el periódico La Prensa de LP, ha realizado una investigación que llevó a sus reporteros a comprobar que la hoja de coca molida y desmenuzada, lista para fabricar cocaína, se vende libremente en un mercado bajo el nombre de "chanchito o bolita". el mismo diario ha publicado el siguiente artículo editorial, que debe ser tomado en cuenta por la opinión mundial:
Inconcebible… Ya no se necesita ir muy lejos de la ciudad para encontrar coca destinada al narcotráfico y tampoco se requiere ir al Chapare para hallar fábricas de producción de droga. Suficiente con visitar el mercado de Villa Fátima para el primer objetivo y con ir a El Alto para el segundo. Una amplia investigación de este periódico publicada este último lunes revela que en el mercado de la coca de Villa Fátima, donde funciona la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca), se aplastan las hojas con ayuda de una máquina hasta convertirlas en pequeños bultos llamados “chanchitos”. Por donde se los mire, son ilegales por cuanto la coca prensada se daña y, por tanto, ya no sirve para el “acullico”. Pero más grave aún es enterarse de que la Unidad de Comercialización de la Dirección General de la Hoja de Coca e Industrialización (Digcoin) se cruza de brazos con el argumento de que Adepcoca “es una propiedad privada. Tendríamos que tener una orden de allanamiento y hacer muchos trámites judiciales para ingresar”. Habrá que imaginar que si a un alto funcionario le parece “mucho trámite” controlar de manera efectiva que la coca no se desvíe al narcotráfico, por qué tendríamos que pensar las y los bolivianos que el Gobierno está haciendo una fiscalización efectiva de toda la producción de coca si en las narices de todo el mundo se está prensando la hoja para desviarla al narcotráfico. Un poco más allá, en El Alto, las factorías de droga menudean, con el detalle de que cada vez necesitan menos espacio para la elaboración de la cocaína debido a que ya no requieren personal para pisar la coca y, por tanto, no necesitan mayor espacio. Hoy esta labor la realizan con una máquina. A los “trámites” y falta de mayor voluntad habrá que añadir la confesión de quienes están encargados de vigilar estos temas: no cuentan con suficientes funcionarios para hacerlo, tampoco manejan los equipos necesarios, ni los vehículos ni recursos. A estas alturas, parecería que todo lo vinculado a la coca es más un discurso que otra cosa, incluyendo su industrialización, que no avanzó a pesar de una serie de anuncios lanzados desde hace dos años. Si el presidente y dirigente cocalero Evo Morales es consecuente, debería exigir mayor control de la producción y comercialización de la coca porque, así como andamos, sus discursos en defensa de la misma caerán en saco roto si es que la hoja comienza a desviarse al narcotráfico en grandes cantidades.