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viernes, 22 de enero de 2010

fanatismo alimentado por la ignorancia puede conducir de la egolatria al fetichismo y la barbarie

Nace el nuevo fundamentalismo
Editorial

Lo que se vio ayer en Tiwanaku, con esa mezcla de misticismo, religiosidad y folclore, ha sido la consagración de Evo Morales como la máxima autoridad espiritual de Bolivia, frente al que ningún otro mando “terrenal” –religioso o político-, puede invocarse.
Evo Morales ha sido investido de un poder que proviene de una supuesta divinidad, de la Pachamama y de las culturas milenarias, que está por encima de las leyes de las sociedades democráticas. El Primer Mandatario fue sometido a una serie de procesos ceremoniales de dudosa procedencia, para dotarlo de sabiduría, liberarlo de contaminación y elevarlo a otra dimensión, con el objetivo de consagrarlo como un ser infalible, atemporal y portador de verdades universalmente válidas. Ayer se llegó a hablar incluso del nacimiento de un nuevo paradigma mundial en Bolivia.
Lució una túnica blanca, similar al alba que usan los sacerdotes católicos, con dos columnas laterales que se veían como las estolas de los curas. Ese gorro se parece al que usaban los jesuitas que llegaron con los conquistadores. Para qué desperdiciar toda una iconografía con la que fueron evangelizados todos los que estaban ayer en Tiwanaku, saludando al nuevo sumo sacerdote, que propone volver a los tiempos en los que el Papa resumía al mismo tiempo los poderes temporal y el espiritual. Al menos en Irán, el fundamentalismo teocrático que gobierna el país tiene dos órdenes y el presidente tiene por encima un consejo de “sabios” que puede llegar a vetar sus acciones.
A falta de Biblia o Corán, el nuevo fundamentalismo imperante ya tiene su doctrina y su credo. Se trata del culto a la naturaleza, que por cierto, está muy de moda en el mundo y que vende muy bien, tal como se ha podido comprobar con la producción hollywoodense “Avatar”, que tanto le gustó a Evo Morales. El dogma de fe fue expresado ayer poniendo por delante a la diosa Pachamama o Madre Tierra, cuyos derechos, según el presidente, estarán por encima de los derechos humanos (salvo cuando esté de por medio PDVSA, como lo saben muy bien los indígenas del norte de La Paz).
Y el credo del Gobierno seguirá siendo nomás, el que ha impuesto “el Papa” del Socialismo del Siglo XXI, Hugo Chávez, que enarbola a los cuatro vientos la guerra contra el Capitalismo, a pesar de que este sistema económico es el que le da sustento. Evo Morales también propuso ayer, como lo ha hecho en numerosas ocasiones, acabar con el sistema capitalista, al que considera su enemigo y el principal destructor de la naturaleza. Detrás de esto existen también muchas incoherencias irrebatibles de las que mucho se ha hablado ya.
Es verdad que lo de ayer parece ser simplemente una ceremonia folclórica o una gigantesca demostración de la egolatría de la que ha hecho gala el presidente en estos últimos cuatro años. Pero se equivoca el que se quede sólo en estas lecturas. El MAS tiene un apetito insaciable por el poder y sus ideólogos no dudarán en aprovecharse de la inmensa riqueza cultural de Bolivia para montar un régimen plagado de misticismos, de gran aceptación en este país de religiosidad carnavalesca, pero absolutamente terrenal y profano cuando se trata de gobernar.Evo Morales ya no es más presidente, es el pontífice que está por encima de las leyes democráticas y que tiene sus propios dogmas. (Editorial de El Día de SC)