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martes, 19 de octubre de 2010

El Dia se refiere a lo tardío de la presencia de la SIP en Bolivia cuando Evo se adelanta a otro capítulo de su asalto al poder. la quema de libros...

Cuando la misión de la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) llegó a Bolivia ayer para hablar con el presidente Morales y tratar de convencerlo de que es muy grave lo que intenta hacer con la libertad de expresión, el Gobierno del MAS ya estaba en otra. El viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, estaba haciendo la lista de los libros que van a ser quemados, no en una hoguera por supuesto, sino en las “llamas” de la proscripción. Títulos como “Raza de Bronce”, una de las piezas más ricas de la literatura boliviana y latinoamericana, van a ser eliminados del programa de estudios de los escolares del país. La última gran quema de esta naturaleza que se produjo en el mundo, ocurrió en la Alemania nazi y cuando Evo Morales llegó al poder, muy pocos creían que esto llegaría a suceder en Bolivia.
Entre los incrédulos justamente se encontraban algunos miembros de la SIP que llegaron a Bolivia el año pasado y que amablemente fueron recibidos por el presidente Morales, portador de una innumerable lista de quejas contra los periodistas. En retribución, los “misioneros” proclamaron a secas que en el país existe libertad de expresión, sin advertir sobre las terribles amenazas que avizoraban un futuro negro para la democracia y las garantías constitucionales. Esta vez no sólo ya era tarde para hacer reclamos, sino que la respuesta al pedido de audiencia del Primer Mandatario fue un portazo en la nariz.
Otra de las posiciones, que de la condescendencia ha pasado a la complicidad, es la que han hecho conocer los representantes de la ONU, especialmente Denis Racicot, vinculado al Alto Comisionado de los Derechos Humanos. Él considera que la Ley Contra el Racismo no representa ninguna mordaza contra los medios de comunicación. Lo dijo antes de que se esboce un plan para revertir órganos de prensa, tal como se desprende de los primeros artículos reglamentarios de la norma, que está preparando ese cuerpo supremo de leales al régimen, esa suerte de soviet que prepara las exequias del último pilar que le queda a la democracia boliviana.
Las palabras de Racicot son usadas por el régimen en un anuncio propagandístico, aunque han quedado totalmente desfasadas pues ya nada tienen que ver con las recientes novedades. El Gobierno ha puesto en funcionamiento el “Comité Nacional contra el Racismo”, cuya primera actividad será la elaboración de un ranking que dirá quiénes son los más racistas del país. Esta entidad cumplirá las mismas funciones de las “policías religiosas” que actúan en Afganistán, Irán, en Yemen o Arabia Saudita y que andan por las calles buscando mujeres infieles para apedrearlas. Ojalá que no lleguemos a esos extremos en Bolivia, pese a que el linchamiento político será inevitable.
No es extraño que organismos internacionales actúen de esa manera. En Uganda y en otros lugares, la ONU reaccionó cuando la sangre había inundado los ríos. Pasará mucho tiempo tal vez, hasta que se den cuenta que Bolivia va camino a ser otro Afganistán, una nación que se regirá por las mismas normas que han hecho famosos a los talibanes. Tuvieron que pasar décadas para los vean de esa manera.

Pasará mucho tiempo hasta que se den cuenta  que Bolivia será otro Afganistán, una nación regida por las normas que hicieron famosos a los talibanes.

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