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sábado, 3 de abril de 2010

los ex-mandatarios, los ex-aliados, los ex-masistas todos deben temer a la ya famosa "ley guillotina" que cortará la cabeza a quienes Evo señale/odie

Hace unos días, cuando fue promulgada la Ley de lucha contra la corrupción que lleva el nombre de Marcelo Quiroga Santa Cruz a pesar de la oposición de sus familiares y allegados, Evo Morales y Álvaro García Linera pusieron todo el esmero necesario para que el acto esté plenamente cargado de los elementos simbólicos a los que son tan afectos. Lo hicieron, como ya es habitual, con la intención de transmitir a toda la sociedad un mensaje tan claro que a nadie le quepan dudas sobre la seriedad de sus palabras.

“Ha llegado la hora de sentar la mano a quienes robaron al Estado”, dijo repetidamente el Presidente del Estado Plurinacional, palabras que por el contexto en el que fueron pronunciadas, y los antecedentes inmediatos, sólo pueden ser interpretadas como una amenaza dirigida a quienes de un modo u otro representen un potencial peligro para la continuidad de su régimen y para su papel de “guía espiritual del proceso de cambio”.

La ofensiva desencadenada días antes contra cuatro ex mandatarios, primero, y contra su principal ex aliado, el alcalde paceño Juan del Granado, después, son sólo dos de muchos elementos que contribuyen a comprender cuáles son los verdaderos propósitos de una campaña que, enmascarada tras la lucha contra la corrupción, parece tener como principal objetivo infundir terror en el espíritu de cualquier persona que amenace de cualquier manera el avance de un proceso que conduce hacia la concentración de todo el poder en una sola persona.

Para rematar, el vicepresidente García Linera se encargó de despejar cualquier duda al respecto. Al denominar “Ley Guillotina” a la ley recién aprobada, puso en evidencia que su principal fuente de inspiración es el “Reinado del Terror” que estuvo vigente en la Francia post revolucionaria entre 1793 y 1794.

Tal comparación resulta ahora inevitable. Y no sólo porque es el mismo Vicepresidente quien se encarga de dar motivos a ello, sino porque sus palabras traen a la memoria las que él mismo pronunció hace ya cuatro años, cuando su primer gobierno recién se iniciaba, ante un importante medio de comunicación internacional. En aquella oportunidad dijo que creía que Evo Morales sería el Robespierre boliviano, y a sí mismo se identificó como “uno de los últimos jacobinos”.

Aunque nunca aclaró cuál es el personaje de la trágica historia del período del terror francés con quien el Vicepresidente se identifica, no parece conveniente tomar tales palabras a la ligera cuando con tanto orgullo se proclama la instauración en Bolivia de una “Ley Guillotina”, y mucho menos cuando es el Presidente de Estado quien anuncia que será él, personalmente, quien se encargue de hacerla funcionar.

Como se ve, abundan los motivos para que no sólo los ex mandatarios, sus colaboradores y los potenciales opositores se preocupen. Bueno sería por eso que quienes hoy disfrutan del poder recuerden quiénes fueron las principales víctimas de Robespierre y su guillotina. Y quién fue la última de ellas. (Editorial de Los Tiempos)

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