Ahora Carlos Meza se encuentra en Barcelona donde disertó sobre la actualidad boliviana ante un auditorio de residentes bolivianos y abordó aspectos vitales de la realidad nacional. Veamos el despacho de EFE que llegó en varios idiomas a todo el mundo:
El ex presidente de Bolivia Carlos Mesa, que presidió el país entre 2003 y 2005, ha advertido hoy en Barcelona (noreste) que las normas impuestas por el actual presidente Evo Morales para el referendo revocatorio del 10 de agosto "son poco democráticas", ya que no fijan porcentajes de voto iguales para todos los gobernantes. Carlos Mesa Gisbert, que ha impartido esta noche en Barcelona una conferencia sobre la situación política en Bolivia, ha criticado que con las normas previstas por la mayoría oficialista que apoya a Evo Morales para la celebración de la consulta, la revocación de un gobernante solo pueda producirse cuando reciba en contra un porcentaje de votos igual o superior al obtenido en las elecciones del 2005. Esto concede al actual presidente una clara ventaja porque, para revocarlo, es necesario que haya casi un 54% de votos en su contra, mientras que para prefectos como el de Cochabamba basta con un 38%, o con un 48% para el de Santa Cruz, para ser destituidos. En opinión de este ex presidente, que ha pronunciado su conferencia en la Casa América Cataluña ante un centenar de personas -la mayoría de ellas bolivianos residentes en Barcelona-, las normas electorales "tienen que ser iguales para todos y no hacer distinciones que beneficien a determinados gobernantes" para poder ser consideradas como democráticas. Ha alertado, en este sentido, sobre "la situación de bloqueo institucional" que puede crearse en Bolivia si la ley electoral que debe regir la consulta no es modificada de acuerdo con lo que pide la oposición, que es que, "como ocurre en todos los países democráticos, se exijan porcentajes idénticos para todos los candidatos o para revocar a los gobernantes". La oposición reclama, en este sentido, ha explicado Carlos Mesa, que un gobernante pueda ser revocado si los votos en su contra son iguales al 50 por ciento más 1 del total de los emitidos. Mesa, que ha sido aplaudido por la mayoría de los asistentes, ha pronosticado que si la mayoría oficialista de Evo Morales gana el referendo revocatorio, "se sentirá legitimada para tratar de aprobar su propuesta de nueva constitución, aunque no tenga la mayoría requerida para ello". Sobre esta constitución que propugna Morales, el ex presidente Carlos Mesa se ha mostrado "rotundamente en contra", por entender que lo que pretende "es una mitificación indigenista", y para ello "establece cosas tan anti-democráticas como que haya dos sistemas de justicia, el normal que es el que existe en todas partes y en el que las sentencias pueden ser apelables, y el "comunitario", en el que esto no es posible". "Además -ha añadido-, el concepto de nación boliviana desaparece y Bolivia pasaría a ser definida como un estado con 37 naciones distintas, pero con la particularidad de que el 98% de la población sólo pertenece a dos de ellas". Según Mesa, "la mitificación indigenista" llega tan lejos en este proyecto que "a un gobernante se le exigiría conocer como mínimo la lengua castellana y otra indígena, pero resulta que la inmensa mayoría de bolivianos somos monolingües y el propio Morales sólo habla español, por lo que tendría que dimitir". En definitiva, ha recalcado el mismo ex presidente, "Bolivia entraría en un futuro muy incierto, y es que Evo Morales está cometiendo el gravísimo error de confundir revolución y democracia, y si yo fuese él, me aseguraría de tener un proyecto que sume a la mayoría de bolivianos y no uno de excluyente y negador de la realidad".
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Carlos Mesa (La Paz, 1953), historiador y periodista, fue presidente de Bolivia entre octubre de 2003 y junio de 2005. Renunció superado por los acontecimientos: su propuesta de Ley de Hidrocarburos fue la gasolina que llevó a Evo Morales al poder meses más tarde. De visita en Madrid, Mesa considera volver a la política para luchar contra la polarización —“con Evo o contra Evo”— que domina la escena boliviana.
Pregunta. Tres años después de Evo Morales, ¿cuál es su balance?
Respuesta. El balance positivo es que sin duda el presidente Morales marca un antes y un después en nuestra historia. Que un presidente indígena haya llegado finalmente al Gobierno implica un proceso de inclusión muy significativo. Es positivo el hecho de que el presidente haya planteado la necesidad del cambio y también lo es que el Estado recupere un espacio de responsabilidad en el manejo de los recursos y frente a la inversión externa. Pero lamentablemente, las sombras son bastante mayores que las luces. Es un Gobierno que tiene un grave déficit de gestión. La inclusión es un desafío, pero las autonomías y la descentralización también lo son y ése ha sido el punto de quiebra y de ruptura entre Gobierno y oposición. Y uno de los problemas mayores: es un Gobierno autoritario en su concepción y en su desarrollo, caudillista y confrontacional. El país debió tener un presidente que le dijera: “Estoy dispuesto y quiero construir el futuro con blancos, indios y mestizos”, y que no le dijera: “El mundo occidental es portador de valores negativos y el mundo indígena es portador de valores positivos”.
