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sábado, 23 de octubre de 2010

acertado adjetivo de LT para juzgar el cambio "iluminismo puritano" que pronto pasará a la historia sin jamás ponerse en práctica por el rechazo.

Una serie de noticias han dado durante los últimos días más indicios de lo que en términos concretos significa el componente “cultural” de la “revolución democrática y cultural” en curso.

Una de ellas es la relativa a la visita que hizo ministra de Culturas, Zulma Yugar, a la República Islámica de Irán. Allá fue invitada por el ministro de Cultura y Guía Islámica, Seyyed Mohamamad Hoseini, “con miras a firmar convenios de intercambio cultural” y así marcar un nuevo hito en el proceso de “integración cultural” iniciado hace ya casi cinco años.

Pocos días después, en lo que según el Vicepresidente fue sólo una “iniciativa personal”, uno de los más influyentes dirigentes del partido oficialista, el senador Isaac Ávalos, informó que está ya muy avanzada la elaboración de una ley para “eliminar las telenovelas y los anuncios publicitarios sensuales” y “para limitar que las hermosas chicas que tenemos muestren todo en las propagandas y en los shows”.

Que tal anuncio haya coincidido con otro sobre la intención de vetar la lectura libre de ciertos libros mientras algunos “agentes del cambio” hablan de la necesidad de “normar” la difusión en el exterior de películas que “hacen quedar mal” a la cultura de nuestro país tiene todo el aspecto de algo más que una casualidad.

Y son tantos los motivos que dan pie a tal sospecha que las palabras del Vicepresidente no son suficientes para despejarla. Mucho menos si lo hace anunciando la inauguración de un tiempo de “iluminismo”, término que no puede dejar de recordar que su seudónimo es “Qhananchiri”, que en aymara significa “el que ilumina”.

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