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sábado, 2 de junio de 2012

Una estafa anunciada, titula LT subeditorialmente la confirmada denuncia de un fraude colosal contra el Estado.


Hace algunos meses, cuando se difundió un informe de la Fundación Milenio titulado “El estado de las empresas del Estado” en el que se analizaban las diferencias entre las expectativas con que se fundaron las empresas estatales y los resultados obtenidos, las autoridades gubernamentales reaccionaron de manera furibunda para descalificar el estudio y llegaron al extremo de amenazar con juicios por “falsedad” a sus autores.
Al referirse específicamente al caso de la empresa Papeles de Bolivia (Papelbol), la gerente general del Servicio de Desarrollo de Empresas Públicas Productivas (Sedem), si bien reconoció algunas deficiencias, les quitó toda importancia, aseguró que éstas serían prontamente resueltas y que la planta estaría en funcionamiento en el transcurso del presente año.
Muy pocos meses han sido suficientes para que la verdad se imponga por su propio peso y ya se sabe que Papelbol no es nada más que una estafa que le costó al erario nacional más de 160 millones de bolivianos.
Que ésa y no otra es la realidad, ya se sabía. Es más, desde que el proyecto fue hecho público, hace más de cinco años, y antes de que se erogue un solo centavo en él, se hicieron muchas advertencias sobre la enorme magnitud del engaño que ya se veía venir.
Como en otros casos, tales opiniones fueron descalificadas y sus autores vituperados.
Ahora que ya no hay lugar a dudas sobre el caso Papelbol, sólo cabe esperar que los autores de la estafa, sus cómplices y encubridores, sean debidamente identificados y sancionados. Y, lo que es más importante, que todos los casos similares, que no son pocos, dejen de ser encubiertos.

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