El Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP – SL), organización terrorista fundada en los años 60 por Abimael Guzmán Reynoso, responsable de centenares de secuestros y millares de muertes como consecuencia de agitaciones armadas, coches-bomba y otros, y autora de un sinnúmero de sabotajes, actos bélicos, insurgentes contra la democracia peruana durante los años 80, desarrolla actividades irregulares en el territorio de nuestro país. Así lo ha confirmado el Ministerio de Gobierno, después de la aprehensión de cuatro miembros de esta temible organización en la ciudad de El Alto.
Si bien la noticia es alarmante —la presencia de terroristas en un Estado libre como es el nuestro debería inquietar a gobernantes y gobernados—, no debería asombrarnos la aparición de un grupo de esta calaña en el país. El incremento del tráfico de drogas desde o a través de Bolivia trae consigo una serie de secuelas (violencia, atracos, muerte y otros) y con ello viene acompañada, de manera inseparable, la participación de personas peligrosas. Delincuentes, carteles de narcotraficantes, organizaciones criminales y ahora, como si no fuese suficiente, Sendero Luminoso.
La captura de estos individuos tiene como origen el arresto, en junio del presente año, de Ulser Pillpa Paitán, también senderista, conocido como el Camarada Jhony, quien junto con sus hermanos, camuflados detrás de uniformes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), pretendía transportar 43 kilogramos de cocaína desde la localidad de Pelechuco hasta la República del Perú. Este antecedente, sumado a la última detención, permite suponer que Sendero Luminoso ha encontrado en el territorio nacional fuentes de ingresos, vinculados a las drogas, a los asaltos y robos —probablemente a secuestros exprés—, para sustentar sus movimientos en el país vecino. Una veta de recursos para promover la anarquía, la violencia.
¿Quién más opera en nuestra tierra? ¿El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)? ¿La Coordinadora Continental Bolivariana, tal vez las Brigadas Rojas? ¿Otros? ¿Todos ellos? Quién sabe si el radio de expansión de que Bolivia es un país frágil, un país de fácil ingreso, de poco control, ha llegado a oídos de bandas internacionales. Si esto fuese así, que es muy factible, se avecinan tiempos de inseguridad en nuestro diario vivir. Más altos de los que hoy conocemos. Más grandes de lo que las fuerzas del orden puedan controlar.
La responsabilidad del Estado en esta materia es muy importante. Del Gobierno de turno dependen las políticas públicas de lucha contra el narcotráfico, de lucha contra la violencia y el terrorismo, del control en las fronteras y cuantos otros necesarios e imprescindibles. De ellos no se espera menos que la gestión se oriente a combatir estos males, a acabar con las desgracias que acechan la seguridad ciudadana.
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