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lunes, 16 de febrero de 2009

cartas no! epístolas deberían escribir los oposiores al Presidente. las primeras son pasivas, las segundas son protestas y propuestas dice Centa Reck

El cartero del presidente Evo Morales debe estar muy ocupado, porque últimamente la oposición ha optado por dirigirse al mandatario mediante misivas, cartas en las que se le plantean todo tipo de peticiones y sugerencias en el marco de la política que su Gobierno está implementando.
Las cartas han pasado a formar parte de la política boliviana, o según parece, escribir cartas ha pasado a ser una de las estrategias que ha adoptado la oposición en la coyuntura de este trance meteorítico en el que Bolivia se encamina hacia el Socialismo del Siglo XXI.
Los que observamos el proceso todavía no sabemos qué efecto pueden tener las cartas de la oposición, porque en el plano de la literatura sabemos que existe el estilo epistolar y que este ha sido un recurso muy usado por los que se sienten marginados u oprimidos; sujetos literarios entre los que se han ubicado las mujeres, quienes han tenido obstáculo o a quienes les ha costado expresar su sentir frente al mundo y lo han hecho muchas veces mediante cartas o el uso del estilo epistolar.
En el plano de la política que nos toca vivir hoy en día, creemos que el estilo epistolar es un recurso propio de una estrategia pasiva, que hace uso de un recurso indirecto, o que utiliza un atajo para manifestar los desacuerdos, las objeciones y los puntos de vista que no se encuentran y que no pueden hallar un cause común.
Por supuesto que las cartas no van a solucionar nada, pues no van a ser tomadas en cuenta ni escuchadas por el Ejecutivo y menos por el Presidente que es el destinatario a quien van dirigidas.
Las cartas suelen tener cabida y pueden provocar algún efecto cuando existe un vínculo, cuando a la escritura antecede un flujo de comunicación y una predisposición para hacer circular ideas que retroalimenten un proceso de entendimiento y de complementación, lo que no es en absoluto el caso que nos atañe.
Las cartas que deben estar ocupando horas extras sólo al cartero del Presidente Morales, muestran más bien el grado de impotencia a la que ha llegado una oposición que a fuerza de amordazarse, de someterse, de autocensurarse, de entregarse, se ha vuelto inoperante. Las cartas como método político, muestran en este momento el bloqueo de la oposición y la imposibilidad que esta tiene de encontrar un canal para plantear demandas. El uso de este medio como único recurso, muestra también que la oposición a fuerza de tanto ceder y de tanto transigir, se ha encerrado a sí misma y ha terminado por cerrarse todos los caminos que le hubieran permitido seguir haciendo un juego político de pesos y contrapesos, con la finalidad de alcanzar el restablecimiento de un cierto nivel de equilibrio en nuestra sociedad.
Todos conocemos también las epístolas del Evangelio, pero estas son en realidad una forma de protesta y de propuesta fuertemente fundamentada, son un ejemplo de como la voz del Pastor, del evangelizador, se levanta desde la fuerza de las palabras decidida a hacerle frente al poder avasallador y totalitario con la fuerza y el caudal del pensamiento, de las ideas que se convierten en una cascada de palabras dispuestas a fortalecer a los pueblos que están sufriendo opresión. Las epístolas son profundamente contestatarias y profundamente fortalecedoras de la verdad que se espera reparar contra el avance de la miseria humana y de los contramensajes de los que se valen los poderes para desactivar a los pueblos y a las personas.
Si la oposición hiciera epístolas, estas podrían tener un eco, pero las rogativas y las solicitudes, la misiva tipo cable telegráfico de “me estás aprisionando” o “mis zapatitos me aprietan, mis mediecitas me dan calor…”, no son ni medianamente lo más indicado para un momento político de la magnitud aplanadora como el que estamos enfrentando.
De continuar haciendo uso de estas cartas, lo único que se podría lograr es que el presidente Evo Morales finalmente tenga una oposición a la carta.