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viernes, 25 de enero de 2008

Están todos los que son?

Primera Plana pone ante sus ojos, la noticia, el acontecimiento mayor de cada dia ocurrido en Bolivia. Por las características del blog, este acontecimiento va resumido con un punto de vista periodístico. En algún momento la CIA de Estados Unidos y el FBI en tiempos de Kennedy (sin conocimiento del Presidente) utilizó un método que ahora ha sido copiado en Bolivia, como lo fue asímismo en los tiempos de las tres AAA de Argentina, esto es espiar a los contestatarios, no sólo opositores, ojo, sino también a la propia gente del gobierno. El espionaje valía, como vale ahora en Bolivia para el chantaje, que sale con una mujer que no es su esposa, que tiene aficiones raras (homesexual, perverso, trasvesti, drogadicto o simplemente mujeriego) lo vamos a documentar con fotos, grabaciones, con pelos y señales para usarlos en el momento oportuno. En Bolivia ya existió un pálido antecedente con el MNR y el General San Román, hombre hábil, pleno de recursos que hacía lo mismo con los medios precarios de entonces, pero en casos más brutales...ahora, a raíz de la pugna entre policías para alcanzar el generalato y jubilarse con jugosas pensiones, se va descubriendo parte de la tarea sucia de espiar, acusar, provocar, extorsionar que en una democracia, somo en Suecia son simplemente intolerables. Aunque sí, existe una persecusión contra el tráfico de drogas, o la criminalidad, con todos los medios y a todas las horas, pero no se aplica a los líderes políticos y menos para el chanteje y la extorsión. Dante Pino manejando la pluma como espada se lanza con el título del rubro a discernir con los detalles:

Por qué deberíamos extrañarnos de que la Policía haga seguimiento a los ciudadanos considerados peligro para la seguridad del Gobierno? – Porque no debemos confundir las tareas para defender la seguridad del Estado, con la seguridad del Gobierno. A no ser que el Gobierno haya decidido asumir la totalidad de la representación del Estado. El Gobierno es el Estado. Por tanto, todo el que atente contra su seguridad, atenta contra la seguridad del Estado.

Tal la lógica para desplegar una política de persecución ciudadana, que nos pinta de cuerpo entero a un Gobierno disfrazado en estos carnavales con el traje de pepino – demócrata. Y que, por otra parte, desnuda la disputa de poder al interior de la Policía, cuyos mandos manejan este tipo de información para “hacerla resbalar” ocasionando los efectos perversos que buscan enviarle un mensaje al Ministro de Gobierno y por su intermedio al Presidente: nosotros sabemos lo que ustedes son y lo que hacen, hagan nuestra voluntad.

Entonces cae el telón de las apariencias y nos muestra la felonía en toda su dimensión. Nada ha cambiado, menos en el comportamiento de esta revolución cultural que tanto pregonan. Son igualitos a los de antes, las mismas fechorías, la misma corrupción y las mismas prácticas para atender las necesidades políticas del Palacio de Gobierno.

El Ministro de Gobierno, pone cara de boludo: no sabe ni tiene conocimiento de esto, no conoce a sus parientes en funciones públicas, él no hace lo que le hicieron; persecución ciudadana, ignora los ascensos a Generales con antecedentes de mala conducta e inclusive delictivos. Ordena la represión y está en primera línea, se muestra ante las cámaras (La Calancha en Sucre) y no conoce los hechos. ¿Podemos tener un mejor ejemplar del cinismo político?

Ratificado por sus méritos y competencia. La seguridad del Gobierno nunca estuvo en mejores manos. Si no fijémonos cómo lo que antes no se publicaba hoy día es de conocimiento de todos los medios de comunicación, con discos compactos incluidos, es decir tecnología de primera para una seguridad de cuarta.

Y claro uno se pregunta si tienen la misma prolijidad e inteligencia para seguir a los delincuentes que asaltan, que hacen contrabando, que trafican con droga, que siembran coca excedentaria, que trafican con niños, que prostituyen mujeres. Sería bueno que “deslicen” esos informes, así no tendríamos la menor duda de que la delincuencia se sostiene en la Policía, ya que sabiendo donde están no los detienen.

Los ciudadanos debemos sentirnos orgullosos de la Policía, sus mandos, y el Ministro de Gobierno, son tan escrupulosos y eficientes en sus tareas encomendadas por ley, que ahora sabemos que podemos cuidarnos de los Prefectos conspiradores, de los dirigentes cívicos opositores, de los periodistas atrevidos, de los jueces que fallan en contra del oficialismo y de todo aquel que ose criticarle “sin más motivo”. Porque de la delincuencia desparramada en nuestras ciudades, tenemos que cuidarnos nosotros.