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martes, 11 de octubre de 2016

corrupción, populismo, permanentismo (aferrarse del poder) son los factores comunes a ciertos gobiernos que no pueden salir del cuadro demoledor y contundente del robo, del latrocinio, de los peculados y estafas colosales. Brasil y Argentina son un buen ejemplo, pero también Bolivia se repite la historia. LT

Hay algunos elementos comunes que pareciera que son parte del proceso de deslegitimación de los Gobiernos denominados populistas e incluso algunos de izquierda en la región.
El primero de ellos es el del prorroguismo en el ejercicio de poder, actitud que ha dañado la institucionalidad democrática y ha provocado el cada vez mayor aislamiento de las cúpulas de Gobierno, aislamiento que las ha alejado de la sociedad y sus demandas.
Se ha sumado a esa tendencia el fin de uno de los períodos de mayor bonanza económica registrada en la región a lo largo de su historia, circunstancia que permitió a estos Gobiernos disfrutar del uso recursos en forma nunca antes vista. Y si bien en un principio esta bonanza ayudó a una mejor redistribución de recursos y el mejoramiento de las condiciones de vida de amplios sectores de la población, con el transcurso del tiempo se comprobó que no se dieron las condiciones para crear una economía sustentable.

Además, con el flujo creciente de recursos, la corrupción corroyó todos los niveles del Estado dando al traste con uno de los puntos más reiterativos de su original discurso: luchar contra la corrupción. En verdad, ésta no luchó sino que copó al Estado.

El tercer elemento es que ha sobrevenido una nueva crisis económica internacional, provocando la disminución de los recursos a distribuir (aunque no los dirigidos a la corrupción). Así, las presunta sabiduría en el ejercicio del poder en el tiempo de bonanza, se trasformó en plena incapacidad a la hora de administrar la crisis.
Argentina y Brasil son un ejemplo paradigmático de lo señalado…

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