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lunes, 5 de enero de 2009

Con el puño en alto, titula centa reck a un enjundioso artículo coincidente con nuestras propias observaciones


Para muchos es un símbolo del pasado, mientras en Bolivia el oficialismo lo ha retomado como un gesto histórico que define al comunismo, a la lucha de quienes quieren ostentar un poder totalitario, el signo que encarna a las revoluciones populistas.
Aquí se fue imponiendo durante el actual gobierno de Evo Morales. La idea surgió en medio de la polémica por el desfile indígena-militar que se realizó en Santa Cruz el 7 de agosto de 2007, cuando Evo en medio de un acto recordatorio de la reforma agraria que se realizaba en la localidad de Ucureña, instó a los campesinos a entonar el Himno Nacional con la mano derecha en el corazón y el puño izquierdo en alto.
Sabemos que Ucureña ha pasado a ser también un símbolo rescatado por el actual gobierno que sin duda está retomando la revolución encabezada por Victor Paz Estensoro, quien promulgó la reforma agraria en los valles cochabambinos el 2 de agosto de 1953. En la conmemoración de esa fecha, en el año 2007, Morales planteó que este día no debería ser ya recordado como el "día del indio" sino el "día de la revolución agraria" y propuso que los campesinos reemplacen la "V" de la victoria del nacionalismo revolucionario de los 50 por el puño en alto de la "lucha por la liberación de los pueblos".
Todo esto ya era un anuncio de la lucha por la tierra y por el territorio que la llamada revolución de Morales proyectaba administrar sobre los departamentos del Oriente boliviano; razón por la que el tema de la Media Luna y del Conalde ha perturbado notablemente al Presidente y su cúpula de ministros, que han estado siempre alertas y prestos a destruir el proyecto autonómico, el que no entronca ni coincide con la concepción centralista y totalitaria del poder que ellos profesan. Los llamados actuales del Gobierno a votar por la autonomía y a iniciar las leyes de readecuación del proyecto autonómico al Estado plurinacional encarnan verdaderos cantos de sirena, estrategias maquiavélicas que tienen como objetivo destruir las autonomías y mandarlas a dormir el sueño de los justos.
Pero cabe recordar que en el periodo en que Morales vino a Santa Cruz con su marcha indígena-militar, el Oriente boliviano se encontraba en un periodo de gran efervescencia, luchando por concretar el viejo anhelo de acceder a una autonomía real que venciendo al centralismo redunde en beneficio del país en su conjunto. Sin embargo, el proyecto hizo aguas por varios motivos, y a través de hechos concretos como fue esa concesión que le hizo al Gobierno la agrupación Podemos y los otros partidos supuestamente opositores permitiendo la extensión de la Asamblea Constituyente, que debería haber concluido indefectiblemente en agosto del 2007 y cuya finalización fue pospuesta para diciembre del mismo año, gracias a un pacto político.
Agosto de 2007 fue precisamente el hito a partir del cual el puño en alto siguió avanzando, primero tímidamente, porque incluso algunos masistas no se animaban a jurar o cantar el himno con el famoso puño en alto, pero que sin embargo, poco a poco, todos los gatos comenzaron a volverse pardos y a obedecer a este símbolo que se fue haciendo imprescindible para agradar al presidente e identificarse con su causa, al punto que ahora se ha vuelto prácticamente insoslayable y se ha instituido como un voto de segura adhesión a la “causa” del masimo.
Tal como el equilibrio y la racionalidad nos llevó a no aplaudir al capitalismo aplicado en forma brutal, también nos lleva en el presente a desaprobar las prácticas políticas que escudándose en la crítica al capitalismo enarbolan acciones que instituyen nuevas formas de deshumanización, tanto o más brutales que las que dicen estar pretendiendo reemplazar.
La constatación de los hechos cargados de brutalidad y violencia que se han sucedido en el actual Gobierno, con los que se pretende imponer un régimen de nuevas desigualdades y de iguales e incluso superiores niveles de demagogia, corrupción y delincuencia de guante blanco, nos permite decir que “el puño en alto” no es un símbolo que nos remita a una forma diferente de entender el mundo, a acciones más humanas, y que la palabra cambio está siendo enarbolada al mismo tiempo que es privada y vaciada de su verdadero sentido, puesto que en el presente sólo significa otra forma de hacer lo mismo, nuevas reglas y métodos de explotación y marginamiento de ciudadanos a nombre de supuestas políticas redentoras.
El puño en alto ni siquiera es un gesto innovador, tampoco aporta a la estética de los gestos, ni nos señala una ética social. En realidad no pasa de ser una moda que busca a toda costa imponerse como un signo que exige la legitimación de un régimen de imposiciones y subordinaciones crecientes.
El puño en alto, nos dice que se está pretendiendo instaurar un régimen fuera de todo arte político, de toda ética social y del respeto a las leyes, pretendiendo suplantar al neoliberalismo mientras se superan los niveles de violencia, corrupción, demagogia y repartija del poder entre correligionarios.
Pero sabemos que desgraciadamente este símbolo todavía no ha dado su verdadera dimensión, porque dentro del lenguaje gestual acuñado en la etapa de transición que vivimos, el puño en alto está siendo levantado por quienes buscan sólo una señal legitimadora, una vía expedita hacia el poder, por quienes quieren acaparar riquezas e instaurar un dominio, revistiendo sus verdaderas intenciones con una supuesta imagen a la que le aducen un significante que pretende emparentarse con connotaciones de dignidad.
En la historia mundial, el puño cerrado empezó siendo un gesto bélico, una comprobación de que el contrario no llevaba armas. La mano extendida, la mano en alto no eran gestos agresivos en sus inicios, porque al fin y al cabo los gestos van tomando el significado del que los va cargando la historia. Y nuestra historia nos está mostrando un puño duro con los enemigos pero blando en extremo con sus correligionarios, condescendiente con las debilidades que amasan la corrupción que lejos de erradicarse ha vuelto a multiplicarse en las filas del Mas.
El puño en alto es un símbolo benevolente con el abuso de aquellos que estando en posesión del poder no se detienen ante la violencia cuando tiene que imponer sus políticas. El Gobierno exhibe un puño de hierro sólo hacia los opositores y blande el puño cerrado cuando tiene que atacar a ciudadanos indefensos.