El mandatario boliviano pasa por uno de sus peores momentos políticos, aunque pretenda sobrevivir con la respiración artificial del Referendum Revocatorio.
Los síntomas de la mala gestión de Morales no se pueden esconder, así el mandatario diga que tiene la posibilidad de lograr un 56% en la consulta popular de la que está haciendo depender su sobrevivencia política. Cuando un mandatario se aferra a seguir viviendo así sea utilizando un "pulmotor", quiere decir que está optando por una vida prestada, una ortopedia, un espacio de alargue, a costa de tener que aceptar grandes limitaciones.
Aunque sabemos que existen agonías lentas, algunas incluso pueden durar muchos años, no hay nada más dañino para el cuerpo social que padecer un mandatario que ya no goza de buena salud, pues esto lleva a que la sociedad en su conjunto padezca las secuelas de los males sociales que esta situación engendra y que se manifiestan en aumento de la delincuencia, aumento de la pobreza, alta migración, perdida de institucionalidad, agonía y vulneración de las leyes, normas y derechos humanos.
Esta situación ha llevado a que el pueblo boliviano, abandonado a su propia suerte, puesto que el presidente sólo tiene cabeza para los males que él se ha generado a sí mismo, haya encontrado en las autonomías la posibilidad de una salida y una esperanza.
Es ilógico condenar a un pueblo a sus gobernantes de turno, mucho más si consideramos que el propio presidente se ha convertido en la actual circunstancia en el mayor obstáculo que tienen los bolivianos para encontrar una salida consensuada a la presente crisis.
Esto nos hace afirmar que el eslogan que acuñó el mandatario para definir su gestión como: "Bolivia cambia, Evo cumple", ha sufrido en la realidad una inversión de los términos, puesto que Bolivia está cambiando a pesar de Evo y para cambiar está teniendo que pasar sobre la férrea oposición que el mismo presidente ha interpuesto a fin de que Bolivia no cambie como se propone cambiar.
Al presidente sólo le interesa su sobrevivencia política, es en aras de esta que se plantea triunfar a costa de lo que fuere en el plebiscito convocado el 10 de agosto para decidir sobre la continuidad de su mandato, el de su vicepresidente y los prefectos del país.
"Si mañana fuera el referendo, yo sé que pasamos el 54 por ciento. Hasta me atrevería (a decir) que mejorará ampliamente", expresó Evo al tiempo que anunciaba el inicio de su campaña el sábado en la ciudad de Cochabamba, donde se propone reunir unos 300.000 adeptos para hacer una demostración de fuerza y tratar de derrocar al prefecto de esta ciudad al que ha identificado como uno de sus máximos enemigos, razón por la que lo ha emplazado a efectos de una persecución política, con acusaciones de corrupción y de sedición, entre otras.
El referendo "revocatorio", que propuso el mismo Morales a finales de 2007 cuando la Asamblea Constituyente era el centro de los conflictos, le ha servido ahora para enfrentar la actual crisis que le plantean los cuatro departamentos autonomistas que se están dotando de Estatutos y que en breve van a crecer anexando por lo menos dos departamentos más. Se considera que el Revocatorio es el salvatage al que ahora apunta Morales, a raíz de que el país se desliza por caminos paralelos que plantean una polarización que se refleja en la incompatibilidad del proyecto de constitución masista-comunista con el proyecto de la Bolivia autonómica, productiva y democrática.
Con la consolidación del Estatuto autonomista de Tarija, Santa Cruz, Beni y Pando, Bolivia ingresa a un cambio irreversible, pese a Evo que ha incumplido con el pueblo, convirtiéndose en una piedra en el zapato de los bolivianos, y por eso aunque Morales se esfuerce por afirmar que el 10 de agosto cambiará el mapa político regional de Bolivia, debemos señalarle que se equivoca de fecha y de hito histórico, pues en realidad Bolivia concreta su cambio este 22 de junio con el Referendum de Tarija que va cerrando el círculo del país que se aleja del centralismo.
"Yo, por lo menos, estoy convencido de que muchos (prefectos opositores) van a ser revocados. Ojalá todos. Así no habrá una tranca, así no habrá bloqueadores de este proceso de cambio", manifestó Morales; sin darse cuenta que los prefectos no son los dueños de las autonomías que son del pueblo y para el pueblo, razón por la que el fenómeno del caudillismo personalista no cuaja en el proyecto autonomista, que está en manos de los ciudadanos y que no tiene un solo dueño.
Bolivia ya cambió, pese a Evo, aunque el mandatario no se ha dado cuenta.