P. Falta un mes para el referéndum revocatorio con una Bolivia fracturada. Hay siete gobernadores que han declarado su oposición al Gobierno de Evo. ¿Qué va a pasar?
R. La idea de que en Bolivia se pudiera producir una ruptura política y una división del país no está en el escenario. El sustrato de esa idea, que es la posibilidad de una guerra civil, tampoco existe. Lo que sí creo es que vamos a vivir enfrentamiento, violencia. Un país como Bolivia es de explosiones violentas, muy cortas pero muy intensas, y estamos en un empate político, de proyectos nacionales que no tiene visos de resolverse. El problema de Bolivia es una crisis de Estado, no de Gobierno.
P. ¿Bolivia está aprovechando este momento de altos precios de las materias primas, de inversión, de remesas?
R. Definitivamente, no. Bolivia está desaprovechando un momento económico que es el mejor, probablemente, en los últimos 60 ó 70 años. Y lo está desaprovechando porque la política energética, que es nuestro punto más importante, es pésima, incoherente. El nivel de inversión extranjera en Bolivia es el más bajo en América Latina y los requerimientos de la inversión para desarrollar el ámbito energético son muy altos. Bolivia apenas cubre su obligación de exportar gas a Brasil y no cubre ni la mitad del contrato firmado con Argentina. El presidente jugó mediáticamente a una nacionalización que no hizo. Evo Morales no nacionalizó nunca a una empresa petrolera importante. Sin embargo, la idea de la nacionalización cuajó dentro y fuera de Bolivia, lo que espantó a los inversionistas porque las condiciones son de gran incertidumbre. El presidente cree que la inversión extranjera es mala y que la integración en mercados globalizados es un concepto equivocado.
P. ¿Tiene al país preso de sus prejuicios ideológicos?
R. Evidentemente, tiene al Gobierno preso de los prejuicios ideológicos y, en consecuencia, al país. La integración al mundo globalizado no es necesariamente rendirse ante el imperialismo y la descentralización y las autonomías no es necesariamente quebrar la unidad de Bolivia. La teoría de esa utopía estatista, de que el Estado propietario de los recursos garantiza la lucha contra la pobreza y mejores ingresos, tampoco es una cosa matemática; lo que no quiere decir que no sea positivo que el Estado recupere un espacio y una responsabilidad que había perdido.
P. ¿Sigue siendo tan fuerte la influencia de Chávez?
R. Sí, lo que ha cambiado es la alta exposición. El presidente Chávez se ha dado cuenta de que ha sido contraproducente y ha generado un rechazo mayoritario en Bolivia. Hoy día hay una fuerte influencia (de Chávez), pero de perfil más bajo. Lo que ocurre es que la política exterior boliviana está absolutamente condicionada por la venezolana.
P. En Europa hay una cierta fascinación con la causa indigenista. ¿Bolivia es un país tan indio como se dice?
R. Europa tiene que romper el problema de su mala conciencia y su visión roussoniana de Evo Morales, que es terriblemente perniciosa, y juzgarlo por si es buen o mal presidente, independientemente de su color. Bolivia es un país con una gran presencia indígena. Desde un punto de vista étnico y racial, si usamos el término, podemos pensar que el 45% de los bolivianos son indígenas. Pero ésa es una lectura inaceptable. Juzgar las características de un país por su origen étnico lleva al peligro de suponer que tienes que hacer una Constitución para los indígenas y entonces hacer lo que se intenta combatir: una Constitución con un plus indígena y no en la búsqueda de la igualdad. El principio básico de un ciudadano, un voto, la libertad individual y el criterio de la conciencia individual como algo fundamental, creo que es un aporte occidental del cual no debe renegar.
P. ¿Qué opinión le merece la directiva de retorno aprobada por el Parlamento Europeo?
R. Independientemente de lo que haya decidido Europa, yo hubiese esperado de España una posición de no aceptar en el voto el condicionante de volver. España tiene un compromiso histórico con América Latina y tiene que entender que es tan europea como latinoamericana. España no se explica sin América Latina, sin la migración española a América Latina, sin 400 años de presencia allí, independientemente de los juicios de valor. En consecuencia, hay un imperativo no sólo moral sino de identidad e integración de visión que España debe representar en Europa en torno al tema de la migración, y no lo ha hecho. Puedo entender complejidad del problema y las dificultades que enfrentan España y los países europeos para tratar racionalmente el tema de la migración pero mi impresión es que la directiva, aún con los matices que me han explicado las autoridades españolas, es excesivamente dura.
P. ¿Qué le parece la política exterior hacia América Latina del Gobierno de Zapatero?
R. Es una política correcta, en la que hay una doble lectura: respaldo y presencia española, inversión y un enfoque de aporte español, incluso desde el punto de vista tecnológico y de innovación. Eso es bueno y no tiene que ver exclusivamente con el Estado. Y desde el punto de vista de la presencia estatal, hay una idea muy importante de lucha contra la pobreza, de compromiso con la cohesión social y de una visión progresista. Por eso encuentro una paradoja en el tema de la postura española en la cuestión de la migración. Yo me suscribo a la visión del Gobierno del presidente Rodríguez Zapatero, en términos generales, en torno a América Latina.
(Entrevista del importante diario El País de Madrid. También la foto es de la misma fuente)