada por los mismos actores que hoy día invocan respeto democrático.

En America, desde el sur de Miami, para abajo, la democracia se remoja en medio de una crisis económica y gritos de guerra que contienen todos los matices; desde pedidos para firmar Tratados de Libre Comercio, hasta autonomías indígenas que tienen derecho a decidir sobre los recursos naturales que contienen sus territorios. Todo cabe. Y nadie parece interesado en ordenar el rompecabezas que se viene armando, con piezas que no contienen el modelo.

Lo sucedido en Honduras deviene de todo esto. Y la resolución de este asunto, traerá consecuencias. Si Zelaya es restituido, como parecen querer todos los cantos de sirena democráticos que se oyen, como ecos repetidos sin saber de donde vienen y adonde van, luego vendrá una ola de gobiernos reelegidos indefinidamente, en nombre de la democracia. Castro y su corte socialista impulsaran procesos que endurecerán las políticas socialistas e indigenistas, al menos en Bolivia y Ecuador, para dar el salto al Perú que ya está siendo asediado.

Así que este asunto hondureño deja de ser un tema nacional, para convertirse en un asunto internacional por sus repercusiones. Y me hace gracia la manera simplista con la que algunos políticos bolivianos vienen declarando su adhesión democrática a Zelaya sin reparar en los efectos multiplicadores que se tendrán de ser repuesto como Presidente.

En Honduras hubo un largo debate para considerar las reformas constitucionales y dentro de ellas el tema de la reelección presidencial y en todo ese proceso se le advirtió al Presidente Zelaya que no había consenso para dar tal paso. Pero no hizo caso, siguió con el asunto hasta generar la crisis actual. Y lo que al menos a mí me queda claro, es que en Honduras hay un Poder Judicial, una Corte Suprema que se hace respetar y define la constitucionalidad o no de las acciones del poder Ejecutivo y también hay unas Fuerzas Armadas que tienen clara su misión de velar por la integridad de su pueblo.

Ambos han sido respaldados por el propio Congreso hondureño que le ha dicho no a las pretensiones prorroguistas. Entonces cabe preguntarse: ¿quien defendió la democracia?, ¿aquel que buscó la reelección o aquellos que le pusieron freno a sus ambiciones? (De Dante Pino en Hoy Bolivia)

No se trata de gritar ¡golpe! Sin tener conocimiento de la realidad, como no se gritó ¡sedición y golpe! En octubre de 2003 en Bolivia. Son acontecimientos que definen situaciones concretas y no pueden resumirse en calificativos que no tienen en cuenta los hechos como son.