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martes, 12 de junio de 2007

Una perla más...cielos y tierra pasarán...

Mario Rueda Peña con la visión e inteligencia que le son características desde cuando era un fogoso joven de adelantado pensamiento, no deja de sorprendernos con sus comentarios políticos como el publicado hoy en LT y ED, y sus reiteradas referencias al pasado, que conoce muy bien, por haber sido coprotagonista de los hechos históricos que menciona. Pués sí, Mario está acertado, el MAS y Evo no son, ni serán más que enclaves de la política coyuntural, a pesar del discurso que manejan y que parece una verdad inobjetable. La circunstancia actual, por varios factores, entre ellos por la convocatoria a la Constituyente, tiene características propias aunque navega en un mar de medias verdades y contradicciones, algunas de las que Rueda Peña retrotrae a menudo a nuestra memoria. Hay sin embargo ciertos principios y valores propios del alma boliviana que no pasarán, que son parte intrínseca de nuestra identidad, lo que está ocurriendo hoy es un decantamiento más o menos novedoso, pero ciertamente pasajero. Es un tema que amerita nuevas y actualizadas referencias, por ahora, citemos los tres últimos párrafos del artículo:

En los procesos democráticos la metodología obligada es el diálogo civilizado y el consenso. El pueblo, en vez de ir a las armas y alinearse en uno u otro bando, se encamina a las urnas, donde con su voto mayoritario señaliza la dirección política que quiere que siga el gobierno electo, en los diferentes frentes de la problemática nacional. Solo que a esta señalización se agregan otras a través de las cuales varias minorías acreditan su derecho a que no se las ignore. No pocas veces, estas minorías, en conjunto, gravitan significativamente en la correlación de fuerzas parlamentarias, por lo que el partido gobernante no puede pasarlas por alto. Tiene que negociar con ellas, procurando acuerdos transaccionales que superen las controversias a fin de garantizarse gobernabilidad.

A pesar de ciertos detalles inéditos (Presidente "indígena" surgido del gremio cocalero, varios ministros que igualmente son "originarios" y toda una "visión de país" ahíta de imágenes connotativas de indigenismo "multinacional" y "social comunitarismo"), el gobierno actual es solo un capítulo político más del proceso democrático que se abrió en 1984 en el país y que se agrega a los anteriores como perla a un collar. El MAS no llegó al poder con el poncho chamuscado en un incendio revolucionario, sino con insignia de mayoría electoral (54% de los votos) en la solapa.

Su programa no apareja cambios estructurales profundos que puedan ser calificados de "revolucionarios". Su menú programático consigna únicamente reajustes de esto y aquello (semánticamente enmascarados de cosas distintas) y multinacionalidad cercenadora de autonomías regionales. Lo que está mas claro que el agua es su rumbo hacia el poder total. Este objetivo condiciona todas sus propuestas a la Constituyente. El problema es que tiene el camino totalmente erizado de obstáculos hacia tal objetivo. Aun cuando a costa de nuevos ardides y maniobres logre imponer en la Constituyente su propuesta de Carta Magna, será mas fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que él logre salirse con la suya.