Vistas de página en total

jueves, 31 de mayo de 2007

Ataques al Poder Judicial desatan la vorágine

(Artículo publicado en la fecha por Los Tiempos, portal Noticias Bolivianas, entre otros)

Nos referimos a la autoridad de la Justicia, cuya estructura ha funcionado desde los orígenes de la República y mucho antes y ha normado las relaciones entre unos y otros en el marco de las leyes, ha significado un freno a las bajas pasiones y a la tendencia de tomarse la justicia por cuenta propia. Ante el horror colectivo crece el desenfreno cuyas muestras son: la matanza de Huanuni, los asesinatos de enero en Cochabamba, la toma de rehenes y castigo de policías en Ivirgarzama, la chicoteada de 18 policías en la plaza de Apolo, el saqueo y quema de bienes privados en El Alto, y quién sabe lo que vendrá si persiste el descalificar a los estrados judiciales y restarles autoridad moral con acusaciones no probadas de corrupción, ineficiencia, antibolivianismo.

Entender lo que está pasando reclama varias fuentes y diversos temas de lo conflictivo que una vez más provoca sufrimiento, angustia especialmente a ciudadanos corrientes que realizan una vida normal de trabajo y producción para sobrevivir dignamente. Primero está plenamente ratificado que Bolivia no tiene una mayoría indígena como nos bombardea la publicidad estatal. Bolivia es un país esencialmente de cholos y mestizos, la conclusion la brindó el Instituto Latinoamericano de Investigación Social (ILDIS) con el respaldo de cifras y documentos. O sea los indígenas son el segundo grupo en tamaño. Segundo. Pensadores de izquierda como el norteamericano James Petras afirman que Evo Morales no es “radical”, ni “revolucionario” y ni siquiera forma parte de un “bloque antinorteamericano”. Petras contradice a otros como Noam Chomsky, Ignacio Ramonet, Heinz Dietrich, y Martha Hanecker que han descrito al cocalero como parte de la nueva ola de izquierda, Petras se sorprende de la “total ausencia de cualquier análisis de la trayectoria política de Morales y de las políticas socioeconómicas y públicas durante los 15 meses de su mandato”. En un extenso trabajo que presentara en abril pasado y nada menos que en La Paz, el profesor Petras sostiene que “Morales y García Linera viven en un mundo de fantasía al adentrarse en un capitalismo nacional normal sin burguería nacional, con nacionalizaciones para vender el gas por debajo de los precios mundiales y una reforma agraria que subvenciona a los 100 mayores agroexportadores. Si la revolucion del MNR de 1952 se convirtió en una tragedia, el período 2005-2007, se ha convertido en una farsa”. Entonces, para lavarle la cara al régimen era necesario asumir una postura que no dejara en duda las intenciones de realizar el cambio. Había que estrellarse con toda la agresividad posible al Poder Judicial, que siempre “ha sido el último baluarte del poder constituído”.

No tendría tanta importancia de no haberse optado por una maniobra para poner detrás de rejas a los tribunos que observaron la condición anticonstitucional de cuatro vocales ante la Corte Suprema nombrados a dedo por el Presidente y lo que es más grave, la forma torpe, irresponsable y desproporcionada de atacar a la Justicia ha inspirado los sucesos que mencionamos aquí, característicos de turbas sin freno, masas amorfas sin temor de Dios, ni de la Justicia. Lo sucedido en El Alto, con el bandidaje suelto y la destrucción, el saqueo y el fuego de por medio, es algo que espanta y motiva reflexión.

La clase dominante se aprovecha de las crisis en calles y plazas, tolera el circo populista y echa mano de la demagogia aunque con ello se pone a la defensiva, mientras que “el capitalismo andino” representada por cholos y mestizos aumenta su ventaja, se consolida y pasa a la ofensiva. Según el mismo Petras el régimen está cediendo espacio a sus fieles partidarios, tecnócratas neoliberales y dando concesiones como nunca.

En entrevista publicada por Econoticias, García Linera considerado el cerebro del MAS, reconoce que entre los sectores en pugna hacia adentro hay quienes creen que ha llegado el momento de acapararlo todo. “Es un gran error, porque muchas veces se genera así mayores condicionamientos”. Según él se debe avanzar gradualmente para construir un proceso de modo que el bloque desplazado del control absoluto y el bloque emergente, pero que tampoco va a tener el control absoluto, articulen mecanismos para redistribuir el poder. García Linera dice que el problema es reconocer el núcleo articulador del movimiento indígena y no la simple distribución del poder.

Se colige que le ha tocado el turno al Poder Judicial, oponiendo al cual está la Justicia Originaria concepción bastante compleja y oscura con un tinte revanchista porque “los originarios y campesinos estamos cansados de vivir en la clandestinidad subordinados a la Justicia, siendo juzgados y castigados por un sistema ajeno a nuestra cultura” según lo expresara Jimena Leonardo a la cabeza de la comisión sobre el tema en la Constituyente. Por lo que, no resulta extraño este accionar contra jueces y magistrados, convertidos ahora en “enemigos del cambio” y aliados en un frente con los oligarcas e imperialistas. (Trío conformado por Embajada Americana, Poder Judicial y partidos neoliberales, al decir del propio Evo Morales) Estamos pués ante un dramático, imponderable momento cuyo efecto no puede sopesarse ni medirse sin separarlo del entorno aquí descrito.