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sábado, 8 de noviembre de 2008

desde san francisco, california un potosino de verdad enrique bachinello le rinde homenaje a nuestra ciudad natal. potosí eterna!


“Solitaria ciudad del altiplano, acariciada por el viento y amamantada por la libertad, heroica y denodada ciudad... níveo y altísimo pedestal del cóndor...
Las campanas de la libertad se echaron al vuelo y se complacían en cantar a las
nubes, con su sonoro eco, las alegrías de la tierra liberada” Subieta Sagárnaga)

10 de Noviembre de 1810: subversión, conspiración, revolución; todo eso y mucho más. El significado de esa fecha radica en el levantamiento de la ciudad de Potosí, contra el dominio de los españoles, destronando al gobernador Paula Sanz, hijo bastardo del rey Carlos III de España, sabedores que el 7 de noviembre -tres días pasados- los chicheños y las fuerzas argentinas de Castelli, logran la primera victoria para la independencia del Alto Perú, en los campos de Suipacha. El mérito del triunfo fue la participación de los legionarios de Tupiza, (al suroeste de Bolivia) cuyo bautismo de sangre fue la victoria sobre las fuerzas realistas. Un día de clima incierto, un sol timorato, nubes algodonales y las frías montañas espectaron el heroísmo de las fuerzas revolucionarias.

La historia cuenta que la rebeldía de los potosinos revistió gran trascendencia por el arribo de Castelli que fue acogido con los honores de vencedor; el vitorear de las niñas, el revolotear de las polleras, el volar de los sombreros de los varones de pómulos salientes, que encomendaban al Dios de la guerra mayores victorias para los patriotas. Lamentablemente, ello se opacó con la orden de fusilar al gobernador Paula Sanz, al Presidente Nieto y al Gral. Córdova, dada por Castelli, comandante del ejército auxiliar que arrastró el odio venenoso y maligno de Goyeneche castigando con la muerte ignominiosa a los patriotas potosinos, al poco tiempo de retomar la ciudad, sembrando el terror a la angustiada población.

En la ciudad de Potosí, en rigor a las versiones históricas, los acontecimientos que se desarrollaron tuvieron un tinte pacífico y populachero. El 9 de noviembre, ingresaban los derrotados de Suipacha, rendidos por una caminata de sesenta leguas en dos días. Al saber los potosinos el desastre de las armas realistas, se alzaron esa noche contra las autoridades peninsulares, dieron libertad a los presos políticos y celebraron en grande el triunfo independiente. Al día siguiente 10 de Noviembre, concentración en la plaza principal en un Cabildo abierto. Discursos incendiarios de algunos ciudadanos, los vivas y mueras del momento, procediendo al nombramiento de un Comité Revolucionario encabezado por varios ciudadanos notables entre ellos: Salvador Mattos Azcárate, Alejo y Mariano Nogales, los hermanos Millares, Manuel Molina, Mariano Subieta, Melchor Daza Diego Barrenechea, y Pedro Costas. Bajo la arenga y las fogosas proclamas de los oradores incitan a la marcha multitudinaria hacia el palacio del gobernador y, ante la poca o ninguna resistencia de la guardia militar allí acantonada, el pueblo invade los recintos oficiales y el mismo domicilio de Paula Sanz, siendo tomado preso sin ninguna resistencia o violencia ni derramamiento de sangre, salvo algunos disparos solitarios de entusiastas del momento, que aprovecharon para lucir sus viejas reliquias de pistolones y algunos disparos de arcabuz por cualquier soldado del gobernador. Sanz es conducido a la Casa de la Moneda y encerrado en una celda oscura, fría y lúgubre, como son los centenarios ambientes de esa monumental fortaleza económica de la colonia.

