Conferencia de prensa que no fue tal
Mauricio Aira
Toda autoridad con algo de poder tiene el convencimiento que puede usar y abusar del instrumento mediático para comunicar denominado “conferencia de prensa” y a partir de tal concepto, sus relacionadores públicos se dan modos para convocar a las conferencias de prensa hasta con el motivo más baladí.
De modo que la modalidad que en Europa y otras latitudes constituye el acto más directo y fácil de conectar a la autoridad o los protagonistas de la noticia con los lectores o teleespectadores o radioescuchas, y que entraña un acto democrático auténtico de ejercitar preguntas y respuestas directas de comunicador a la autoridad, y se lo utiliza a menudo con regularidad, siendo las más usuales al término de las reuniones de gabinete, en ocasión de dictarse medidas de trascendencia para la comunidad y en toda ocasión que se facilite el encuentro entre los personajes de la noticia y los comunicadores.
Así sucedió desde siempre. Recuerdo mis tiempos de reportero de Radio Amauta y las numerosas ocasiones en que éramos convocados por el entonces ministro de Gobierno Walter Guevara Arze, apenas unos pocos comunicadores y recibíamos de primerísima mano la información oficial y podíamos preguntar cuanto fuera necesario sin limitación alguna, una y otra vez. Llegarse hasta los poderosos no era privilegio alguno y sí una facilidad de los comunicadores.
Hoy en día, se sufre la distorsión de las conferencias de prensa de las que se abusa demasiado con la mentalidad de un patrón que manda y espera obediencia ciega. Las propias redacciones recomiendan a los reporteros y otros periodistas que cubren determinada fuente, estar siempre presente y puntualmente en tales eventos. Una de las distorsiones más comunes es que se confunde o se mezcla deliberamente la conferencia misma de la comparecencia del personaje con actuaciones que no vienen al caso, ceremonias, reuniones, acontecimientos donde además de los comunicadores son convocados militantes de los grupos de poder, sus invitados y o/sus funcionarios incondicionales, de modo que son “el público” que una conferencia de prensa no necesita para nada.
Se tiene entonces que las conferencias de prensa, al menos del mundillo del gobierno se han convertido en instrumentos de la propaganda oficial, donde concurren presidente o ministros, o viceministros para “decir lo que les venga en gana”, sin dar lugar a la contrareacción de los comunicadores, o minimizando sus preguntas, no respondiéndolas o peor aún, como acaba de ocurrir en el Palacio de Gobierno, dando un maltrato inaceptable a los comunicadores y hasta increpándolos por la línea editorial del medio en el cual se desempeñan.
Las organizaciones profesionales y laborales de los comunicadores y periodistas tendrían que delinear los marcos imprescindibles para la realización de las conferencias de prensa, dotándolas del respeto, la rigurosidad, y formalidad que se merecen. Existen variadas disposiciones en la teoría de la comunicación, situando a las conferencias en el contexto de la información. Esas normas tienen que ser generales y ponerse en vigencia por los organismos nombrados y corresponderá al plano oficial, empresarial, público y privado aceptarlas y cumplirlas. Los periodistas podrían hacer uso legítimo de recursos comunicacionales contra quienes no las cumplan. Una de ellas es “hacerle el hielo”, congelar la noticia, cerrarle el grifo informático.
No se podría cerrar la nota sin referirse específicamente a lo sucedido en el hall del Palacio Quemado cuando en circunstancias de un acto oficial cualquiera, nada menos que el Jefe del Estado se ocupó de amedrentar, humillar, zarandear a uno de los comunicadores del diario La Prensa que se encontraba presente, haciéndole pasar al frente y mostrándolo poco menos que como a un delincuente. Qué actitud la de Evo Morales!
Nadie puede ser impunemente poderoso! No es admisible esa conducta repetida ya en varias otras ocasiones. No es quién ponga en tela de juicio, de esa manera pública la denuncia del delito de contrabando en que ha incurrido el mismo mandatario y que otros medios también han publicado con pelos y señales. En lugar de explicar porqué razón y en qué circunstancias se reunió el Presidente con los delincuentes contrabandistas, se aprovechó de su alta posición para humillar a un periodista que sólo cumple con su deber. Es algo para no olvidar!
