En mayo del año 2006 el Gobierno decidió asumir el control total de la exploración, explotación, comercialización e industrialización de los hidrocarburos. Mediante el DS 28701 dispuso esa medida y la anunció al mundo como una decisión soberana.
A pesar de que el decreto determina el control total del Estado, se sostiene en el mismo que las empresas petroleras debían acceder a firmar nuevos contratos para seguir “operando”. Esto es lo que se denominó “nacionalización al estilo siglo XXI”.
Este paso trascendental desde el punto de vista oficial iba inaugurar un período revolucionario, dentro el cual Bolivia tenía que pasar de ser un proveedor de materia prima (gas) a un exportador de todos sus derivados, sumando de esta manera valor agregado a este recurso energético.
El pueblo boliviano no dudó en apoyar la medida, confiando en que el señor Evo Morales sabía lo que hacía. Con este apoyo Morales se lanzó a convocar a la Asamblea Constituyente para reafirmar constitucionalmente la “nacionalización”. En el fondo se trató de una manera de inscribir su nombre entre los grandes nacionalizadores del siglo pasado.
Lo cierto es que la historia tiene sus caprichos. Hay quienes asumen medidas históricas porque saben que es el momento propicio de hacerlas y conocen la materia con la que tratan. Por supuesto la implementan con los mejores profesionales al servicio de la Patria. Y hay quienes solo saben hacer burdas copias de los otros. Este es el caso de Evo Morales.
Como toda copia mala, los resultados no pueden ser otros que el desastre. Y en vez de que YPFB mantenga a Bolivia, le dé ingresos para revertir la pobreza y nos dote de una vida digna. He aquí que es Bolivia quien debe mantener a YPFB para que la nacionalización no muera. Mejor dicho para sostener al muerto.
En poco más de dos años de la tremebunda nacionalización el Banco Central de Bolivia debe entregarle a la empresa de los supuestos huevos de oro, 1.600 millones de dólares. Dinero que bien debería estar impulsando la producción de bienes, las exportaciones de alimentos de los que tan necesitado está el mundo y ampliando la frontera agrícola para ser un país autosuficientes en alimentos, industria y servicios. Pero en vez de que YPFB impulse el desarrollo boliviano somos los bolivianos los que debemos sostener a YPFB.
Todo el pueblo que apoyó sin dudar un minuto el paso dado, debe ahora, en menos de un minuto, pedirle explicaciones al señor Evo Morales. En el Parlamento, en vez de estar cuoteando la Justicia la oposición tendría que pedir rendimientos de cuentas a un Gobierno que pide 1.600 millones de dólares y no puede proveer de gasolina, de gas licuado y diesel al mercado interno.
¿Qué pasó para que nuestra reservas de gas se hayan perdido? ¿qué pasó para que en vez de estar exportando gas natural al continente tengamos que importar gas licuado, diesel y hasta gasolina? ¿No era que la nacionalización y los nuevos contratos aseguraban la producción de hidrocarburos y sus derivados? ¿no era que debíamos estar industrializando estos recursos?
¿Dónde se perdió la historia? Esta es la mayor responsabilidad del Gobierno de Evo Morales y el mayor daño ocasionado al pueblo que confió en él. No puede ser que un asunto de tanta relevancia pase inadvertido y sigamos como bobos hablando de la aprobación de una constitución que nadie la respetará, aún cuando fuera aprobada por simple mayoría.
El gas es nuestro bienestar presente y futuro. El gas es todo lo que tenemos para desarrollar nuestra economía fiscal y privada. No podemos dejar que semejante aplazo político, económico y social pase como si nada. O somos un pueblo de tontos útiles o reaccionamos como se merece y ponemos en el banquillo del acusado a Evo Morales para que nos explique esta situación.
Qué paradoja: el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada fue derrocado por el actual Gobierno acusándolo de querer vender gas a Chile, México y Estados Unidos, tal proyecto fue calificado por Morales de antinacional. ¿Fue antinacional esa intención, o es más antinacional colocar a Bolivia de exportador neto en importador afligido? (autor: Dante Pino, editado por: Hoy Bolivia)