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miércoles, 23 de septiembre de 2009

graves denuncias y evidencias de torturas se han comprobado en Bolivia como violación a los DDHH plenamente corroborados


La Tortura y el abuso del poder

Mauricio Aira

Una y otra vez en pleno ejercicio de la Democracia, las víctimas han denunciado que fueron objeto de tortura, malos tratos, abuso de poder entre ellas una mujer policía que fue ultrajada por sus captores de la UTARC cuando la detuvieron y trasladaron de Cobija a La Paz en septiembre de 2008. Otros torturados antes, durante y después de ser raptados en Santa Cruz y llevados a La Paz, y el último Nelson Vaca que denunció haber sido torturado por varias horas dentro del vehículo en que fue conducido a Santa Cruz. De no ser varios y graves los casos de tortura a manos de la policía del Presidente Morales, no habríamos necesitado detener la marcha y formulado nuestra protesta. (La Masacre del Hotel…autor Emilio Martínez, pág. 29, 30, 31)

Bolivia es uno de los signatarios de la declaración. La Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes que fue adoptada por Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1984, allí definió como tortura “todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero, información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido o de intimimar o coaccionar a esa persona o a otras”. En la declaración se puso de manifiesto que la tortura está ligada a las esferas del poder y tiene como finalidad obtener información o castigar física y moralmente.

A poco de ser aprobada por la Asamblea General la mayoría de las naciones allí representadas, entre ellas el Gobierno de Bolivia lo suscribió en señal de aceptación plena tomando en cuenta que la tortura formó parte de la historia de la humanidad. Algunos citan a Aristóteles que consideraba la misma una de las cinco pruebas en los procesos legales y si bien Cicerón y Séneca la condenaron, la tortura figuró en su legislación para someter, doblegar y obtener confesión o delación de una persona aplicada por quienes detentaron el poder.

Proclamada la declaración del Hombre y del Ciudadano después de la Revolución Francesa en 1789, los europeos habían creído que la tortura había sido abolida finalmente, aunque las dos guerras mundiales y la de Argelia y la de Vietnam e Irak las utilizaron brutalmente o en forma sofisticada. Más cerca de nosotros en Uruguay, Chile y Argentina los regímenes militares la usaron para combatir la rebelión que se levantó en demanda de Justicia Social. Llamó la atención que tales democracias con más de cien años de historia y no obstante haber suscrito declaraciones previas a la Convención en contra de la tortura, la hubiesen puesto en práctica aplicando la nefasta Doctrina de Seguridad Nacional y de la Contrainsurgencia, creando el “Terrorismo de Estado” como la forma de mantenerse en el poder e imponer un modelo económico de “capitalismo salvaje” como llamó al fenómeno el Papa Juan Pablo II.

Lo evidente es que se dio el caso de miles de torturados, de detenidos desaparecidos en América del Sur, miles de asesinados y la dispersión de latinoamericanos por el mundo entero, siendo el más típico caso de una diáspora moderna la del pueblo de Chile que salió de su patria durante la dictadura de Augusto Pinochet, para evitar la tortura, la privación de libertad o la muerte, por la violencia ejercida desde el poder, sin tener en cuenta el gravísimo daño a la salud mental.

Eduardo Galeano que no es santo de mi devoción ha tenido una actitud firme “creemos que es urgente denunciar que mienten quienes dicen que la tortura ampara a la población civil” y añadió que “la máquina de picar carne humana no actúa para poner a los inocentes a salvo de las amenazas que los acechan, sino al revés: la tortura amenaza a los inocentes, porque en cualquier momento puede convertirlos en culpables mediante sus feroces tratamientos. No sirve para proteger a la población, sino para aterrorizarla. No sirve para arrancar información, sino que se aplica para evitar rebeldías, castigar herejías, humillar dignidades y sembrar el miedo”, es decir Galeano a quién el régimen del MAS tiene en alta estima, les aporrea duramente en materia de tener la tortura como método de amedrentamiento.

Las agresiones cometidas por el Movimiento Al Socialismo en uso del poder cubren a esta altura un amplio rango, desde los ajusticiamientos, torturas, detenciones sin figura de juicio, hasta la utilización de mensajes “cercos y tomas de objetivos como El Congreso, Santa Cruz, etc., “con códigos o amenazas para forzar cambios de conducta entre los ciudadanos, en lo que Marianne Juhler ha denominado “la tortura convertida en una pedagogía del terror”