Mauricio Aira
Toda autoridad con algo de poder tiene el convencimiento que puede usar y abusar del instrumento mediático para comunicar denominado “conferencia de prensa” y a partir de tal concepto, sus relacionadores públicos se dan modos para convocar a las conferencias de prensa hasta con el motivo más baladí.
De modo que la modalidad que en Europa y otras latitudes constituye el acto más directo y fácil de conectar a la autoridad o los protagonistas de la noticia con los lectores o teleespectadores o radioescuchas, y que entraña un acto democrático auténtico de ejercitar preguntas y respuestas directas de comunicador a la autoridad, y se lo utiliza a menudo con regularidad, siendo las más usuales al término de las reuniones de gabinete, en ocasión de dictarse medidas de trascendencia para la comunidad y en toda ocasión que se facilite el encuentro entre los personajes de la noticia y los comunicadores.
Así sucedió desde siempre. Recuerdo mis tiempos de reportero de Radio Amauta y las numerosas ocasiones en que éramos convocados por el entonces ministro de Gobierno Walter Guevara Arze, apenas unos pocos comunicadores y recibíamos de primerísima mano la información oficial y podíamos preguntar cuanto fuera necesario sin limitación alguna, una y otra vez. Llegarse hasta los poderosos no era privilegio alguno y sí una facilidad de los comunicadores.
Hoy en día, se sufre la distorsión de las conferencias de prensa de las que se abusa demasiado con la mentalidad de un patrón que manda y espera obediencia ciega. Las propias redacciones recomiendan a los reporteros y otros periodistas que cubren determinada fuente, estar siempre presente y puntualmente en tales eventos. Una de las distorsiones más comunes es que se confunde o se mezcla deliberamente la conferencia misma de la comparecencia del personaje con actuaciones que no vienen al caso, ceremonias, reuniones, acontecimientos donde además de los comunicadores son convocados militantes de los grupos de poder, sus invitados y o/sus funcionarios incondicionales, de modo que son “el público” que una conferencia de prensa no necesita para nada.
Se tiene entonces que las conferencias de prensa, al menos del mundillo del gobierno se han convertido en instrumentos de la propaganda oficial, donde concurren presidente o ministros, o viceministros para “decir lo que les venga en gana”, sin dar lugar a la contrareacción de los comunicadores, o minimizando sus preguntas, no respondiéndolas o peor aún, como acaba de ocurrir en el Palacio de Gobierno, dando un maltrato inaceptable a los comunicadores y hasta increpándolos por la línea editorial del medio en el cual se desempeñan.
Las organizaciones profesionales y laborales de los comunicadores y periodistas tendrían que delinear los marcos imprescindibles para la realización de las conferencias de prensa, dotándolas del respeto, la rigurosidad, y formalidad que se merecen. Existen variadas disposiciones en la teoría de la comunicación, situando a las conferencias en el contexto de la información. Esas normas tienen que ser generales y ponerse en vigencia por los organismos nombrados y corresponderá al plano oficial, empresarial, público y privado aceptarlas y cumplirlas. Los periodistas podrían hacer uso legítimo de recursos comunicacionales contra quienes no las cumplan. Una de ellas es “hacerle el hielo”, congelar la noticia, cerrarle el grifo informático.
No se podría cerrar la nota sin referirse específicamente a lo sucedido en el hall del Palacio Quemado cuando en circunstancias de un acto oficial cualquiera, nada menos que el Jefe del Estado se ocupó de amedrentar, humillar, zarandear a uno de los comunicadores del diario La Prensa que se encontraba presente, haciéndole pasar al frente y mostrándolo poco menos que como a un delincuente. Qué actitud la de Evo Morales!
Nadie puede ser impunemente poderoso! No es admisible esa conducta repetida ya en varias otras ocasiones. No es quién ponga en tela de juicio, de esa manera pública la denuncia del delito de contrabando en que ha incurrido el mismo mandatario y que otros medios también han publicado con pelos y señales. En lugar de explicar porqué razón y en qué circunstancias se reunió el Presidente con los delincuentes contrabandistas, se aprovechó de su alta posición para humillar a un periodista que sólo cumple con su deber. Es algo para no olvidar!