El Tipnis puede unir a los bolivianos
El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure lleva 52 años como patrimonio de los bolivianos. En 1965 fue declarado parque y en 1990, luego de la I Marcha por la Dignidad y la vida, fue declarado territorio indígena. Es el último rincón, el lugar donde los tsimanes, yuracarés y moxeños trinitarios han sido empujados por las diferentes colonizaciones que hubo en el país, desde la primera reforma agraria, pero también, es el motor del clima de Bolivia, el punto de la geografía nacional donde la masa de árboles, la corriente de Humboldt y el codo de los Andes provocan que el agua robada por el sol al Amazonas se vuelva lluvia y haga andar el clima del país.
Ese punto, la panza de Bolivia, está amenazado por la necesidad de integrar a un departamento con el eje troncal del país, sin que Santa Cruz o La Paz hagan de intermediario. De cierta forma, es el instrumento del Gobierno de Evo Morales para desatar una nueva marcha hacia el oriente, para tratar de replicar el modelo cruceño en Beni, cambiando el Plan de Uso de Suelo para volverlo un departamento agricultor, incorporando siete millones de hectáreas a la frontera agrícola.
Cuando se promulgó la Ley 969 de Protección del Tipnis, casi todos hablaron de construir la carretera, de integrar de una vez por todas a Beni con Cochabamba, pero muy pocos se detuvieron a pensar en los servicios que ofrece esta reserva natural. Nadie calculó que 26 municipios de tres departamentos se benefician de su agua, que esto mueve la fertilidad de los campos del norte integrado cruceño o permite que el arroz se expanda hacia la provincia Marbán en Beni, pero también garantiza que la ciudad de Cochabamba, la tercera más poblada del país, tenga la esperanza de tener garantizado su suministro de agua: El líquido que se acopia en la represa de Misicuni, se origina en el Tipnis.
La ley 969 también inició una serie de protestas de indígenas y activistas que se oponen al levantamiento de la Intangibilidad del Tipnis, a que sea derogada la ley 180 que garantizaba que una carretera no atravesaría la reserva. Sin embargo, la Constitución, la Ley de Medio Ambiente y la reglamentación de áreas protegidas deberían ser suficiente garantía para evitar que una carretera atraviese el área núcleo, la razón de existir un parque. El corazón de una reserva es lo que el Estado decidió proteger como patrimonio cuando creó el área protegida y perforarlo le quitaría la razón de ser a la reserva.
Si las salvaguardas ambientales no son suficientes, también están los indígenas, los que dan la identidad a este Estado Plurinacional. Ellos, los titulares del territorio, no se beneficiarán ni a mediano ni a largo plazo, con esta carretera. Así lo constató un estudio oficial del Estado. Es más, su forma de vida estará cada vez más amenazada por la carretera, su tierra estará a merced de la colonización y, sin más lugar donde escapar, se volverán sin tierras, volverán a ser empleados de estancias o migrarán a las ciudades para convertirse en refugiados del progreso.
Ese punto, la panza de Bolivia, está amenazado por la necesidad de integrar a un departamento con el eje troncal del país, sin que Santa Cruz o La Paz hagan de intermediario. De cierta forma, es el instrumento del Gobierno de Evo Morales para desatar una nueva marcha hacia el oriente, para tratar de replicar el modelo cruceño en Beni, cambiando el Plan de Uso de Suelo para volverlo un departamento agricultor, incorporando siete millones de hectáreas a la frontera agrícola.
Cuando se promulgó la Ley 969 de Protección del Tipnis, casi todos hablaron de construir la carretera, de integrar de una vez por todas a Beni con Cochabamba, pero muy pocos se detuvieron a pensar en los servicios que ofrece esta reserva natural. Nadie calculó que 26 municipios de tres departamentos se benefician de su agua, que esto mueve la fertilidad de los campos del norte integrado cruceño o permite que el arroz se expanda hacia la provincia Marbán en Beni, pero también garantiza que la ciudad de Cochabamba, la tercera más poblada del país, tenga la esperanza de tener garantizado su suministro de agua: El líquido que se acopia en la represa de Misicuni, se origina en el Tipnis.
La ley 969 también inició una serie de protestas de indígenas y activistas que se oponen al levantamiento de la Intangibilidad del Tipnis, a que sea derogada la ley 180 que garantizaba que una carretera no atravesaría la reserva. Sin embargo, la Constitución, la Ley de Medio Ambiente y la reglamentación de áreas protegidas deberían ser suficiente garantía para evitar que una carretera atraviese el área núcleo, la razón de existir un parque. El corazón de una reserva es lo que el Estado decidió proteger como patrimonio cuando creó el área protegida y perforarlo le quitaría la razón de ser a la reserva.
Si las salvaguardas ambientales no son suficientes, también están los indígenas, los que dan la identidad a este Estado Plurinacional. Ellos, los titulares del territorio, no se beneficiarán ni a mediano ni a largo plazo, con esta carretera. Así lo constató un estudio oficial del Estado. Es más, su forma de vida estará cada vez más amenazada por la carretera, su tierra estará a merced de la colonización y, sin más lugar donde escapar, se volverán sin tierras, volverán a ser empleados de estancias o migrarán a las ciudades para convertirse en refugiados del progreso.
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