El transcurso del tiempo en sus cuatrocientos y más años de vida de la vieja montaña de plata, ha significado un sin fin de alternativas de progreso y retroceso. Cuando los Libertadores Bolívar y Sucre llegan al Alto Perú, encuentran un país desangrado, pero libre; los realistas habían sido derrotados por los guerrilleros de manera que, Sucre marcha del brazo de Casimiro Olañeta. En todo el territorio ya no existían ejércitos realistas contra quien luchar. El último reducto fue del general Olañeta (Tío de Casimiro) que, leal a su rey, cayó atravesado por las balas de los guerrilleros chicheños. Las dos últimas batallas de Junín y Ayacucho en territorio peruano fueron el punto final de la lucha de los generales Bolívar y Sucre. Pocos fueron los guerrilleros que lograron llegar a Chuquisaca para la fundación de la nueva república. La mayoría cayeron destrozados por la crueldad y la barbarie española.

La historia es siempre parte de la vida de los pueblos; solo que, esta historia ya es tiempo muerto y solo corresponde a los que quedan vivos interpretar esos acontecimientos y buscar la mejor manera de entender su significado y en su caso, tomar experiencias de los hechos pasados. Ahora, después de quinientos años de explotación, a 4.000 metros sobre el nivel de hambre, los mineros siguen allí. Continúa la tragedia de ganarse el pan en las minas; existen peligros: los gases, los derrumbes, un explosivo mal armado. Pero siempre ha sido así. Nadie tiene idea de cuantos miles, millones han muerto en la mina. Ayer, hoy, mañana y la coca sigue en el morral y la libertad añorada por los esclavos, ahora presos en las redes del capital, no se avizora el porvenir de los mitayos.

“A veces la historia nos sorprende con sus hechos y nos vemos tentados a ocultar una verdad que nos asusta. Pero no deben tenerle miedo a lo que ya ha ocurrido; simplemente cambien... su punto de vista”. (Luis Subieta Sagárnaga)

Hasta aquí la parte histórica de los textos de la época. La historia es la realidad del hombre. No tiene otra. Ahora corresponderá a los potosinos seguir la ruta de su destino y exigir a los mandos del gobierno, mayor atención para su desmirriada economía y que los movimientos humanos especialmente del sector minero, cuenten con el apoyo y el estímulo que las circunstancias lo aconsejan. Ya han sufrido la frustración de la planta de fundición de plomo y plata de Karachi pampa; igual descalabro con el salar de Uyuni, la explotación del litio y el cinabrio de Ivo Salamunovic mineral que amalgama la plata: el mercurio, metal líquido es un ingrediente maravilloso que ayuda a recuperar el argento, no ha podido ser explotado por que la indiferencia de los gobernantes que han conocido la infatigble vida minera de Ivo, “El loco del cinabrio” como le llamaban sus amigos. La caída de los precios de los minerales es otra tragedia que se avizora en la cabeza de los cooperativistas mineros. Ahora el autonomismo de los pueblos orientales tratará de aplastar la vida económica de esa ciudad. La ciudadanía potosina dentro y fuera de casa, exige el cumplimiento del gobierno para la adjudicación de estos y otros proyectos. Sus hijos, donde quiera que ellos se encuentren, deberían trabajar para que las flores del progreso vuelvan a brotar en las faldas del Sumac Orcko. Su futuro resurgirá como el ave fénix desde las cancha-minas de sus ingenios y los brazos tenaces de sus mineros que, como garras mágicas arrancan la carga mineralizada de sus oscuros socavones, como siempre lo fue desde hace 459 años cuando Diego Wallpa entregó las vetas de plata a sus verdugos de las lejanas urbes peninsulares. Allí están también la gama de ciudadanos que agrupados en sindicatos, cooperativas, artesanos y cofradías religiosas, constituyen la masa humana que empujan el progreso de esa bella ciudad. Solo resta añadir la frase acuñada por Miguel Cervantes y Saavedra: “Vale Un Potosí” para significar su grandeza, poderío económico y su historia centenaria, que se confunde entre los sueños de los poetas y la realidad que se pierde en la nebulosa de los años.