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lunes, 15 de septiembre de 2008

los ojos del mundo puestos en bolivia. nueve países se reúnen en santiago para hablar de nuestra crisis

La decisión de los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) de reunirse con carácter de extrema urgencia en Santiago de Chile para buscar salidas a la crisis de Bolivia es una muestra más de la dimensión continental que tiende a adquirir el conflicto nacional. No podía ser de otro modo, pues dos de las principales economías de la región, la de Brasil y Argentina dependen en grado sumo de los sumo del gas que les vende Bolivia y Chile también, aunque de manera indirecta.
Como si eso fuera poco, son varios los mandatarios sudamericanos que en más de una ocasión han hecho conocer sus sospechas y temores sobre la posibilidad de que desde Venezuela, e incluso a través de las FARC, se estén alentando movimientos subversivos tendientes a expandir el proyecto revolucionario encabezado por Hugo Chávez. La iniciativa ha sido interpretada por Evo Morales como una manifestación de solidaridad a su Gobierno, lo que desde su punto de vista equivale a un respaldo a su proyecto político.
El mandatario venezolano, por su parte, ha anunciado ya su intención de promover un pronunciamiento en contra de lo que él considera es una ofensiva golpista alentada por el gobierno estadounidense con la intención de defenestrar no sólo al régimen boliviano sino también al suyo propio y al proyecto político que ambos encabezan en la región. En ese contexto, no será fácil que los presidentes sudamericanos se pongan de acuerdo sobre la el rumbo a seguir. Muchos de ellos han dado ya a entender que están plenamente conscientes de la complejidad del caso y de que la manera como éste evolucione depende no sólo la estabilidad de la democracia en Bolivia sino en toda la región. Saben también, porque el mismo Chávez se ha encargado de hacerlo saber, que la violencia desatada en nuestro país puede llegar a involucrar a otros países comenzando por Venezuela.
La posibilidad de que la crisis boliviana derive en el surgimiento de iniciativas separatistas y expansionistas que pongan en duda la preservación de los actuales límites fronterizos es otro de los factores que más preocupa. Y no sólo por la posibilidad de que se encaminen en esa dirección los movimientos autonómicos de la "Media Luna", sino también porque los grupos étnicos del occidente no ocultan su intención de expandir su influencia hacia sus similares de territorios fronterizos. Si a eso se agrega que durante los últimos meses fueron arreciando las discrepancias en torno a temas como la integración económica continental y la manera cómo ésta se articula o se distancia de acuerdos comerciales con Estados Unidos y Europa, hay razones para temer que la crisis boliviana repercuta negativamente en el buen entendimiento entre los países de la región. Aparentemente, es en consideración a todos esos factores que el presidente brasileño, Luiz Inacio "Lula" da Silva, ha optado por la máxima cautela advirtiendo con anticipación que no respaldará ningún pronunciamiento que implique la injerencia de otros países en el conflicto boliviano. Y al igual que su homólogo peruano, Alan García, ha anunciado que su posición estará inspirada en el respeto y apoyo al régimen legalmente establecido y que condenarán cualquier intento de socavar su autoridad.
Con esos antecedentes, es probable que los esfuerzos de los mandatarios de Unasur no sean plenamente satisfactorios para ninguna de las partes en conflicto y que carezcan de la fuerza suficiente para conjurarlo. Sin embargo, sea cual fuere el resultado de la reunión, es de esperar que tanto el Gobierno como los sectores de oposición sometan sus actos a las recomendaciones que emanen de tan importante reunión. (Editorial oportunísimo de Los Tiempos, Bolivia)