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martes, 13 de septiembre de 2016

Cayo Salinas remosa conceptos entre oposición y oficialismo entre medios y redes sociales. sus percepciones son próximas a la realidad e invitan por cierto a fijar tareas en ambos mandos...

De alguna manera el Gobierno las ha asociado como  raíz de la mayoría de los problemas a los que se ve obligado enfrentar. Existen, en todo caso,  contradicciones evidentes.
De inicio, la oposición era raquítica, intrascendente e incapaz de articularse en torno a conceptos, ideas e ideología frente a lo que los masistas denominan proceso de cambio, y que según palabras del vicepresidente AGL, no tiene “rival” ni “oposición” porque fue capaz de cumplir los objetivos trazados y proyectar otros nuevos de pleno consenso, frente a los cuales no hay otro proyecto diferente. Señaló en algún momento que la oposición en Bolivia no tiene ninguna propuesta ni idea de proyecto país y que el único que existe en la actualidad es el del denominado proceso de cambio que fue capaz de proyectar una revolución permanente. “El proceso de cambio es capaz de proyectar nuevos objetivos históricos convertidos ya en horizontes de nuestra época de pleno consenso social frente al cual no existe ningún otro proyecto de economía, ningún otro proyecto de Estado, ningún otro proyecto ni sociedad diferente”, dijo.
Pero bueno, las cosas fueron cambiando y no sé si es porque las revoluciones se agotan cuando cumplen su propósito como constantemente oímos de fuentes gubernamentales; porque la oposición supo de un tiempo a esta parte articular mejor su discurso y accionar un rol que la democracia reserva precisamente a fuerzas políticas opositoras de manera legítima y legal; o porque aquellos problemas a los que me refería y que el Gobierno afronta últimamente, han cobrado una magnitud relevante.
Por otro lado están las redes sociales. El Gobierno de inicio las satanizó e incluso llegó a atribuir su derrota en el último referendo a la comunidad de cibernautas y al inconmensurable espacio y libertad de opinión que le es intrínseca. Con el paso del tiempo y luego de que probablemente haya contrastado discurso con realidad, no tuvo más remedio  que sumarse a la corriente y ser parte de ella. El presidente Evo Morales es ahora un activo usuario de Twitter y ante la fuerza de lo que representa este nuevo modelo de comunicación e interacción social, han creado la Dirección General de Redes Sociales, cuya función es la de “desarrollar estrategias de difusión, consulta e interacción del Gobierno, del Estado Plurinacional de Bolivia con las cibercomunidades”; “mejorar las plataformas de información y comunicación de la gestión del Estado mediante la utilización de las redes sociales” y “promover la utilización de las redes sociales con la sociedad civil”. Es fácil advertir que en ambos casos, oposición y redes sociales, la percepción ha cambiado. Ahora, ambas importan y son causa de un clima de desestabilización, al punto que probablemente tengan conexiones con el Imperio y con todas las fuerzas del mal.
Lo cierto es que el Gobierno se ha visto atrapado en sus propias contradicciones fruto de la verdad material que viene acompañada de evidentes elementos de convicción que hacen que oposición y redes, tengan razón cuando se trata de algunos episodios de resonancia nacional. Parece que la oposición ya no es tan raquítica ni despreciable como al inicio, y parece también que las redes sociales han cobrado un protagonismo al punto que el Gobierno las monitorea con notorio interés y detenimiento. Las fuerzas oscuras de la desestabilización parecen haber cobrado carta de ciudadanía, algo que seguramente es normal y cotidiano en democracias liberales donde oposición y redes tienen un rol democrático que desempeñar.

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