Primera Plana pone ante sus ojos, la noticia, el acontecimiento mayor de cada dia ocurrido en Bolivia. Por las características del blog, este acontecimiento va resumido con un punto de vista periodístico. Estos son los departamentos menos poblados de Bolivia y quienes tienen el domingo un referendo donde se aprobaría la autonomía, ratificando la tendencia del plebiscito de Santa Cruz del 4 de mayo y alentando a que Tarija haga lo propio el 22 de junio. La autonomía es una demanda que ha calado en muchos sectores de dichos departamentos debido a las distancias geográficas y culturales que hay frente al Altiplano y al desgaste ante el hecho de que Bolivia ha sido una de las repúblicas suramericanas más centralizadas (a diferencia de gran parte del subcontinente los departamentos bolivianos nunca elegían directamente a sus autoridades). Paradójicamente, los partidos que hoy impulsan el “Sí” son los que estuvieron en los gobiernos de 1971-78 y 1985-2002 sin cuestionar el súper centralismo. El gobierno, los sindicatos y las organizaciones indígenas llaman a boicotear estas elecciones, a las que acusan de racistas o separatistas, aunque con ello se distancian de ciertos sectores populares regionalistas mientras Evo prepara una futura concertación con la derecha. El problema de fondo no es la división de Bolivia, sino qué sistema de propiedad tendrá esa república sobre las tierras y los recursos naturales. Las élites de la ‘Media Luna’ quieren garantizar sus intereses y temen la amenaza izquierdista de hacer una reforma agraria o de nacionalizar los hidrocarburos.
El objetivo de la derecha no es tanto el partir a dicha república sino generar una base social y territorial para desestabilizar y ulteriormente substituir al gobierno indigenista. Evo, por su parte, bien podría tratar de acabar con este movimiento expropiando las tierras y empresas de quien él llama la ‘oligarquía camba’ pero no quiere hacer ello para no distanciarse de las capas empresariales y medias andinas y de su entorno internacional temiendo que ello permitiese un ‘desborde’ de los sectores más revolucionarios.
De allí que tenemos un juego de paradojas. La derecha que cuando estuvo en el poder nunca dio ningún grado de autonomía a la media luna ahora plantea la forma más avanzada de ésta en el continente. La izquierda que en Perú y Ecuador suele azuzar el regionalismo de las zonas amazónicas, en Bolivia se opone a la autonomía oriental. La derecha que usa la carta regionalista en verdad busca un cambio nacional, la izquierda que habla de acabar con la oligarquía no quiere confiscarle.
Evo se encuentra en una encrucijada. El quiere lograr unir a su república y que ésta no tenga cambios muy drásticos que generen conflictos, por lo que él podría estar más inclinado a buscar conciliar con las dirigencias de la Media Luna que no quieren que se trastoque mucho el ‘libre mercado’ aunque siente la gran presión de los sindicatos y campesinos que le exigen un rumbo más radical.