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sábado, 4 de julio de 2009

la dignidad está en tener trabajo, en producir, en generar bienes, porque "la dignidad" no se puede comer. Marcelo Varnoux Garay en L.T.

El presidente del “Estado plurinacional” (ex República de Bolivia) piensa que es posible “comer dignidad”. ¿Tal vez con arroz y papas fritas?, ¿con ensalada de lechuga, tomate y un buen bistec asado?, ¿con sultana y un mendrugo de pan, como es usual entre sus bases más leales cuyo nivel de vida no ha mejorado un milímetro desde 2006?, ¿de repente con chuño, charque y ají?
En fin, esta historia viene a propósito de los disparates que el Primer Mandatario se lanza cada vez que las cosas no le salen como “él quiere”. Hemos perdido para siempre, forever, las preferencias arancelarias con Estados Unidos de Norteamérica (ATPDEA), pero claro, la “dignidad” no tiene precio, nos estamos “dignificando” desde hace tres años. “Sólo son 25 millones de dólares” los que se pierden, según cálculos de Evo Morales, que además de ser un dato absolutamente inexacto, constituye una verdadera ofensa a la gente que vivía de exportar chamarras, pantalones, joyas, artesanías, chompas de alpaca, etc. Porque con ese dinero la gente puede “comer”, alcanzar un mejor nivel de vida, enviar a sus hijos a la escuela y no a las calles para que vendan “mentitas”.


Pero claro, la “dignificación” del país no tiene precio y el imperio es nomás el imperio; odia a Evo Morales, “conspira para derrocarlo”, como si nuestro Presidente indígena fuera un objetivo estratégico de la política exterior norteamericana.


Naturalmente, esto de la “dignidad” no alcanza para explicar muchas cosas “indignas” que están ocurriendo al amparo de la “revolución democrática y cultural”. Nos hemos “dignificado”, pero la nacionalización de los hidrocarburos sólo había servido para que unos cuantos vivos se entreguen al latrocinio, o para que las transnacionales se vayan con las alforjas bien repletas de dinero pagado por la tan publicitada medida.


Nos hemos “dignificado”, pero estamos perdiendo mercado para nuestro gas por la incompetencia de los responsables del área y gracias a Chávez, el mentor de Evo, que en la cuestión de sus intereses le importa un carajo la suerte de su “indio” preferido.

Somos demasiado “dignos”, y por eso producimos coca y cocaína en cantidades industriales, sin “miedo” y con la frente en alto.


Somos tan, pero tan dignos en estos tiempos de cambio, que nuestra política exterior se guía por el buen o mal humor de Evo Morales, por sus fobias, antipatías o simpatías personales, nunca por el interés del país. Se ha “dignificado” tanto el país que el Gobierno del “cambio” no tiene ningún problema en demeritar a toda una región y sus representantes, con adjetivos que van desde “oligarcas”, hasta “terroristas y separatistas”.


Si nos guiáramos por el criterio del Presidente del manido “Estado plurinacional”, la “dignidad” podría ser parte del PIB y, de la noche a la mañana, pasaríamos a la categoría de país “desarrollado”. Porque somos tan, pero tan dignos, que el resto de los temas que hacen al interés colectivo son moco de pavo para el Gobierno de la “revolución democrática y cultural”.


¿La pobreza?, ¿cuál?, diría nuestro esclarecido Primer Mandatario, si tenemos harta dignidad y con eso nuestros problemas de fondo se han resuelto; 25 ó 2.000 millones de dólares son nada en relación con el proceso de “dignificación” al que nos ha conducido el oficialismo. Tan dignos, que nos damos el lujo de prescindir de instituciones que deben resguardar nuestros derechos y garantías constitucionales, como el Tribunal Constitucional; tan dignos, pero tan dignos, que… etc., etc.

El autor es politólogo y catedrático
marcevxg@yahoo.es