Las victorias no se negocian
Esta es la decisión que debemos tomar ahora. Adelanto, como siempre lo hice, no hay peor error que dilapidar una victoria negociándola. Las victorias no se negocian. Las victorias se imponen y se administran. Quienes lleven el voto de los cruceños a la mesa de negociaciones para ver cuánto se pueden cercenar a los Estatutos y cuánto se le puede al gobierno permitir avanzar, habrán colocado el proceso en un traspié del cual no podrán retornar.
Y no es que me coloque en la posición extremista del todo o nada. Ni bien el pueblo boliviano se enteró de los resultados contundentes del 85 por cientos del SI, el señor Evo Morales, declaraba su desconocimiento a este resultado, lo calificaba de violento, separatista e ilegal. Al mismo tiempo convocaba a los Prefectos para que desconozcan el SI y acomoden las autonomías al proyecto de constitución masista. ¿Qué tal? ¿Algo ha cambiado en el gobierno? No hay pecado mayor en política que desvalorizar los momentos de la victoria. Más aún cuando el derrotado no reconoce su derrota y pretende desconocer la victoria. ¿Qué se podría acordar con semejante posición oficial? Primero; el desgaste de la credibilidad y fuerza social que acompaño al SI cuando se vea a los Prefectos autonómicos ceder posiciones. Segundo; fortalecer al derrotado en las urnas con cesiones en la mesa recortando la voluntad del soberano. Tercero; si esto no sucedería y la mesa sirviera para, una vez más, quedar en nada, el proceso habrá facilitado la imagen de ser negociable y por tanto débil ante el asedio oficial de ilegalidad, violencia y fraude cometidos.
Por estas consideraciones, no hay otro camino que arrancarle al Gobierno disposiciones que den paso a la operatividad de los Estatutos. Sólo si el gobierno reconoce la victoria, y por tanto, su predisposición para operar las autonomías, se podría ir a la mesa para sellar la victoria con la rúbrica de un acuerdo para avanzar.
Pero hemos visto que el entorno palaciego no cede. Y lo expresado por el Presidente Morales ya fue dicho por el Ministro de Gobierno Rada, dos horas antes. No sigamos entonces con la esperanza de que no "es el Presidente" sino otros los que le hacen cometer errores. No es cierto. Es Evo Morales el que avala, cree y "está convencido" de que las autonomías son de la oligarquía y no representan a la "conciencia del pueblo boliviano" En otras palabras: Evo Morales sin su entorno no es Evo Morales y su entorno no es nada sin él. Así proteste Filemón Escobar.
Entonces no queda nada más que prepararse para una dura confrontación entre Evo Morales y las Autonomías. Digo confrontación, que para aclaración a muchos que usan esta palabra, no es sinónimo de enfrentamiento, sino de comparación. Confrontar es comparar, no enfrentar. Esta confrontación podría durar el tiempo en el que las autonomías elegirán a su Consejo Autonómico. Pero no más allá. Luego vendría la etapa del enfrentamiento. Y si para entonces no se ha fortalecido el proceso autonómico, la resistencia gubernamental será mayor. Por eso desde ahora la tarea es darle vida a los Estatutos sin miedo, sin prisa y sin pausa.
No se debe darle un momento de respiro al Gobierno. Hay que obligarlo a seguir la agenda autonómica y seguir persistiendo en convencerlo de su derrota, al mismo tiempo que al pueblo se le debe demostrar que es posible avanzar sin el centralismo agobiante. Después del 4 de mayo, no hay otra que escoger entre Evo o las autonomías. Evo es centralismo y estatismo sin futuro. Las autonomías son futuro con libertad y decisión soberana. Cuidado con retroceder justo en el momento que se debe avanzar.
Esta es la decisión que debemos tomar ahora. Adelanto, como siempre lo hice, no hay peor error que dilapidar una victoria negociándola. Las victorias no se negocian. Las victorias se imponen y se administran. Quienes lleven el voto de los cruceños a la mesa de negociaciones para ver cuánto se pueden cercenar a los Estatutos y cuánto se le puede al gobierno permitir avanzar, habrán colocado el proceso en un traspié del cual no podrán retornar.
Y no es que me coloque en la posición extremista del todo o nada. Ni bien el pueblo boliviano se enteró de los resultados contundentes del 85 por cientos del SI, el señor Evo Morales, declaraba su desconocimiento a este resultado, lo calificaba de violento, separatista e ilegal. Al mismo tiempo convocaba a los Prefectos para que desconozcan el SI y acomoden las autonomías al proyecto de constitución masista. ¿Qué tal? ¿Algo ha cambiado en el gobierno? No hay pecado mayor en política que desvalorizar los momentos de la victoria. Más aún cuando el derrotado no reconoce su derrota y pretende desconocer la victoria. ¿Qué se podría acordar con semejante posición oficial? Primero; el desgaste de la credibilidad y fuerza social que acompaño al SI cuando se vea a los Prefectos autonómicos ceder posiciones. Segundo; fortalecer al derrotado en las urnas con cesiones en la mesa recortando la voluntad del soberano. Tercero; si esto no sucedería y la mesa sirviera para, una vez más, quedar en nada, el proceso habrá facilitado la imagen de ser negociable y por tanto débil ante el asedio oficial de ilegalidad, violencia y fraude cometidos.
Por estas consideraciones, no hay otro camino que arrancarle al Gobierno disposiciones que den paso a la operatividad de los Estatutos. Sólo si el gobierno reconoce la victoria, y por tanto, su predisposición para operar las autonomías, se podría ir a la mesa para sellar la victoria con la rúbrica de un acuerdo para avanzar.
Pero hemos visto que el entorno palaciego no cede. Y lo expresado por el Presidente Morales ya fue dicho por el Ministro de Gobierno Rada, dos horas antes. No sigamos entonces con la esperanza de que no "es el Presidente" sino otros los que le hacen cometer errores. No es cierto. Es Evo Morales el que avala, cree y "está convencido" de que las autonomías son de la oligarquía y no representan a la "conciencia del pueblo boliviano" En otras palabras: Evo Morales sin su entorno no es Evo Morales y su entorno no es nada sin él. Así proteste Filemón Escobar.
Entonces no queda nada más que prepararse para una dura confrontación entre Evo Morales y las Autonomías. Digo confrontación, que para aclaración a muchos que usan esta palabra, no es sinónimo de enfrentamiento, sino de comparación. Confrontar es comparar, no enfrentar. Esta confrontación podría durar el tiempo en el que las autonomías elegirán a su Consejo Autonómico. Pero no más allá. Luego vendría la etapa del enfrentamiento. Y si para entonces no se ha fortalecido el proceso autonómico, la resistencia gubernamental será mayor. Por eso desde ahora la tarea es darle vida a los Estatutos sin miedo, sin prisa y sin pausa.
No se debe darle un momento de respiro al Gobierno. Hay que obligarlo a seguir la agenda autonómica y seguir persistiendo en convencerlo de su derrota, al mismo tiempo que al pueblo se le debe demostrar que es posible avanzar sin el centralismo agobiante. Después del 4 de mayo, no hay otra que escoger entre Evo o las autonomías. Evo es centralismo y estatismo sin futuro. Las autonomías son futuro con libertad y decisión soberana. Cuidado con retroceder justo en el momento que se debe avanzar.