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miércoles, 23 de enero de 2013

sereno el análisis del discurso por Los Tiempos. trató del pasado y del futuro, más de geopolítica subordinando otras categorías, se trató de evitar cualquier referencia a los 7 años de gobierno y que sus actos sean evaluados, tediosa repetición de cifras.


Los siete primeros años de la gestión gubernamental encabezada por Evo Morales y Álvaro García Linera, y los tres primeros años de vigencia del “Estado Plurinacional”, han sido conmemorados con una serie de actos por los militantes del Movimiento Al Socialismo y por quienes simpatizan con el “proceso de cambio”. Y por sexta vez consecutiva, desde que el 22 de enero de 2007 los dos primeros mandatarios rindieran por primera vez su informe a la nación sobre los resultados de su gestión, los actos conmemorativos han tenido en ambos mensajes su elemento más destacado.
Como ya es habitual dada la manera como se distribuyen los roles ambos mandatarios, el mensaje vicepresidencial ha tenido un tono más académico que informativo. A través de su exposición ha dado importantes indicios sobre los criterios teóricos que guían y guiarán los próximos pasos gubernamentales, y al hacerlo ha ratificado –aunque esta vez recurriendo al más ambiguo concepto de “topología”– que la geopolítica ha pasado a ocupar el lugar central de sus reflexiones teóricas y de sus acciones prácticas, como ya se pudo ver en una reciente publicación concebida para dar sustento doctrinario a la política estatal sobre la Amazonia y sus habitantes. El giro no es pequeño, pues es bien sabido que la geopolítica, por su propia naturaleza, subordina a otras categorías, como clase, etnia o nación, por ejemplo, en aras de una razón de Estado a la que debe subordinarse cualquier particularidad.
En lo que al mensaje presidencial corresponde, lo más notable es el esfuerzo hecho para desplazar el horizonte temporal tanto hacia el pasado como hacia el futuro, hacia puntos cada vez más lejanos, fuera del alcance de cualquier parámetro relacionado con el corto o incluso mediano plazo.  Hacia atrás, aunque siete años de Gobierno continuo no son pocos, ha optado por omitir cualquier referencia a ese lapso y ha insistido en poner al año 2005 como punto más cercano de referencia comparativa, como si su gestión gubernamental estuviera recién dando sus primeros pasos. Y hacia delante, ha puesto nada menos que en el año 2025 el próximo punto de referencia.
En ambos casos, resulta evidente la intención de evitar que los actos gubernamentales sean evaluados con criterios más inmediatos y, por consiguiente, más verificables.
A diferencia del mensaje del año pasado, esta vez ha brillado por su ausencia una mirada autocrítica, con alguna que otra excepción del todo insuficiente. Al contrario, el grueso del balance se concentró en la tediosa repetición de cifras a las que se pretendió dar la condición de palpables pruebas de una acertada gestión estatal de la economía, a pesar de que los datos expuestos no fueron nada más que una descripción de la manera como se distribuyen en las diferentes instancias del aparato estatal los recursos multiplicados durante los últimos años como efecto de los altos precios de las materias primas y no, como se sostiene, gracias a algún acierto gubernamental.
Así, atrapado entre un pasado y un futuro cada vez más remotos, lo que se extrañó en las dos vertientes de los mensajes gubernamentales fue un balance del reciente pasado, de su impacto en el presente y de su proyección hacia el inmediato porvenir.
Tres elementos cuya omisión es en sí misma elocuente.

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