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miércoles, 28 de marzo de 2007

Bolivianos a la deriva. Quién es responsable?

En el caso de los miles de migrantes que pretenden ingresar a España especialmente en busca de trabajo nadie asume su responsabilidad. Veamos. El tema del mercado de trabajo está sujeto a ciertas imprescindibles reglas. El trabajo existe para la mano de obra desocupada. Quienes tienen pleno derecho a éstos puestos de trabajo son en primer lugar los ciudadanos del país ofertande, inmediatamente los de la Unión Europea que son 27 naciones, y en último lugar los trabajadores invitados.
En teoría quiere decir que si algún viajero de Bolivia, Ecuador o Chile ha recibido una oferta de trabajo y ha logrado firmar un contrato sea por tiempo indefinido cuanto restringido a sólo unos meses, tiene las puertas abiertas y puede ingresar, en este caso a España con una visa primero limitada y luego ampliada.
Así nomás funciona la inmigración en todas partes del mundo. En Bolivia armamos un escándalo porque los miles de desocupados que salen de sus hogares contrayendo deudas para "aventurar su futuro" poniendo en riesgo su seguridad y la de sus seres queeridos, no quieren reconocer que son los primeros culpables.
Imaginémonos a la inversa. Que miles de españoles llegaran a Bolivia para desplazar a los nacionales en puestos de servicio como barrenderos, limpiadores de hoteles y hospitales, de peones de construcción, de cuidadores de ancianos y niños, etc., los primeros que reaccionarían serían los desplazados.
Esto mismo está ocurriendo en España. Hemos visto por los canales de TV que se han producido manifestaciones en las grandes ciudades en contra de esa inmigración masiva porque está dejando desocupados a los lugareños y no se trata de que "sean o no honrados, sean o no trabajadores", lo que pasa es que a los "sudacas" como les llaman a los suramericanos, se les paga menos, y se los echa a la calle en cualquier momento.
Ya los bolivianos hemos pasado por esa experiencia en los Estados Unidos, en Brasil, en Argentina y no aprendemos, seguimos insistiendo en lugar de exigir al Gobierno que habilite puestos de trabajo fijo, que dicte leyes para estimular el empleo entre los empresarios, que disponga de todos los recursos posibles para trabajo productivo en la construcción, en el mejoramiento de los servicios, en la profesionalización del empleo público.
Terminemos ya de llorar, y de culpar a los otros por nuestras acciones.
Terminemos de lucrar con el viaje de estos compatriotas que en su desesperación siguen la corriente y no se ponen a reflexionar en lo peligroso de su actitud.