EL SAGRADO ACTO MÉDICO ANTE EL ZARPAZO POLÍTICO
Para los profanos en medicina emito respetuosamente
algunas premisas fundamentales. La medicina ha sido, es y será siempre un
apostolado de bien, una entrega total al servicio del ser humano universal. La
Superintendencia que pretende aprobar el gobierno boliviano es absolutamente inaceptable.
El “Acto
médico” es un proceso de alta complejidad científica, tecnológica, jurídica,
humanista, ética, social y antropológica. Para su vigencia se requieren conocimientos de vanguardia
asumidos por profesionales en continua formación. Su práctica responde a
protocolos basados en evidencias y en métodos científicos. (Situación
totalmente ausente en la medicina tradicional). Requiere de equipamientos y medios
diagnósticos precisos; de terapéuticas que van desde el simple consejo a la más
alta elaboración profesional. Conlleva la humanización absoluta de los
prestadores de salud que priorizan la dignidad del ser humano sobre toda
consideración comercial.
Para que el “Acto Médico” sea eficiente debe ser realizado
dentro de una organización nacional descollante en honestidad, compromiso,
responsabilidad y sobre todo de eficiencia, capacidad e idoneidad; principios evaluados
por salubristas y administradores responsables, libres de toda contaminación
política partidaria.
Esa organización sin inscripción partidaria se llamará
Servicio Nacional de Salud, SNS, a cuyo cargo estará la responsabilidad de la
fiscalización y el control de toda la problemática. Institución autónoma,
relacionada con otros entes gestores de salud como las universidades y el
Colegio Médico Nacional (Libres a su vez de la injerencia política partidaria y
redimida de ministros improvisados, arbitrarios y además ignaros).
Tal sistema existió en Chile y Uruguay antes de la
comercialización contemporánea, en la que el rol del gobierno se limitaba al
correcto financiamiento y el respeto a los criterios técnicos y la
meritocracia.
A la luz de todos los ripios del poder político descubiertos
diariamente (prepotencia, nepotismo, corrupción, incapacidad) es preciso organizar
revolucionariamente este SNS técnico, autónomo y apolítico que permita cumplir
con la CPE.
El “Reglamento de la Autoridad de Fiscalización y
Control del Sistema Nacional de Salud” es un zarpazo político partidario
rebatible en todos sus articulados. Es una ofensa a la sacralidad del “Acto
Médico”, a la honorabilidad de los
profesionales de la salud y al pueblo en su dignidad. So pretexto de proteger
derechos, penaliza el acto médico e interviene partidariamente en todos los
servicios, públicos y privados; además, crea una burocracia política de
zánganos en favor de intereses deshonestos.
Primero la Ley de Salud antes que decretos absurdos. Una
sola medida puede reemplazar los ampulosos 22 artículos contrarios a la CPE y
al respeto ciudadano, es crear mediante ley “Los Comités de Bioética
institucionales” donde la participación ciudadana y el control social previenen
la mala práctica y la judicialización.
Los proyectistas de esta indigna, penalizadora y
estúpida reglamentación debieran cursar algunos estudios elementales de Bioética. Más bien, importa crear una Superintendencia
de Ministerios para fiscalizar y controlar el “Acto Político” para evitar la mala
práctica y la corrupción.
Gastón
Cornejo Bascopé
Ex
Senador de Bolivia
Cochabamba
27 de mayo de 2017
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