Mauricio Aira
¡Gracias Dios Mío! Repitió una y otra vez el paciente de un cáncer inmisericorde que avanza sin detenerse y amenaza destruir todo su organismo muy rápidamente. “Ahora en este nuevo momento de dificultades, confesó en La Habana, desde que Fidel Castro en persona vino a anunciarme la dura noticia del hallazgo cancerígeno comencé a pedirle a mi Señor Jesús , al Dios de mis Padres diría Simón Bolívar, al manto de la Virgen, diría mi madre Elena…para que me concedieran la posibilidad de hablarles, no desde otro sendero abismal, no desde una oscura caverna de una noche sin estrellas, desde este camino empinado por donde siento que voy saliendo ya de otro abismo. Ahora quería hablarles con el sol del amanecer que siento me ilumina. Creo que lo hemos logrado. ¡Gracias, Dios mío!
Frases por cierto conmovedoras por venir de un hombre que alguno comparó con el Rey Midas que todo lo que tocaba se transformaba en oro, pero al revés, quién todo lo que toca termina por ser destruido. Para decirlo en pocas líneas. El poder destructor de Chávez se caracteriza por su afán de imponer un sistema político económico que arrastró al fracaso y a la miseria según la historia. Su insistencia machacona de privilegiar lo político sobre la experiencia y la técnica de gestión. 12 años en el poder sin profesionalismo, sin normas gerenciales que no sean el sometimiento a su Ego. Sus críticos que están cercanos a la realidad ven una ausencia total de mantenimiento en sus obras y en los servicios y en las empresas estatales. La ausencia de inversiones en equipos y tecnología.
En Venezuela existen cementerios de empresas con los desechos destruidos de las mismas unidades estatales, como la Siderúrgica del Orinoco, o de las mejoradoras de petróleo crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco que espantaron a inversiones extranjeras. La mala administración, la ausencia de mantenimiento llevaron a estas unidades estatales a un severo deterioro. Nos basamos en datos de Reuters que citando a la Agencia Internacional de Energía reportó caídas de varios puntos en la producción de petróleo, 160 mil barriles diarios por debajo de lo normal. A los precios de hoy en día ello significa una caída de 11 millones de dólares diarios.
No nos estamos refiriendo hoy a los males colaterales que su ilimitado y hasta excesivo apoyo a gobiernos como el de Bolivia ha ofrecido a cambio de tenerlos alineados en sus propósitos hegemónicos y que tanto daño han provocado a la verdadera causa de la democracia.
De su confesión citada saltamos a otra igualmente impresionante ya en la Casa Amarilla de Caracas y desde su balcón favorito: “Me entregué a Dios” mostrando un crucifijo que levantó en alto con el brazo izquierdo, mostrando un cambio de actitud no obstante los enfrentamientos con la Iglesia Católica y los Evangélicos. Hugo Chávez reconoció que la batalla contra el cáncer no será fácil. Sus adversarios han criticado el uso político que el gobierno del coronel paracaidista está haciendo de la enfermedad del Presidente, como distracción, aseguran, ante los graves problemas que afronta Venezuela, Guillermo Aveledo de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) se ha pronunciado porque el retorno de Chávez sirva para resolver la grave crisis penitenciaria y de inseguridad, además de la aguda crisis eléctrica.
Le queda al enfermo acrecentar su Fe, luchar hasta el final a los suyos apoyarlo no sólo con recursos médicos sino también psicológicos y espirituales sin pensar tanto en el final del camino sino en cómo lo recorre arropado por mucho, incluso por los que no hemos aplaudido ni mostrado nuestro acuerdo con sus actitudes tan apartadas de la sana práctica democrática y de la convivencia pacífica, por cuanto hemos recibido un mandato “Amar al prójimo…también a los enemigos”
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