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jueves, 12 de marzo de 2009

el asalto a la propiedad privada y la tortura a ciudadanos, más actitudes bárbaras como en Achacahi están conduciendo a Bolivia hacia el caos total.


Y la solución que hoy día les parece a muchos algo fuera del contexto histórico, emerge con mayor nitidez cada día que transcurre en medio de este caos planificado para destruir. Es un hecho que la nueva constitución política del Estado Plurinacional, contiene el germen de un enfrentamiento fratricida de enormes consecuencias.
Su contenido clasista, su fuerte acento racista y los derechos concedidos como autonomías a quienes se define como indígenas– originarios– campesinos, hacen imposible el sustento de la unidad nacional.
La visión andino centrista comienza a dar sus frutos. Los ideólogos del indigenismo originario campesino, pueden ahora comenzar a medir el impacto de lo que han creado.
“La autonomía indígena originaria campesina es la expresión del derecho al autogobierno como ejercicio de la autodeterminación de las naciones y pueblos indígenas originarios y comunidades campesinas, cuya población comparte territorio, cultura, historia, idioma, organización e instituciones, políticas, sociales y económicas propias”
Ahora tienen derecho a constituir su propio gobierno, que se ejercerá a través de sus propias normas y formas de organización. Pues bien, esto es lo que ha comenzado a producirse en la Provincia Omasuyos, que tiene dos secciones: Achacachi y Ancoraimes. Achacachi se encuentra a 96 kilómetros de la ciudad de La Paz. Es en Huarina donde nació Andrés de Santa Cruz y es en Huatajata donde tiene su vivienda Víctor Hugo Cárdenas.
¿Casualidades? ¡Más bien parecen causalidades! Y claro el señor García Linera, tan indigenista, tan admirador de Achacachi, donde aprendió a matar, no puede hacer otra cosa que impulsar y darle forma a la obra de su creación. Ya no hay retroceso. Lo iniciado hecho está. Así que tenemos la constitución en marcha y la ciudadanía puede sentir ahora todo el peso de la ley. Es inútil ponerse a llorar y quejarse, es vano pedirle al Gobierno que haga respetar lo que no puede y es absurdo reclamar por derechos que no existen para los bolivianos y que están reservados exclusivamente para los indígenas originarios campesinos.
Esta realidad no tiene sino un camino: la guerra civil. Y para evitarla tiene una solución: conformar un país confederado. La unidad de los contrarios, pero cada quien con su propia visión y formas de gobernarse. Si no aceptamos esto, entonces solo queda la imposición del más fuerte. Y es cuando se produce la lucha armada.
Por supuesto que la lucha armada no siempre da la victoria rápidamente, a veces, solo ocasiona desangrar al pueblo hasta agotar su fortaleza. Y podemos convertirnos en un grave problema para nuestros vecinos. La riqueza de nuestro suelo siempre ha de ser un incentivo para una intervención internacional.
El altiplano boliviano comienza conformar su propio gobierno. El Presidente cocalero no tiene capacidad ni autoridad para evitarlo. El resto del país siente que debe tomar su camino. Visto está que el voto del 25 de enero para aprobar la nueva constitución no derivó en un Pacto Social. Las consecuencias son estas. Y creo que es mejor enfrentarlas que soslayarlas. (Dante Pino)