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jueves, 2 de febrero de 2017

Erika Brokmann se refiere al Estado híbrido y disminuído porque las Autonomías Indígenas no toman cuerpo como se había pensado. se da el fiasco del esencialismo indigena, la idea se desvanece porque la realidad supera la fantasía.

Pese a la pretensión refundacional, a la mucha tinta y discurso proclamando el advenimiento del Estado Plurinacional y del ‘socialismo comunitario’, el andamiaje institucional del Estado sigue siendo republicano; el artículo 11 de la Constitución así lo ratifica. En otras palabras, ni el socialismo comunitario ni la economía plural, ni las Autonomías Indígenas Originarias Campesinas (AIOC) toman cuerpo en la realidad. 
Si en medio del entusiasmo inicial del ‘proceso de cambio’ se preveía la explosión de entidades indígenas, en el presente la apatía ganó terreno. De hecho, el horizonte de posibilidad de las AIOC se decanta configurando un cuadro singular, pero más disminuido. Hasta hoy, solo dos de los 11 municipios que originalmente apostaron por su conversión a las AIOC han consolidado esta condición. Se trata de Charagua, en Santa Cruz, y Uru Chipaya, en Oruro. A estos se suma el distrito indígena de Ragaypampa, que deberá enfrentar el proceso de deslinde de la jurisdicción del municipio de Mizque en Cochabamba. 
El rechazo a la constitución de autonomías indígenas en municipios indígenas emblemáticos como Curahuara de Carangas y Totora Marka ha sido aleccionador. Coincido con Pedro Portugal, intelectual aimara, que alude al “fiasco del esencialismo indigenista” por desnudar estos casos “contradicciones y oposiciones que existían desde hace tiempo” y que los ideólogos del Estado Plurinacional y de algunas ONG no pudieron anticipar. Tensiones como las generadas en la relación entre ayllus y sindicatos campesinos, estos últimos nada de ancestrales. Otra dificultad se asocia al escaso interés en la recuperación y codificación de lo que se entendería como usos y costumbres y al predominio de expectativas ancladas en la modernidad de sectores de la población expuestos al mundo global, como los residentes (miembros radicados en ciudades), los vecinos del pueblo y la juventud de esas comunidades.
En suma, luego de siete años, la idea original del Estado Plurinacional y comunitarismo se desvanece. El Movimiento Al Socialismo (MAS) lo desahució al apostar por una forma de capitalismo popular arropado de simbología predominantemente andina. Curiosamente, ‘capitalismo y mercado’ y la ‘Estatolatría’ son los íconos del nuevo tiempo. 

La realidad supera la fantasía. Como señalan algunos estudios, resulta curiosa la manera en que estas AIOC combinan normas y practicas de tipo liberal-municipales con otras comunitarias. Una suerte de ‘mestizaje’ o de ‘política fusión’ más compatible con la idea de pluralismo republicano que el MAS se empeña en negar y cuyas virtudes aun los bolivianos no terminamos de asimilar 

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