Mauricio Aira
Se debe al esfuerzo y la dedicación durante varios años de Alberto Asbún la inventariación de los palestinos que llegaron a Bolivia e hicieron de ésta su segunda Patria o su patria de adopción habiéndose asentado en las grandes ciudades, en ciertas capitales de provincia y hasta en los centros mineros de aquellos años en que se produjo su llegada portando un pasaporte de Turquía por lo que se los conoce o conocía con el denominativo de “los turcos”.
A diferencia de otros grupos de inmigrantes que llegaron a Bolivia para hacer fortunas y luego se marcharon de regreso a sus naciones de origen los árabes que llegaron a Bolivia se establecieron de forma definitiva, fundaron familia al principio con consortes de la misma procedencia y algo más tarde con damas y jóvenes de la sociedad boliviana, entroncándose a la Nación y procreando numerosa descendencia afincada definitivamente y entregáronse a tareas diversas especialmente en las áreas del comercio, la producción agrícola, la construcción y la prestación de servicios. De tal manera se integraron a las comunidades que cuando sonaron los clarines llamando a defender la tricolor, muchos árabes o hijos de éstos se presentaron a los cuarteles y marcharon con profunda unción a defender a Bolivia en la Guerra del Chaco del 1932 al 35. Varios de ellos ofrendaron sus vidas en aras de su nueva Patria, otros fueron prisioneros de los paraguayos por largos periodos y pudieron retornar cuando se firmó el armisticio.
La Migración Árabe y su Descendencia constituye una joya documental que no debería faltar en ningún hogar especialmente de palestinos, libaneses, sirios, jordanos y unos pocos egipcios como lo atestigua el autor Asbún en las 500 páginas de su libro primorosamente estampado en cuero de gran tamaño 32x21cm que exhibe documentos, fotografías y el árbol genealógico de incontables familias, aunque el autor nos previene que no asume responsabilidad legal porque ha sido su trabajo voluntario y de aficionado que lo llevó a recopilar lugares, nombres de personas y tribus de tal modo que uno no termina de admirar la obra de Asbún notable en todos los sentidos.
El aporte árabe a la sociedad nos ha ofrecido un presidente Pereda Asbún, un vicepresidente y líder obrero Lechín Oquendo, políticos, militares, policías, empresarios, diplomáticos que le dieron prestigio y brillo a la Nación. Profesionales y profesores universitarios cuya mención ocuparía mucho espacio, sin embargo algunos apellidos tenemos que incluir en esta crónica a propósito de las declaraciones que se están sucediendo en pro de la creación del Estado Palestino, como una sentida necesidad de Justicia y reparación histórica consecuente al nacimiento de Israel (1948) y la dispersión a que se sometió a los palestinos debido especialmente a la presión de Inglaterra y EEUU. Respetando el orden alfabetico nombramos por grupos familiares Abdallah, Abdelnur, Abraham, Abuawad, Abudinen, Abugoch, Abujder, Abularach, Aburdene, Aded, Afcha, Agar, Alem, Ali, Aliss, Almeida, Alonso, Amado, Anás, Antonio, Arab, Arabe, Assad, Asbún, Ascimani, Asfura, Atala, Auad, Avichacra, Avivi, Baddour. Bakir, Bechara, Bendek, Bittar, Bolivar, Boudjema, Bulacia, Cassal, Cassab, Cecin, Chahin, Chain, Chajtur, Chamas, Chamón, Charafati, Chiade, Chiquiye, Dabdoub. Dabura, Dacaret, Daher, Dajbura o Dahbura, Darras, David, Dipp, Dueri, Eid, El Hage, Elías, Exeni, Facusse, Farjat, Frege, Gazaui, Giacoman, Habib, Handal, Hanna, Hanny, Heredia, Heresi, Hirmas.
Como puede apreciarse el aporte de los palestinos va desde los medios de comunicación, el deporte, la medicina, la hotelería, la industria, los negocios, el comercio hasta la política y los emprendimientos donde tenemos a palestinos que han sido pioneros en distintas actividades. Encomendamos a los estudiosos elaborar biografías tipo en las ramas más destacadas de la actividad humana de nuestro país siguiendo los apellidos que aquí les ofrecemos extraído de entre los más conocidos en nuestro medio y que incorporó a sus genealogías el ilustre Alberto Asbún, que talvez sin proponérselo nos ha brindado un material de primera, de incalculable valor histórico y testimonial. Vamos a completar con otros apellidos, cada uno de ellos vinculados a una actividad concreta y que abarcan un universo apreciable de bolivianos de bien, que tienen por origen Palestina, Líbano, Siria o Jordania. Homsi, Ismael, Israel, Issa, Jasir, Julio, Cassab, Jalil, James, Kattan, Kunkar, Kasab, Lechín, Majluf, Malky, Manzur, Mendoza (Salek), Miguel, Mitre, Mobarek, Moisés, Mustafá, Nacif, Naim, Nayr, Nmer, Nostas, Razuk, Satt, Saba, Sabag, Said.
Algunas familias llegaron desde sus orígenes via Chile, via Argentina y generalmente se asentaron en Oruro, que a principios del Siglo XX era el centro comercial e industrial más importante por el desarrollo de la minería a nivel continental. Sin embargo los árabes tuvieron la visión providencial de repartirse por toda la inmensa geografía boliviana, así los tenemos en Villazón, como en Cobija, en Vallegrande, como en Llallagua en Puerto Suarez como en Charaña, llegaron, produjeron y poblaron por doquier. Su aporte es entonces, enorme y fértil. Completamos nuestra reseña con otros nombres que lo dicen todo Salame, Seleme, Salomón, Salvador, Samur, Salaues, Selún, Simón, Taja, Talamás, Telchi, Tobías, Yamal, Yapur, Zimeri, Zeitún, Zarzar, Yureidini. A los que la Patria les está agradecida. Ellos, y/o sus descendientes nutrieron las filas del trabajo creativo, de las ricas iniciativas, casi todos llegaron en estado de pobreza, más con el esfuerzo personal, la constancia y la superación amasaron fortunas para legar a sus herederos la riqueza que es fruto del aporte, del sudor convertido en minas, fábricas, talleres, empresas de todo tipo, aulas de estudio, y aporte a las instituciones como las Fuerzas Armadas, las Universidades, la diferentes Cámaras gremiales en las que continúan adelante.
De tal manera que cuando el Estado apoya ante las Naciones Unidas, la creación del Estado soberano e independiente de Palestina, se está procediendo en Justicia, en público y definitivo reconocimiento al aporte de las comunidades que desde finales de los 1.800 hasta nuestros días en Brasil, como en Argentina, en Ecuador como en Chile o Bolivia se acogieron a la política de “puertas abiertas” que instauraron los países mencionados y otros más que sin duda se sumarán a la iniciativa.
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