Desde que el rey de España lo mandó a callar, el presidente venezolano, Hugo Chávez, ha asistido muy poco a las cumbres y reuniones multilaterales. Nunca más volvió a hacer de payaso, tratando de robarse el show en cada evento, insultando, vociferando y maldiciendo a media humanidad. Tal vez aprendió la lección y prefiere hacer lo suyo en sus interminables programas televisivos, donde no sólo tiene micrófono y cámara libres, sino claque bien pagada que le aplaude, le ríe y le celebra todas sus ocurrencias. Evo Morales no ha desarrollado esa habilidad, tal vez porque se dio cuenta desde un principio del efecto somnífero que puede provocar en la audiencia; y ya que tampoco es un “robacámaras” en las citas internacionales a las que acude, opta por largar todo en las cumbres que él mismo manda organizar para asegurarse una buena repercusión.Quién puede olvidar el fiasco de Tiquipaya, con “el discurso de los pollos” y toda esa puesta en escena que provocó una risotada internacional de grandes proporciones y al mismo tiempo, la devaluación de la imagen que Evo Morales pretende construir alrededor suyo como el defensor número uno de la madre tierra.
Ayer, durante la inauguración de la Novena Conferencia de ministros de Defensa de las Américas, el Primer Mandatario lanzó un trillado y discurso antiestadounidense, haciendo alusión a los golpes de Estado y acusando a Washington de intentar la desestabilización de los países que integran el ALBA. En el lugar estaba presente nada menos que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, un invitado al que le se pueden hacer planteos serios, soberanos y contestatarios, pero no apelar a viejos clichés propios de los años 60, que hablan muy mal de quienes asesoran al presidente sobre lo que tiene que decir en estas grandes ocasiones.
Cómo no aprovechar semejante palestra para expresar la visión de Bolivia sobre temas tan importantes como seguridad y defensa y en vez de ello dilapidarla con denuncias sin fundamento y posiciones que delatan no sólo un desfase respecto del contexto mundial, un desconocimiento del peso y los contrapesos de las grandes potencias en la actualidad, sino también, la carencia de un discurso propositivo, alejado de las poses pendencieras que manifiesta Evo Morales cada vez habla en las citas internacionales. Ya una vez quedó muy mal parado en España cuando acusó de golpista al Partido Popular y tuvo que disculparse por sus palabras. Con esta actitud estaría echando por tierra todos los supuestos avances que había en la normalización de las relaciones con Washington y que él mismo resaltó hace un par de semanas, anunciando la posibilidad de que se retome el intercambio de embajadores.
El presidente Morales se puso furioso con Estados Unidos, después que Robert Gates recomendara tener cuidado con las relaciones con Irán, un país que no anda buscando nada bueno en América Latina. Se sabe que China y Rusia también están haciendo esfuerzos diplomáticos y comerciales para mejorar su presencia en el continente y hasta les están vendiendo armas a Bolivia, Venezuela y otras naciones, pero el tema con Irán es otro, porque se trata de una gran amenaza mundial, tal como lo han señalado numerosos sectores no sólo Estados Unidos. En lugar de buscar relaciones que no dan oficio ni beneficio al país, el Gobierno debería definir de una vez por todas cuál va a ser su posición respecto a una realidad ineludible y muy importante para Bolivia como es Norteamérica.En lugar de relaciones que no benefician al país, el Gobierno debería definir su posición respecto a una realidad ineludible como es EEUU.(El Dia ha puesto los puntos sobre las íes de la tosudez y malacrianza de Evo como anfitrión)
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