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lunes, 20 de mayo de 2013

Los Tiempos se refiere al colapso económico de Venezuela. Patético. la economía ocupa el primer lugar se trata de desastre, tragedia, que pronuncia el Gobierno. 50% de inflación, déficit del 15%. hora de pagar el despilfarro.


Concluido el proceso electoral, y consolidado aunque muy frágilmente el nuevo Gobierno de Nicolás Maduro, Venezuela poco a poco va reuniendo el valor necesario para enfrentarse a su dura realidad. Ya las urgencias electorales no impiden que la economía ocupe el lugar que hasta hace poco estaba monopolizado por la política y, a medida que eso ocurre se va desvelando un panorama que había sido aún peor de lo que advertían las más pesimistas previsiones. Tanto es así, que términos como “colapso”, “desastre”, “tragedia”, que solían ser parte del vocabulario opositor, han comenzado a ser empleados nada menos que por los más altos miembros del flamante Gobierno para referirse al balance que arrojan 14 años de “Socialismo del siglo XXI”.
Las cifras que dan cuenta de la magnitud de la crisis venezolana son de lo más elocuentes. Más aún si se considera que se trata de datos oficiales, provenientes de organismos que durante los últimos años pusieron todo su esmero para maquillar las cifras de modo que siempre tuvieran una mejor apariencia que la realidad. Un desabastecimiento de productos básicos calculado en más del 50 por ciento, inflación que podría llegar al 50 por ciento  hasta fin de año, un déficit del sector público de 15 por ciento, reducción del PIB del 4 por ciento, entre muchos otros, son algunos de los indicadores que más allá de cualquier sesgo ideológico confirman con total objetividad que a Venezuela le ha llegado la hora de pagar las facturas de 14 años de despilfarro irresponsable.
Sin embargo, los datos del presente no son los peores. Mucho más dramática es la situación si se la proyecta al futuro inmediato, pues la caída de los precios del petróleo, tendencia que según todas las previsiones ha llegado para quedarse por un buen tiempo, hace temer que a Venezuela le esperan no sólo días, sino incluso años, de grandes penurias.
Por el momento, algún alivio logra el flamante Gobierno de Maduro mediante medidas de emergencia como la importación masiva de alimentos y artículos básicos, como papel higiénico o jabón, de países que, como Bolivia, todavía están dispuestos a hacerle llegar esos productos aún a costa de sus propias conveniencias en nombre de la solidaridad bolivariana. Es evidente, sin embargo, como se pudo ver en el caso del arroz boliviano, que tales gestos de desprendimiento tienen carácter más simbólico que real, pues no alcanzan para revertir la debacle de un sistema económico cuyo principal logro fue la destrucción del aparato productivo manufacturero y la multiplicación de la dependencia de la exportación de hidrocarburos.
En tales circunstancias, no es difícil prever, como de hecho ya lo hace el Gobierno de Nicolás Maduro, que la crisis económica no tardará en traducirse en una crisis política. Y si bien el mayor riesgo, –el colapso electoral del oficialismo– ya ha sido superado, aunque en medio de muchas dudas, nada impide suponer que los próximos meses serán de grandes dificultades para la estabilidad política venezolana.
Es de esperar que, ahora que todavía estamos a tiempo, tan penosa experiencia sea asimilada por nuestros gobernantes y por la sociedad boliviana en general, a fin de no cometer los mismos errores.

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