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martes, 16 de noviembre de 2010

el título de El Dia, muy acertado para la ocasión cuando la Iglesia "recibe el rodillazo" por sus exhortaciones


Siguiendo el ejemplo del presidente Morales, ahora todos en el Gobierno quieren dar su propio rodillazo. Es un continuo derroche de hormonas, mientras más primarias sean las reacciones, mejor. Justamente con esos métodos, el Gobierno le dio toda a razón a los obispos de Bolivia, que hace unos días reclamaron por la ausencia de diálogo y de transparencia en el actual proceso de cambio. El encargado de responder a nombre del régimen fue el ministro de Gobierno, Sacha Llorentty, quien volvió a hacer gala de la absoluta intolerancia y falta de inclinación por el debate que se está haciendo normal en la política boliviana, donde la mitad de los opositores se encuentran perseguidos y el resto con numerosos juicios en su contra.
La Iglesia Católica, como miembro activo de esta sociedad, tiene todo el derecho a expresar sus opiniones y hacerlas públicas y no por ello la respuesta debe ser la descalificación y el insulto. Reclamar el diálogo es un deber de todo ciudadano boliviano, cuya máxima aspiración deber ser la unidad, el respeto mutuo y la conciencia de que todos vivimos en un mismo país, con un Gobierno que debería ser la representación de los intereses del conjunto.
Han sido absolutamente desatinados los comentarios del ministro Llorentty y de algunos parlamentarios oficialistas sobre la Iglesia Católica, una institución que siempre le ha puesto el hombro al Estado boliviano y lo sigue haciendo, al hacerse cargo de responsabilidades públicas, como la salud y la educación, sobre todo en las zonas rurales, donde ningún Gobierno -y tampoco éste-, ha sido capaz de alcanzar ni siquiera en situaciones de emergencia. La molestia sale de órbita después de conocerse el último informe de la ONU sobre la situación social de Bolivia, donde la pobreza no sólo tiende a agudizarse entre los que ya padecen necesidades, sino también que a este paso podría abrirse camino en la clase media.
¿O es que la crispación se produce cuando al Gobierno del MAS le tocan el tema del narcotráfico? No es la primera vez que los obispos alertan sobre el crecimiento de esta actividad en el país. Demás es que el régimen trate de negarlo. La explosión de los cultivos de coca han comenzado a molestarle incluso al presidente Morales, quien observaba el otro día los lujosos autos en los que andan sus compañeros del Chapare. Y un Hummer no se compra con dos cosechas de banana o naranja, productos que comenzarán a importarse, tal ya como sucede con la papa y algunas frutas, de continuar la migración de agricultores desde los cultivos legales hacia la coca que termina en las factorías de droga.
El Gobierno ha elegido el camino del autoritarismo, el peor posible para enfrentar todos los retos que se vienen por delante. Sin opositores y con la sociedad amenazada por un régimen punitivo e intolerante, a la administración de Evo Morales le toca abocarse a resolver los problemas de la gente, atender la agenda social, encarar la lucha contra la pobreza para que la inclusión no sea un mero asunto simbólico o letra muerta de leyes que se van olvidando. Los reclamos de la Iglesia son oportunos y debe ser escuchados. Más tarde será el pueblo, otra vez acobardado y desilusionado el que hará escuchar su voz, como siempre ha sucedido.

La Iglesia Católica tiene todo el derecho a expresar públicamente sus opiniones y no por ello la respuesta debe ser la descalificación y el insulto.


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