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lunes, 4 de enero de 2010

El cuento del tio de la industrialización de la coca. El anuncio evista de la "Coca-Colla" es distractivo e intranscendente. 3 décadas de vigencia...


A otro tío con ese cuento. Lo de la industrialización lleva decenios en la teoría. Más concretamente recuerdo uno de mis primeros viajes al Chapare, en Villa Tunari el alcalde era un suboficial del ejército puesto ahí por Bánzer, sostuvimos largas conversaciones también en Cochabamba que visitaba a menudo. El burgomaestre estaba convencido que de la coca se podría fabricar dentífrico, pomadas para el cutis, aparte de los usos culinarios y otros medicinales y no se cuántas ideas más. Esto ocurrió en la década de los 70, el suboficial enviaba sendos oficios a todas partes, a las embajadas, a los organismos internacionales, tratando de contagiar su entusiasmo y sus ideas y no obtenía respuesta y si por cortesía llegaba alguna incluía evasivas y es que la coca, además del acullico no sirve para nada más, ah! sí, para que los brujos yatiris (sacerdotes pachamamistas le llaman algunos) vean la suerte, se la lean a quién cree que las hojas le marcarán su destino (un enjambre de ignorantes o de fanáticos que no tienen otra cosa en qué creer. En otra etapa de mi existencia, cuando llegué por enésima vez a Cochabamba poco después de la guerra del agua, recuperé una vieja amistad la de Fernando Alberto Menéndez, presidente del directorio del Gran Hotel Cochabamba entonces en franca disputa por su derecho propietario con uno de los hermanos Mendizábal quién me refirió lo siguiente.
Durante muchos años he sido el único empresario boliviano que vendía, exportaba más propiamente, hojas de coca a la empresa estadounidense Coca Cola, que la venía utilizando como uno de los ingredientes del refresco conocido en el mundo entero merced a los grandes capitales invertidos en ellas y al extraordinario item para su publicidad, uno de los mayores del mundo comercial.
Cucho Alborta que además jugaba al tennis con bastante éxito, y era un árbitro de la elegancia, me contó que varias veces tuvo ocasión de visitar las instalaciones de Coca Cola en los EEUU y que mantenía la mejor relación con la firma, porque cumplía religiosamente sus compromisos comerciales.
Como es fácil de colegir, me interesé mucho en la historia, quize conocer mil detalles como a cuánto ascendía el monto de las exportaciones! No lo vas a creer, me respondió nunca pasaron de las 30 toneladas anuales de hojas de coca que eran más que suficientes para sus necesidades. Nada más? pregunté con cierta decepción. Sí, corroboró mi interlocutor, de ésta cantidad anual extraían la substancia para repartirla por el mundo entero, entiendo que pocos gramos servían para enormes cantidades del popular refresco, hasta que…Justamente corté: “hasta cuándo duró la exportación?”, relativamente pocos años, porque encontró la firma un sustituto químico de las hojas de coca que les resultaba más práctico, más efectivo y no sé si más económico, pero en todo caso menos complicado para seguir fabricando la bebida gaseosa.
Entonces querido Cucho, la leyenda de ser Coca Cola gran consumir de hojas de coca no ha pasado de éso, de una leyenda. Claro que sí, confirmó Alborta Menéndez, como otras muchas que inventan los cocaleros para sustentar su negocio de la cocaína.
La anécdota viene muy a propósito del anuncio realizado por Evo Morales, quién como Jefe de Estado debería abstenerse de hacer anuncios sensacionalistas y triunfalista al dar como un hecho el lanzamiento mundial de su “coca-colla”, ni siquiera tienen la iniciativa de cambiarle de nombre, faltos de imaginación.
El anuncio tiene una clara motivación política, para justificar el aumento de plantaciones de coca, evitar controles internacionales como la que ejercía la DEA a nombre del entorno de naciones que están verdaderamente interesadas en la restricción del consumo de la cocaína, como droga maldita que envía a la muerte, a los hospitales y a la desesperación a miles de víctimas diariamente no sólo de Europa y/o los EEUU, sino de la propia Bolivia y de nuestros vecinos que publican incesantemente noticias de los estragos que produce el consumo de cocaína.
Los teóricos de la legalización de las drogas que tienen muchísimo dinero y grandes recursos humanos para torcer o al menos intentarlo la voluntad de los pueblos como Suecia que está decidido a continuar con su política restrictiva y de severo control del narcotráfico, están moviéndose en éste plan de la legalización de las plantaciones que según los entendidos supera las 55 mil hectáreas de terreno en Yungas, Chapare, Totora, al interior de las reservas forestales y parques nacionales, cometiendo un crimen de lesa humanidad de la cual nunca hablan ni Evo ni Alvarito, como si la hoja de coca y la cocaína hicieran daño sólo a sus consumidores blanco (es decir kàras) o a los oligarcas, a los ricos, a los imperialistas.
Finalmente. No existe estudio científico serio, definitivo, que provenga de alguna Universidad calificada que muestre lo inofensiva que podría ser la hoja de coca. Venezuela y Bolivia, es decir con plata de la primera, han realizado y lo están haciendo, esfuerzos por convencernos de la bondad de la hoja. Cuba no lo hará definitivamente, porque “la inteligencia de Fidel” ha comprendido hace mucho tiempo que no se puede jugar con ésto de las drogas. Es uno de los méritos del viejo líder su intransigencia a involucrarse en ninguna acción que tenga que ver con el narcotráfico. De modo que Evo, sus 6 federaciones de cocaleros y sus “proyectos industriales” se quedan ahí en un mero intento fallido y chuto de hacer avances. Van cinco años de gobierno y hasta ahora no han mostrado un sólo proyecto cocalero que sea respetable, de modo que el cuento de la “coca-colla” no pasará de tal por los siglos de los siglos.