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miércoles, 10 de febrero de 2010

El plan de Dios se cumple inexhorable. Llegó al debate el tema del alcoholismo a raíz de un incidente llamado Patzi lo que está decantando el evismo


Un mil adobes y alcoholismo

Mauricio Aira

Creyentes como somos pedimos señales de los tiempos que nos ayuden a decantar lo verdaderamente valorable de la vida nacional y he aquí que a menudo éstas llegan de modo tan visible que toca tan sólo observar, oír y sacar conclusiones. Varios elementos se mezclan en el episodio Patzi.

Llegó la hora de pensar que el alcoholismo constituye problema social que acusa un impacto pernicioso con repercusiones inmediatas como la violencia hacia hijos y cónyuges, agresiones, riñas, daños a la propiedad, es causa de divorcios, crímenes y se convierte en una enfermedad que afecta a toda la sociedad. El fenómeno figura en el pensamiento de Carlos Marx, Talcott Parons, Robert Melton, Emilie Durkheim sociólogos y políticos que no dudan en calificarlo como verdadero flagelo contra la humanidad. Magnus Huss cuando Suecia ocupaba en 1849 la más alta cuota en el consumo de bebidas, marcó la toxicomanía incidente del alcohol asociada al ser humano que “en el complejo proceso de vivir busca y desea experimentar” sensaciones y estados de ánimo que le hagan sentirse bien. Sus repercusiones biológicas, síquicas y sociales afectan no tan sólo al individuo, sino a su familia y entorno social con implicaciones en la economía y el trabajo.

En el caso nuestro se advierte una tasa de incremento también en los jóvenes y las mujeres con efectos extraordinariamente nocivos sobre la salud y la sociedad. Lo más agravante es que se ha convertido en una especial de “cultura alcohólica” donde es permitido beber y se hace lo imposible para inducir a su consumo por la radio, la tv, los medios y la misma vida en sociedad, sin excluir a la Iglesia, ni al Estado. A raíz del estudio de Huss surgió un poderoso movimiento abstencionista que perdura hasta hoy. Sus seguidores no toman una sola gota de alcohol. El Estado como tal ha borrado el ítem de bebidas en todos sus gastos incluyendo la diplomacia y los actos oficiales al contrario de lo que ocurre entre nosotros que se programa deliberada y maliciosamente el consumo de bebidas en concentraciones, desfiles, recepciones a todo nivel y se paga con recursos del Tesoro de la Nación sin que nadie hubiese ni siquiera llamado la atención del desatino.

No es posible advertir viviendo dentro hasta qué grado la sociedad está alcoholizada o pervive en niveles de mutua complacencia para estimular abiertamente a su consumo, los carnavales son un ejemplo patético tanto en Oruro como en Santa Cruz de la forma sistemática, organizada y colectiva de injerencia del alcohol, empezando por el Estado que concede largos asuetos y toda laya de facilidades para permitir que sus ciudadanos “la pasen bien” alcoholizándose sin pausa ni rubor. Así los “bebedores sociales” derivan en dependientes pasando por el clima favorable, se afianzan hasta adquirir ya dependencia física y psicológica. La degradación social, sin norma moral posible lo lleva a convivir en grupos de similar tendencia al margen de la normalidad y la más mínima responsabilidad.

¡Cuánto daño causa el alcohol en el colectivo boliviano! No contamos con la suficiente investigación aunque nadie duda que una causa principal de las muertes en carretera de enero y febrero sean consecuencia de su consumo sin límite. Si bien es admitido dentro de nuestra sociedad, aceptado como motivador en reuniones de amigos y familia y hasta de trabajo obrero patronal, aunque cuando se convierte el individuo en “borracho consuetudinario” es marginado, rechazado por el mismo grupo social. En el caso de los transportistas no es extraño oír “maneja mejor cuando está alcoholizado”, de modo que a sabiendas para vencer el cansancio, el hambre, para obtener mejor salario, se recurre a la copita, a la botella, al galón de su bebida predilecta. Por otra parte es reconocido como factor de integración y que favorece la convivencia consumida con moderación reduce la tensión desinhibe y provoca sensaciones de bienestar. El alcohol por su fácil acceso y gran propaganda se ha convertido en verdadero problema social y político como está ocurriendo con Félix Patzi prominente masista sorprendido ebrio conduciendo su vehículo y despojado de su permiso y suspendido de su candidatura a gobernador quien acudió a los suyos buscando justicia.

La llamada justicia comunitaria le redimió de la borrachera y le impuso la penitencia de fabricar mil adobes para su comunidad rural. Víctor Hugo Cárdenas también aimara calificó de burda maniobra la sanción por cuanto Patzi conducía en plena ciudad y no en el campo. “Está siendo utilizada en manos del gobierno para agredir a los adversarios y encubrir a los candidatos”. Otro aimara Felipe Quispe apoyó a Patzi y atacó a Evo, “porque favorece a los k’aras (blancos) y castiga a los t’aras (indios) El resultado es que Evo Morales a raíz de la borrachera de Patzi y su redención por los mallkus de Ayopaya enfrenta el mayor cuestionamiento a su condición de “guía espiritual” de los originarios.

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