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lunes, 23 de agosto de 2010

cuánta verdad en el editorial de Los Tiempos que muestra el peligroso proceso de personificación del poder en su EL ESTADO SOY YO que lacera el alma

El pasado jueves en la mañana, el presidente del Estado, en una inusual conferencia de prensa, arremetió con excesiva dureza en contra de los dirigentes –de su partido y cívicos así como de otras tiendas políticas– de Potosí por haberlo traicionado; defendió a su ministro de Gobierno respecto a la denuncia en sentido de que presionó para que un ciudadano alemán –que se declara partidario de él– sea trasladado ilegalmente a la cárcel de Chonchocoro; y menospreció a dirigentes de la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de La Paz, que amenazaron con realizar un cerco a la sede de Gobierno si no echaba a cinco ministros.

En la tarde, seguramente molesto porque en un seminario sobre la situación energética del país se comprobó que el país, con la nacionalización, perdió la oportunidad de ser el centro de distribución de gas en la región, exigió a los ejecutivos de las empresas petroleras que inviertan dinero y no se inmiscuyan en política apoyando a sus opositores y saludó la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Colombia por invalidar la aplicación de un tratado militar entre ese país con Estados Unidos, interpretando esa sentencia por una presunta decisión de los jueces de “escuchar” a los pueblos (seguramente no le explicaron, por un lado, que ésta era porque no se siguió el procedimiento establecido por ley ni, por el otro, que el funcionamiento de una Corte de esa naturaleza en el país haría que sus miembros sean objeto de persecución implacable).

En forma casi simultánea, comenzó nuevamente a funcionar la máquina represora del Ministerio Público, cuyo resultado fue la licencia del alcalde de Potosí, la declaración ante una fiscal del gobernador de Santa Cruz, la anotación de bienes del gobernador de Tarija y el inicio de investigaciones en contra del alcalde de Santa Cruz. Además, desde la Policía, el apresamiento del alcalde de Warnes. Todos ellos opositores a la actual gestión.

Así, en menos de 24 horas se contradijo el discurso que el presidente del Estado pronunció en la celebración del 6 de agosto, en el que expresó su predisposición a entablar una diálogo con las autoridades regionales, así sean opositoras, si las acciones concertadas benefician a la gente. Entonces, hubo un aplauso generalizado a ese cambio de actitud y nació la esperanza de que consolidado en el poder y producidas las leyes sustanciales del nuevo armazón estatal, el primer mandatario se enrumbaría en la construcción de la nueva institucionalidad estatal tratando de concertar antes que imponer, que es la mejor receta para hacer que los cambios sean difícilmente reversibles.

Se trató de una esperanza pasajera, porque además del retomar la actitud de enfrentamiento, se debe anotar que los discursos del Presidente adquieren, cada vez más, un tono trascedente. Al parecer, está convencido de que él expresa a la nación, la verdad y el cambio. Por tanto, quien disiente, lo desafía o critica no sólo lo ofende, sino perjudica a la nación y es expresión de intereses oscuros y antinacionales que no pueden ser tolerados en el estado que él comanda.

El país vive, pues, un peligroso proceso de personificación del poder que –si se consulta la historia– a nada bueno conducirá.

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