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lunes, 12 de diciembre de 2016

irrefutables argumentos enumera Carlos Mesa cuando destaca el liderazgo de Santa Cruz en la nueva Bolivia. como fue Potosí, como fue La Paz, Santa Cruz abandera el desarrollo de Bolivia, quién podría negarlo.

Santa Cruz al ritmo del siglo XXI

La condición de liderazgo sólo es posible cuando quien conduce sabe dónde está, a dónde va y cómo hará para llegar a donde quiere ir. Para nadie es un secreto que el siglo XXI ha encontrado al Departamento de Santa Cruz como la cabeza económica del país. Como Potosí entre el siglo XVI y XVIII y La Paz en los siglos XIX y XX, Santa Cruz ha acumulado la masa crítica suficiente para convertirse en la tierra prometida de Bolivia, el lugar cosmopolita y de oportunidades con una mirada abierta y propositiva para buena parte de nuestros compatriotas.

En general se piensa que allí lo que manda son la economía y los negocios. Cierto, pero como es natural una cosa lleva a la otra. El volumen económico (próximo al 30 por ciento del PIB nacional), permite el avance de la cultura, de la academia, del turismo, del entretenimiento, pero, sobre todo, de la lucha contra la pobreza y la desigualdad (es el Departamento con mejores indicadores sociales del país).

Más allá de los problemas, sus logros son significativos y lo más significativo de todo es que los cruceños miran al futuro y han decidido marcarse ambiciosas metas sobre los fundamentos en los que se apoya este turbulento siglo bajo el impulso de la educación, la innovación y la tecnología.

El desafío llega desde la acera de los empresarios: Cainco ha hecho conocer un documento que se ha producido con altos estándares de investigación y consulta a especialistas. Su principal conclusión es que la educación es el mayor desafío para los cruceños. Pero lejos de la retórica demagógica en la que los adjetivos sustituyen a las ideas y a los contenidos, la propuesta tiene que ver con el emprendimiento, una educación que busque excelencia, que apunte a valorar las iniciativas personales y colectivas, que asuma que las pequeñas empresas son el motor de una sociedad que sufre transformaciones radicales en cuanto a la concepción del hecho mismo de hacer empresa. Una educación que se nutra de instrumentos prácticos, de inserción a la realidad global, que de los instrumentos lingüísticos necesarios y que provea una base tecnológica y digital que, dicen los gestores del trabajo, debe ser universalizada en todo el Departamento.

En la otra punta, el gran reto es una diversificación de la economía. A pesar de ser Santa Cruz la región más industrializada del país, es claro que está todavía muy lejos de un cambio radical de matriz productiva que se desprenda del dogal de las materias primas. La base de estas ideas tiene que ver con la confirmación de que la dinámica migratoria hará que los cruceños sean más de seis millones en 2030. No se trata de una apuesta a ciegas, sino de una visión que permita hoy encarar las respuestas que se deben dar en las próximas dos décadas.
Población, economía, medio ambiente (quizás la cuestión más sensible de todas para una planificación que cambie una mentalidad extractivista y rentista tradicional), desarrollo social y tecnología, son los cinco ejes abordados con sentido de prospección por los autores del estudio. La respuesta del Gobierno central, igual que la de la Gobernación, han sido positivas. En teoría, el documento encaja en el proyecto de la denominada agenda patriótica del país a 2025. Lo novedoso del planteamiento es que coincide con la mirada de quienes, como el Cepad encabezado por Carlos Hugo Molina, han trabajado en un modelo equivalente en el que, además, se establece una estructura de red a través de los municipios como articuladores de una estrategia regional cuyos parámetros de referencia son similares.

No son abalorios, son ideas concretas en su sencillez. No es necesaria una inextricable parafernalia para marcar el rumbo, ni se requiere de la vacua vestimenta ideológica que habitualmente confunde y disfraza más que aclarar. De lo que se trata ahora es de articular lo que esa propuesta tiene de universal con el conjunto del país. A diferencia de lo ocurrido en los siglos anteriores, el riesgo es que Santa Cruz se despegue de tal modo del conjunto de los indicadores económicos y sociales, que se produzcan asimetrías irresolubles en el mediano plazo, pero por supuesto no se trata de frenar esta iniciativa, por el contrario, hay que incorporarla integralmente en el resto de la nación, no sólo para absorber la propuesta conceptual básica, sobre todo la referida a la educación, sino encontrar (Cepad ha avanzado mucho en ese camino) complementariedades, bloques de inserción productiva, modelos de gestión y de innovación que vinculen la experiencia cruceña con la del conjunto.
El liderazgo obliga. Santa Cruz lo ha entendido. La lección es que, en la dimensión de cada zona de Bolivia, las verdaderas iniciativas de transformación no llegan sólo desde el poder político, sino desde sectores influyentes de la sociedad civil, sean éstos empresariales, sindicales o académicos.

El autor fue presidente de la República

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